GABRIEL JOSÉ GARCÍA MÁRQUEZ

Vida, obra, opiniones, polémicas.

¿QUIÉN ES?

Obras más conocidas.

La soledad de América Latina
Discurso para recibir el
Premio Nobel
.

DEBATE SOBRE LA ORTOGRAFÍA:

Botella al mar para el dios
de las palabras
.

Camisas de fuerza...
Joaquín Estefanía

Desfase de lógica

OPINIONES, CRÓNICAS:

El García Márquez que amamos
Germán Santamaría

¿CUÁNTA PLATA TIENE 'GABO'?
Juan Gossaín

Muchos hombres, muchas ideas
Renson Said

Opiniones de Fernando Lázaro Carreter,
ex presidente de la Real Academia


SUS DEMONIOS:


Péguele a
Miguel Ángel Asturias


Punto final a un incidente.

 

GABRIEL JOSÉ GARCÍA MÁRQUEZ

"Péguele a Miguel Asturias"

Por: José Emilio Pacheco (Escritor Mejicano)

Esta nueva comedia de las equivocaciones empezó el sábado 19 y que se ha prolongado una semana. Nunca antes en la historia del periodismo nacional una noticia literaria ocupó una primera plana a ocho columnas.

La "Extra", como se llama en el habla de la ciudad a la segunda edición de "Ultimas Noticias de Excelsior", informó: "Asturias acusa de plagio a García Márquez. 'Cien años de soledad' es una grosera copia de una novela de Balzac", dice. Un cable de France Presa basado en "Le Monde", que citaba una entrevista de Luis Chao en "Triunfo' de Madrid, difundía las opiniones del Premio Nobel 1967, según el cual "Cien años de soledad" era un plagio de "La búsqueda de lo absoluto'', de Balzac. El mismo día y en el mismo periódico, Carlos Fuentes señaló cuan absurda era la acusación y sin proponérselo inició el deporte que se ha practicado exhaustivamente después y que puede llamarse "Péguele a Asturias".

Si García Márquez, interrogado telefónicamente por Guillermo Ochoa (EXCELSIOR, martes 22), se limito a reír y a callar con la certeza de que ante sus críticos la única respuesta posible de un escritor es su obra, en el ámbito de la lengua española se ha alzado un clamor unánime contra Asturias.

Poco antes de su muerte, Witold Gombrowicz protestó contra el lenguaje brutal y sin el menor asomo de respeto humano que se emplea en las controversias literarias. Lo que se ha dicho contra Asturias es un buen ejemplo: viejo chocho, gagá; ablandado, ignorante, idiota, rencoroso y, a su vez, plagiario de Valle Inclán en "EI señor Presidente".

Me había resistido a opinar sobre el tema porque 1) considero indefendible la apresurada tesis de Asturias y 2) me repugna sumarme a la cargada contra un escritor de 72 años que, de un tiempo a esta parte, ha visto levantarse en contra suya todo el favor y el prestigio de que gozó en mejores tiempos.

Sin embargo el escándalo continúa: ayer arremetieron "Informaciones", de Madrid, y Juan Bosch, que equiparó a García Márquez con Cervantes y a su gran novela con el Quijote. Ya es tiempo de hacer una modesta proposición para que se vuelva este asunto al limbo del que nunca debió de haber salido. La corriente de la época milita en desfavor de Asturias. Él representa lo establecido, lo oficial, lo pasado, lo que es obligación detestar: recibió el Premio Nobel mientras que Sartre lo rechazó, aceptó ser embajador de un gobierno antiguerrillero, en tanto que García Márquez rehusó un puesto diplomático en Barcelona, etcétera.

Atareados en decir que Asturias es un viejo chocho (y todos seremos viejos chochos a menos que la muerte nos dé oportunamente licencia) nadie se ha tomado la molestia de comparar los dos libros. Mientras tanto, la algarabía es contemplada jubilosamente por aquellos sacristanes del antintelectualismo que se desviven presentando a los escritores como bufones envidiosos, peleoneros, serviles, enredados en pleitos de comadre y por completo ajenos a la trágica realidad de nuestros días.

 

 

Balzac nació en 1799, exactamente un siglo antes que Asturias, y en 1834, entre "La Duquesa de Langeais" y "Papa Goriot", escribió "La búsqueda de lo absoluto" que forma parte de los "Estudios filosóficos" dentro de la organización final de "La comedia humana". "La búsqueda de lo absoluto" figura en el tomo XIV de la edición nacional traducida por Aurelio Garzón del Camino (paginas 525-689). Balzac sitúa en Douai, en el Flandes francés, la historia de Baltasar Claes, discípulo de Lavoisier, que a los 49 años, después de 15 de matrimonio con Josefina Temmnick y tras conversar con un polaco errante, se obsesiona por lograr el sueño de los alquimistas: descubrir lo absoluto, el principio que da unidad a todos los elementos, "la sustancia común a todo lo creado y modificada por una Fuerza única". Al encontrarlo, Claes podrá no sólo trasmutar el plomo en oro sino competir con la naturaleza y repetirla. (Hoy, como es bien sabido, la trasmutación tiene lugar mediante el bombardeo de los elementos en el ciclotrón y en el reactor nuclear. La búsqueda de la alquimia, que permitiría a los hombres igualar a los dioses, concluyó fáusticamente en los infiernos de Hiroshima y Nagasaki). Los experimentos de Claes lo conducen primero al naufragio de su vida familiar por último a la ruina absoluta. Claes termina apedreado en la calle como brujo. Moribundo, se incorpora en su lecho de muerte para repetir el famoso "eureka" de Arquímedes. Expira con un horrible gemido mientras su yerno lee en el periódico que el polaco vendió a otra persona el secreto de lo absoluto.

El deber de un crítico para con un autor se supone que es leer su libro de cubierta a cubierta y palabra por palabra. Quienes, según Asturias, "han denunciado las semejanzas entre las dos novelas en América y en Berlín" o son incapaces de penetrar la sintaxis de la prosa española o aplicar la llamada "lectura dinámica" al dominio de la crítica, donde debiera estar prohibido un método que antes del triunfo de la terminología sobre el lenguaje se llamaba humildemente "ojeadita" (con o sin hache), o bien abandonaron "Cien años de soledad" en la pagina 125, relegando para otra ocasión las 226 restantes. Porque la única similitud entre Balzac y García Márquez, tan remota que cancela hasta la simple sospecha de plagio, puede hallarse en la historia del primer José Arcadio, una entre las muchas que forman esta prodigiosa novela. Las demás no tienen absolutamente nada que ver con "La búsqueda de lo absoluto" ni con ninguna otra narración balzaciana.

Como recordaran todos los lectores de este artículo, el fundador de Macondo queda inicialmente deslumbrado por lo que el gitano Melquiades llama "la octava maravilla de los sabios alquimistas de Babilonia". Se trata del imán y José Arcadio piensa que puede servir para desentrañar el oro de la tierra, pero lo único que logra extraer es una armadura oxidada. En otra vuelta de los gitanos, José Arcadio descubre las propiedades incendiarias de la lupa gigante y trata de emplearla como arma de guerra, con el resultado de que sufre quemaduras gravísimas. Luego obtiene de Melquiades viejos mapas, astrolabio, brújula y sextante. Se encierra en un cuartito al fondo de la casa y tras arduos experimentos descubre que la tierra es redonda. Para estimular a aquel hombre que por pura especulación astronómica construyó una teoría ya comprobada en la práctica, Melquiades le obsequia un laboratorio de alquimia. Tratando de fabricar la piedra filosofal, José Arcadio carboniza los doblones que formaban la herencia de su mujer. Mas tarde, tras una infortunada expedición por los alrededores de Macondo, Buendía cree ver en el hielo que le traen los gitanos el diamante más grande del mundo y el gran invento de la época, susceptible de utilizarse para edificar las nuevas casas, a prueba de calor, de la aldea.

Con esta sencilla guía el lector puede probar en el cotejo de ambos libros qué absurda e infundada es la acusación de plagio, como señaló desde un principio Carlos Fuentes. Por lo demás, si al juzgar a Asturias tenemos presentes sus errores y sus flaquezas, no olvidemos tampoco lo que escribió Luis Harss antes del premio y antes de la embajada: Asturias ha hecho de su obra una especie de tribunal de apelaciones, refugio de los humildes con sus penas anónimas, templo de piedad y justicia donde claman las voces de los desposeídos. Las pobres han dormido en su umbral esperando audiencia. Y él, solidario y fraterno, los ha escuchado siempre. Aún faltándole patria y hogar, ha compartido con ellos su pan.

("La Prensa Literaria").

http://www.laplayadebelen.org