"La
poesía de Gómez Ardila es poesía pura, sin palabras de sobra,
alígera, íntima, susurrante en ocasiones, con un inescrutable ritmo
interior que se conserva a lo largo del poema, del libro, y donde los recuerdos
transitan por las realidades interiores subsistentes después de todos los
caminos. Noble poesía." (José Luis Villamizar Melo). "Me
maravilla su oficio autoimpuesto de ser sombra de sus propias nostalgias... y
de sus anhelos... y de la paz que se vivencia el emerger de las letras. Indudablemente
Gustavo Gómez Ardila sabe de la soledad, la reconoce y la transmite...
esa soledad amada, interior, intensa... la que sólo entienden los poetas."
(Juan Pabón Hernández). "La poesía de Gustavo
Gómez Ardila brota de una fuente de días transparentes. Allí
están dadas las vivencias propias de sus querencias, cultivadas con la
sensibilidad de las palabras y el manantial de su realidad, muchas veces recreada
en los sueños y en los efectos o recobrada en las diversas estaciones del
tiempo." (Cicerón Flórez Moya). Conceptos tomados
de la obra "El oficio de caminante" de Gómez Ardila. |
función
te esperaré unas cuadras más allá de la tarde donde
la luna se viste de payaso el viento como flauta de verano hará
de maestro de ceremonias función de trashumantes con la piel sin
futuro llevarás tu color de cerezos y tu apariencia de niña
buena no lleves los sollozos se aferran como el miedo te esperaré
metido en mi silencio para que puedas reconocerme te alzarás
ufana la falda hasta el cielo y el zig zag de suspiros arrancará
aplausos de sangre entre la concurrencia aprenderemos a ser actores de
la vida. |
infancia
inventamos
una trampa de colores para cazar la luna pero llegaron pajaritos se
pusieron los colores en las plumas y la luna no quiso entrar y los aullidos
del perro y los cuentos de la llorona y la luz corredora y tú
¿tú? haciéndome cosquillas con tu pelo y de pronto
saber que ya era hora de regalar el trompo y que los azulejos y los gorriones
y los picoeplata no volverían y la sombra del mango no
porque otras sombras y una mano tanteando el universo y tú
sí tú versada en cantos de grillos y chicharras me conducías
y los otros los niños buscándonos y nosotros los
adultos escondiéndonos diurno
hubiera querido amarte una noche larga con vinos tiernos y pimpollos
de luna y cantares en el viento mas había urgencia en
los naranjos y en la sombra del pomarroso debajo del sol se desbocó
tu potro corazón
que estaba aprendiendo a caminar. |