Tomado del suplemento literario de "La Opinión",
18 de marzo/2001


"Esta ciudad de calles largas como tus piernas"

La última obra del abogado-poeta
Gustavo Gómez Ardila

Por Guido Pérez Arévalo



El poeta Gustavo Gómez Ardila no es tan joven como aparenta ni tan viejo como quisieran los amigos de las musas, de las nuevas generaciones, que aparecen en cada esquina con sus versos en flor.

Gustavo pasa del medio siglo, pero hace versos de galán joven y hasta coquetea con el erotismo.

Cuando lo conocí, hace más de veinte años, campeaba con éxito en la actividad política bajo las orientaciones de Argelino Durán Quintero y Luis Vicente Serrano Silva: Era, entonces, un poeta prestado a la política.

Fue Secretario de Hacienda del Norte de Santander y, seguramente, concejal de Sardinata, en representación del corregimiento de "Las Mercedes", su tierra natal. Ocupó otros importantes cargos, pero no quiero recordarlos para no perder el hilo. En la campaña presidencial de Belisario Betancur, en uso de su vocación de escritor, recibió al futuro Presidente de Colombia, con un volumen que interpretaba fielmente su programa de gobierno. Pero he dicho que estaba prestado. Poco tiempo después, decidió cambiar la oratoria política por una columna de humor en el diario "La Opinión", y por una cosecha de versos de amante irredimible, publicados en revistas, periódicos y ediciones exclusivas.

Conservo algunos de sus libros, entre ellos, "Se acabaron las vírgenes", "Oficio de caminante" y un viejo cuaderno con sus primeros poemas, que le robé una tarde durante una tertulia con el poeta Jorge Jaramillo. De aquella tertulia conservo un casete que pienso subastar cuando a Gómez Ardila le otorguen el Premio Nacional de Poesía. Conservo, también, las tres únicas ediciones del periódico "El Norte", que publicamos en la primera campaña presidencial de Andrés Pastrana y algunos apuntes de nuestro programa radial, "Luciérnaga", de carácter cultural. Guardo, igualmente, con celo inmarcesible las últimas ediciones de su revista "Saltamontes", donde estoy metido como columnista, por obra y gracia de la amistad con el poeta.

No está lejos de la cúpula de las letras colombianas: Es Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Norte de Santander, Miembro de la Sociedad Sanmartiniana de Colombia, Miembro de la Sociedad Bolivariana de San José de Cúcuta, Miembro Fundador de la Asociación de Escritores de Norte de Santander, conferencista en temas literarios y periodista.

La última obra de Gustavo Gómez Ardila, "Esta ciudad de calles largas como tus piernas", mereció el primer premio en el I Concurso Departamental de Novela y Poesía, organizado por el Centro Cultural Municipal de Cúcuta. Allí compartió honores con Jaime Calderón y logró, además del premio, la publicación de sus poemas, que fueron festejados con la distribución del libro y unas copitas espirituosas en el Hotel Casino Internacional.

En esta página, amables lectores, encontrarán algunos poemas de Gómez Ardila. Ustedes dirán la última palabra.

GUIDO PÉREZ ARÉVALO
Chinácota, 3 de marzo de 2001, Cabaña "Silvia María"


TUS PIERNAS Y ESTAS CALLES

Tus piernas largas,
como estas calles
se intensifican de luz y de humedad,
y los ecos de la ciudad
suben
como jadeos
por tus muslos.
Como pájaros.
Estas calles largas,
excitadas
y violentas
son como tus piernas
hechas de luz morena.

Puedo olvidar las calles
pero rememoro pasos
y llego
hasta tu fuego.

AQUÍ SOMOS ENTEROS

Empiezo por tus pies para llegar
al infinito.
El aire entra como una voz delgada,
pero el ritmo de la ciudad ya es vertiginoso.
Tus piernas largas se agitan como aspas
entre la circunferencia de los espejos
y entre nubes
y cortinas
y tonos azulados.
Un helicóptero pasa en dirección a la selva
a fumigar cultivos de coca
y a matar guerrilleros,
pero su ruido agrio no detiene tu fuego
ni esta mañana en llamas
que estamos comenzando.

Aquí somos enteros
por encima del mundo.


LUZ COTIDIANA

La ciudad
-que ha dormido como un perro
junto al río-
comienza a desperezarse con el alba.
Levanta el hocico,
huele el aire nuevo de la mañana
y, presintiendo el calor,
se refugia entre la brisa verde
de los árboles.

La jornada se viste de luz.
La cotidiana luz.Y yo
pienso en ti.

NO NECESITO SILENCIO

Ni la confusión de bocinas
que aúllan
cuando el semáforo se daña,
ni el sonido del viento cuando arde,
ni el estrépito de los obreros
que perforan la calle,
ni el zumbido de la mañana
al evaporarse
interrumpen tu trance.

Escrito está:
No necesito silencio para amarte.

NOCHE

Alguien canta en la calle. Algún borracho
le tararea a la noche
y una salmodia de perros
se mete en mi desvelo. Un rayo cruza
y me ayuda a divisar tus caderas.
Los recogedores de basura
enturbian
la humedad de la luna.
Te has dormido
con un beso a medio hacer entre tus labios.

DEFIENDO MI ALEGRÍA

Ante todo defiendo mi alegría.
No me importan las tristezas de ayer
ni de mañana,
ni los avatares
de la gente que se desboca por la calle.
Mi alegría es más mía que tu cintura
donde cuelgo mis besos,
y más mía que tu espalda
donde escribo poemas.
A mi alegría la rodeo de trincheras,
la visto de coraza
y le prohíbo salir sola.
Es guerrera, además, mi alegría.
Se enfrenta a mis nostalgias
y las vence.

MANIFESTACIÓN

Obreros de sueños gastados
desfilan,
ciertos días
por esta calle.
Yo los miro
Y tú los miras.
Y el sol los acompaña.
¡Tantas veces la misma caminata!

Los vendedores de agua,
metidos en la manifestación,
saben
que la patria es sedienta.

SEDIENTA

Amaneces sedienta
como si un desierto se desprendiera de tus manos,
o el verano te habitara desde adentro.
Como si un incendio devorara
tus noches
o un presagio de estrellas quemara tu cuerpo.

Para tu sed
yo me convierto en lluvia.

EL MAR

Nada sabías del mar. Fui yo
quien te habló de ciudades sumergidas
y de espumas como gaviotas
y de vientos anchos.
Después hice un velero con reflejos de luna
y lo metí en una botellas
para que tú soñaras.

Desde entonces
hubo mar en la alcoba
y tú y yo fuimos olas.



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