Cuando
el día está aún verdecito (para emplear la expresión
santandereana) el ronroneo de los aviones de las diversas empresas que operan
en Cúcuta, es la mejor invitación que, a levantarse, recibe el ciudadano
apegado todavía a las afelpadas colchas. Es la hora en que de todas las
iglesias y capillas de la urbe se alza una multisonora orquestación de
campanas. No hay ciudad de Colombia que le supere a Cúcuta en el gorjeo
de sus torres. El rezongar de las hélices y el parloteo de los bronces
desgrana una extraña pero cautivante polifonía que captada en el
alma con toda plenitud, es una insinuación al músculo, una esperanza
para el espíritu y una vibrante canción a la vida en cada amanecer. Cúcuta,
para usar el vocablo exacto, es una ciudad agradable. La
naturaleza derrochó todos los privilegios del trópico en este valle
arrobadoramente bello del Pamplonita; y parece que, no contenta con la villa de
construcción defectuosa que los antepasados asentaron sobre su suelo, fue
por lo que la sacudió hasta sus cimientos con el terrible sismo de 1875
para dar paso a la bella y graciosa "Perla del Norte" que hoy exhibe
sus admirables perfiles para orgullo de propios y asombro de extraños.
Valle, cielo, ciudad y río, forman aquí un conjunto armonioso, positiva
"concupiscencia para los ojos" y exquisito deleite para el espíritu. | | Nota
de laplayadebelen.org/: El
monumento fue levantado por iniciativa de los concejales, Carlos Jácome
y Roberto Berti, a través de un Acuerdo que ordenó erigir "una
airosa columna en piedra" para conmemorar el natalicio del Libertador en
la colina donde se desarrolló la batalla. Fue construida por Pedro Tobías
Vega -sobre una piedra, desde la cual, se dice, Bolívar dirigió
el combate- en forma de espiral, empañetada con mezcla de cal y arena,
de seis metros de altura. En la parte superior tiene una base plana que soporta
una esfera. Inicialmente se denominó "Columna del Centenario",
pero a partir del 28 de febrero de 1913 se llama "Columna de Bolívar" Los
temblores del 26 de noviembre de 1980 y 17 de octubre de 1981 la derribaron. Fue
restaurada por la Sociedad de Mejoras Públicas. El cañón
fue donado a Virgilio Barco Vargas por el Concejo de Turbo, en 1960. Fuentes:
-
Monografía ilustrada de San José de Cúcuta, diario La Opinión,
marzo de 2002, Cúcuta. - San José de Cúcuta, diario La
Opinión: Un recorrido por los barrios y comunas, 30 de noviembre de 2004,
Cúcuta. |
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Pero
no pretendo ahora hacer el elogio de esta tierra ilustre, ni de sus hombres gallardos
y emprendedores ni de sus mujeres deslumbradoramente bellas, ricas en virtud y
donaire. Hay en la ciudad de Cúcuta una rampa denominada "Loma de
Bolívar", señalada en la distancia por un sobrio monumento.
A los hechos que conmemora la solitaria columna, quiero referirme. Allí
en aquel sitio, el 28 de febrero de 1813 las banderas del ejército libertador
se cubrieron de laureles. Allí quedó quebrantada la fortaleza moral
del poderío español en la Nueva Granada, porque la acción
de los valles de Cúcuta fue la clave de futuros triunfos que despejaron
nuestro territorio de los cadalsos y de las cadenas de la tiranía. Cada
28 de febrero, las diversas actividades de este amado valle cucuteño se
dan cita y se hacen presentes en ese histórico sitio. Y qué mucho
que el gobernante ilustre abandone durante una hora sus responsabilidades y afanes
administrativos, que el sacerdote meritorio se aleje por unos instantes de su
santuario, que el militar vigilante deseche por unos minutos sus preocupaciones
cotidianas, y que el educador y el comerciante, el industrial y el obrero suspendan
sus faenas y todos con una sola alma, con una sola mente y un solo corazón,
enardecidos por un mismo fuego y estimulados por un mismo anhelo, se congreguen
al pie de ese monumento y evoquen las brillantes gestas, fecundas en episodios
de fantástica temeridad y de arrobadora grandeza, exornados de guirnaldas
de victoria o fulgurantes de martirios que dieron vida a la República y
abrieron para siempre los horizontes de luz de nuestra libertad. ¡28
de febrero de 1813! día de júbilo en el calendario de los fastos
gloriosos de nuestra patria! En la tarde anterior el entonces coronel Bolívar,
procedente de Ocaña, había pasado El Zulla con su ejército,
un ejército de hombres desarrapados y enfermos por las vigilias, las Jornadas
interminables y acosados por el hambre. Pero era un ejército de visionarios,
era un ejército de héroes capitaneados por el Genio de la Guerra!
Al amanecer marchó sobre Cúcuta y a las nueve de la manara se empeñó
el combate en la histórica rampa, combate que fue una carga a la bayoneta
porque los pertrechos de fusilería -según anotan los cronistas"-
quedaron a los pocos minutos agotados. No pasaban de mil los combatientes. Y a
eso del mediodía el enemigo empavorecido huyó dejando en poder de
los libertadores la artillería, fusiles, pertrechos, víveres y veinte
hombres muertos en el campo de la pelea. La
acción de parte de los españoles, estuvo dirigida por el general
Ramón Correa, cuyo temperamento "mesurado y vacilante" debió
de contrastar con la "inflamada nerviosidad" de Bolívar. Un vínculo
de familia unía a aquellos dos adversarios. La esposa de Correa, doña
Inés Miyares, era hija de don Francisco Miyares, Gobernador de Maracaibo,
y de doña Inés Mancebo, quien fue la primera nodriza de Bolívar.
Dice don Luis Pebres Cordero en su ameno libro DEL ANTIGUO CÚCUTA, de donde
he tomado estos datos, que "es bien probable que aquellos dos Jefes, a quienes
el destino ponía frente a frente. se abrazaran con efusión en medio
de la lid, si tocando los resortes del afecto, uno y otro recordaran el hogar
de aquella familia, del cual como de un árbol abrigante, tomó el
uno jugo para alimentarse niño, y arrancó el otro una flor para
acompañarse enamorado". BENJAMÍN
PÉREZ PÉREZ Tomado
de "Boletín Fiscal" -agosto a noviembre de 1953- revista de la
Contraloría General del Departamento Norte de Santander. |