GABRIEL
JOSÉ GARCÍA MÁRQUEZ Muchos
hombres, muchas ideas Por:
Renson Said Tomado del diario "La Opinión", 27 de abril de
2001 Carlos Abascal, ministro de
trabajo de México, expulsó a una maestra de escuela porque había
recomendado a sus alumnas las lecturas de "Aura" de Carlos Fuentes
y "Doce cuentos peregrinos" de Gabriel García Márquez. La
razón es demasiado sencilla: las obras mencionadas pervierten a la juventud.
Pero no es cierto. O dicho de otro modo, es cierto pero todo lo contrario: el
pervertido es el ministro de trabajo mexicano que quiere uniformar el pensamiento
instaurando una nueva inquisición en su afán desmesurado por mantener
el Statu Quo en un país que ha dado para la historia de la independencia
intelectual latinoamericana, hombres como Alfonso Reyes, Juan Rulfo y Octavio
Paz, entre otros.. La
censura de libros, la humillación, el destierro y la misma desaparición
de escritores, es el método que utilizan los gobiernos más retrógados
para manipular el pensamiento y la libre expresión. En
el siglo III a.C. las reformas de Confucio contenidas en el Che Knig o Libro de
las Odas y Chu Knig o Libro de los anales, fueron quemados porque "revisaban"
las costumbres de su pueblo. Protágoras,
el sofista, fue acusado de impío y expulsado de Atenas por haber puesto
en duda el poder de los dioses en su famosa frase: "el hombre es la medida
de todas las cosas, de las que son, en tanto que son, y de las que no son, en
tanto que no son". Peor
suerte corrió Tucídides, el historiador griego que asesinaron para
que no terminara de escribir su obra "Historia de la guerra de los Peloponesos
y Atenienses". Y
ya todo el mundo sabe qué le pasó al bueno de Sócrates sólo
por atreverse a decir la verdad. Cada
vez que surge una obra superior, los Estados totalitarios o aquellos gobiernos
mezquinos disfrazados de democracia, emprenden una persecución salvaje
contra los escritores y sus libros. Milton,
por ejemplo, por haber criticado fuertemente al Parlamento de su país tuvo
que presenciar la quema pública de su obra inmortal "Paraíso
Perdido", por orden del rey Charles II, el 16 de junio de 1660. Gargantúa
y Pantagruel, una de las obras cumbres de la literatura francesa fue señalada
por la censura de "obscena e inmoral", sólo porque su autor,
Francois Rabelais, ridiculizaba al Catolicismo y al Protestantismo. |