Enrique Pardo Farelo (Luis Tablanca)

Luis Tablanca

Autor de "Cuentos sencillos", "Cuentos fugaces", "La flor de los años", "Tierra encantada" y "Una derrota sin batalla".

Su nombre era Enrique Pardo Farelo

Fachada de la casa del escritor
 

Enrique Pardo Farelo
Foto de Primera Comunión

   
 

Figura de relieve nacional como novelista y poeta, conocido dentro de la República de las Letras Hispanoamericanas como uno de los primeros cuentistas de este continente y como uno de los hombres de estudio que han dado lustre al idioma de Cervantes en Colombia.

El señor Pardo Farelo fue por muchos años en su juventud, empleado de la gerencia del ferrocarril de Girardot. Luego fue Sercretario de Hacienda del departamento Norte de Santander, lo que le sirvió para escribir su grande obra de crítica administrativa y política, "Una derrota sin batalla", que fue considerada como la censura fuerte a todos los caos administrativos y fiscales.

En dos legislaturas ocupó puesto en la Asamblea y muchas de las Ordenanzas que regulan la marcha de la administración nortesantandereana son obra de su consagración y estudio. Posteriormente rechazó todo ofrecimiento de altos cargos, que le brindaron. A solicitud del señor Gobernandor del Departamento le fue adjudicada la medalla del civismo "General Santander". En 1967 se le erigió un busto de bronce en el parque principal de El Carmen, N. de S., obra del maestro Pinto Maldonado.

Textos: Geografía Histórica de El Carmen, de Ciro Castilla Jácome

 
   
  
EL RENGLÓN QUE FALTA

El presupuesto nacional resuena
con los claros rumores de una fuente
a la cual se aproxima mucha gente
y hasta los bordes su jarrito llena:

También es comparable a una colmena
do labra miel la abeja diligente,
para que se la chupe ávidamente
una nube de zánganos sin pena.

Mas falta al providente presupuesto
un humilde renglón, el más modesto,
y es hora de agregarlo, ¡oh congresistas

que venís de las rústicas Batuecas,
a fin de que si fundan bibliotecas,
no mendiguen su libro a los artistas!
PERDONE, HERMANO

Yo, señor secretario, bien quisiera
poderle enviar, como me solicita,
un ejemplar siquiera de cada obrita,
ya que usted tan amable las espera.

Porque sería una suerte verdadera,
que al pensamiento del orgullo incita,
saber que iba una cosa tan poquita
a estar con sabias obras en hilera.

Pero, aunque a usted le extrañe suponerlo,
me es hoy un imposible complacerlo;
no porque me las pida regaladas,

sino porque merced a los favores
de un bondadoso grupo de lectores,
se encuentran hoy mis obras agotadas.