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FAMILIA
PÉREZ ARÉVALO LUIS
JESÚS PÉREZ AMAYA
- SILVIA MARÍA
ARÉVALO CLARO |
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FAMILIA
PÉREZ ARÉVALO: |
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ANCESTROS: |
| | | | Luis
José Pérez Sánchez 22/03/1883 - 05/04/1941 | Valentina
Amaya Ortega 16/12/1878 - 10/08/1972 | José
Francisco Arévalo Claro 22/04/1893 - 15/07/1945 | Juana
de Dios Claro Bayona 18 /11/1895 - 31/10/1975 | | FAMILIA
PÉREZ ARÉVALO |
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Luis
José Pérez Sánchez | Valentina
Amaya Ortega | José
Francisco Arévalo Claro | Juana
de Dios Claro Bayona | LUIS
JESÚS PÉREZ AMAYA | |
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| | | El
matrimonio Luis
Jesús Pérez Amaya, casó con Silvia María Arévalo
Claro a las nueve de la mañana del día 22 de enero de 1937. El joven
sacerdote, Alejandrino Pérez Amaya, presidió la ceremonia en la
parroquia de San José de Belén, de La Playa de Belén. Ver El
novio, nacido en la vereda de Lucutama, del municipio de Hacarí, tenía
26 años; la novia, natural de La Playa de Belén, 17. Los señores,
José González Reyes y Calixto Ovallos Angarita, actuaron como testigos.
La fotografía de la boda es de los hermanos, Carlos Daniel y Sebastián
Luna Manzano, quienes, seguramente, aprendieron el arte y la técnica en
el estudio de Cala Roso creado en 1890 en Ocaña. Fueron
excelentes fotógrafos. Luis
Jesús era hijo de Luis José Pérez Sánchez y Valentina
Amaya Ortega; había nacido el 9 de noviembre de 1911, en la finca «Filadelfia»,
ubicada en la vereda Lucutama, en la ribera de la quebrada del mismo nombre, donde
nacieron, también, sus hermanos, Plácida, Alejandrino, Leopoldina,
Emelina e Hilda. | |
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|
| En
una relación extramatrimonial de Luis José con Emilia Navarro, nacieron
otras cuatro hermanas: Emiliana, Rosana, Paula y Marina. La relación era
conocida por la familia Pérez Amaya.
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| Silvia
María Arévalo Claro,
de tez blanca y ojos azules, pertenecía a una de las familias más
apreciadas de La Playa de Belén. Tenía 17 años, 4 meses,
cuando casó con Luis Jesús Pérez Amaya. Había
nacido el 15 de septiembre de 1919 en La Playa de Belén, en el hogar de
José Francisco Arévalo Claro
y Juana de Dios Claro Bayona. Tuvo
15 hijos, 6 murieron en la infancia; uno, Jesús Armando, murió en
un accidente de tránsito; Luis Francisco y Mary Luz fallecieron después
de la muerte de mis padres. Fue una madre abnegada, una esposa amante y una hija
agradecida. Amó
a sus hijos con espíritu cristiano y les dedicó su vida hasta el
último instante de sus días. | | | |
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| Vencida
por una grave enfermedad, Silvia María Arévalo Claro falleció
el 12 de noviembre de 1988 en la ciudad de Ocaña. ¡Vivió para
los suyos, el amor fue su legado! ¡Cómo
la extrañamos! Nada puede sustituir el cariño
de una madre, nada puede llenar el inmenso vacío de su partida. | | | |
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LUIS
JESÚS PÉREZ AMAYA | SILVIA
MARÍA ARÉVALO CLARO
|
HIJOS: |
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Luis
Francisco + Miércoles,
1º de junio de 1939 (+)
19 de junio/2004 | Guido
Antonio Miércoles, 6 de noviembre de 1940 |
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Mary
Luz + Martes, 23 de febrero/1943
(+) 11 de julio de 2015 | Jesús
Alfredo Lunes, 24 de julio
de 1944 | Magola
(+) Martes, 18 de diciembre de 1945 |
Carmen
Darío 17 de enero de 1947 |
Cristo
Alberto 8 de marzo de 1948 |
Álvaro
Alonso (+) Lunes,
6 de septiembre de 1954 | Alejo
Hernando (+) 8 de agosto de
1949 | Jairo
Hernando Miércoles,
6 de agosto de 1952 |
Jesús
Armando (+) Martes, 3 de enero/1956 (+) 7 de abril/1973
Ocaña | José
Sigidredo de Jesús + Martes, 24 de diciembre
de 1957 | Martha
María del Socorro Viernes, 9 de agosto de
1963 | |
ANCESTROS
PATERNOS: |
| | | LUIS
JOSÉ PÉREZ SÁNCHEZ La
Playa de Belén . Por
Acuerdo No. 3, del 15 de septiembre de 1913, expedido por el Concejo, La Playa
de Belén se había convertido en corregimiento del municipio de Aspasica.
La decidida intervención del presbítero
Francisco Angarita fue fundamental en el éxito de aquella gestión;
más tarde, por la proximidad a Ocaña, el desarollo del comercio
y la presencia de entusiastas dirigentes locales, surgió la idea de conquistar
la dirección política y administrativa del municipio. Ismael
y Francisco Arévalo Claro, Agapito Pérez, Praxedes Claro Álvarez,
Ramón Ovallos Manzano, Carlos Daniel Luna Manzano, entre otros, con la
colaboración de dirigentes de los pueblos vecinos y
con la activa participación del párroco, presbítero Ángel
Cortés Celedón, obtuvieron la expedición de la Ordenanza
No. 3, del 20 de marzo de 1930, que trasladó la cabecera municipal al corregimiento.
El
doctor Manuel José Vargas representó los intereses de los playeros
en el conflicto jurídico suscitado por el traslado y el doctor Víctor
Manuel Pérez representó a los aspasiqueros. En 1934, con la intervención
del diputado Carlos Daniel Luna Manzano, el municipio tomó el nombre de
La Playa de Belén. Don
Luis José Pérez Sánchez llegó con su familia a La
Playa de Belén en los primeros meses de 1918, cuando ya era evidente el
liderazgo de los playeros. Algunas familias descollaban en el campo comercial
y en el desarrollo agropecuario con el provecho que ofrecía la aldea como
lugar de paso para arrieros que cubrían las rutas de Cúcuta, Ocaña,
La Playa de Belén, Aspasica, El Cincho y Hacarí. | | | Luis
José Pérez Sánchez - Fuente: Teresita García Pérez | |
|
| En
las nuevas generaciones aparecieron algunas disciplinas, como el talento musical,
la poesía y la pintura, que favorecieron la cultura regional. Como fruto
de este movimiento se recuerdan: la Banda Patatoque, conocida también por
los bromistas como «La
Gualicera»,
por el color de la piel de sus integrantes, y «La
Pateadora»,
por la costumbre de marcar el compás mientras tocaban; la «Banda
La Merced»,
que hizo fama en las fiestas de Hacarí, Aspasica y El Cincho. Tocaron en
las fiestas patronales y en las misas de aguinaldo y acompañaron a los
playeros en memorables retretas. Benjamín Claro Ovallos, notable músico
y miembro de la banda «La
Merced»,
se distinguió dice
Benjamín Pérez Pérez
por sus privilegiados conocimientos de solfeo. Él y Francisco Arenas fueron
organistas titulares de la parroquia. Benjamín Pérez Pérez,
Gratiniano, Julián y Modesto Arenas fueron magistrales en la interpretación
de instrumentos de cuerda y viento. No pasaron desapersibidos los hermanos, Roque
Emiro y Élfido Arenas Bayona. Carlos Daniel Luna Manzano interpretaba maravillosamente
el violín, declamaba y escribía buenos versos. | | | La
nueva residencia ofrecía, entonces, algunas perspectivas favorables para
los negocios y
la educación de los hijos de Luis
José
Pérez Sánchez. Era propietario de varios predios rurales en Lucutama,
con cultivos de café, caña y plátano. En la finca «Filadelfia»,
tenía un establecimiento de comercio con expendios de carnes y pescado
y otras mercaderías; compraba y vendía bestias de carga y de cabalgar
y disponía de una recua de mulas para transportar de ida y vuelta lo que
compraba y vendía. Se acostaba a las siete de la noche y se paraba a las
cuatro de la mañana a revisar sus libros de cuentas; a las seis de la mañana
la cocinera le servía el desayuno. Doce peones lo acompañaban en
su intensa actividad. Después del traslado de Valentina y sus hijos, depositó
su confianza en Emilia Navarro, empleada de la hacienda, con quien creó
una relación marital de hecho que, como ya se ha dicho, era conocida por
la familia Pérez Amaya. La finca «Filadelfia» era, seguramente,
una parada de arrieros.
En
La Playa de Belén, Luis José adquirió una casa para su legítima
esposa y una pequeña parcela denominada El Chorrerón, para uso de
sus arrieros y para el descanso de sus animales en tránsito. Ancestros
y descendencia de Luis José Pérez Sánchez Félix
Pérez y Mariana Cuadro fueron los padres de Luis Pérez Cuadro. Pérez
Cuadro casó con Paulina Sánchez, siete hijos nacieron en su hogar:
Luis José, Bernardino, Paulina, Mariana, Cristóbal Ruperto,
Teresa y Emiliana. Los tres últimos fueron reportados el 15 de julio de
2015 por nuestro primo Edgar Pérez Manzano. Los Pérez Sánchez
residían en Ocaña cuando nació su hija,
Paulina Pérez Sánchez (ver),
bautizada el 12 de abril de 1873, de ciento cincuenta y dos días de nacida,
en la parroquia de Santa Ana.
Mariana falleció en Aspasica, soltera, a la edad de 80 años,
el 7 de octubre de 1943; tuvo un hijo, llamado Luis, nacido el 11 de febrero de
1898, bautizado el 29 de agosto de 1899 en Aspasica. Bernardino Pérez fue
su padrino. La Palma
fue corregimiento de Aspasica en 1906 (21 de junio). Gaceta de Santander No. 3817
del 1o de diciembre de 1906. Luis
José Pérez Sánchez casó con Valentina
Amaya Ortega, el 18 de noviembre de 1908, en La Palma (hoy Hacarí),
Norte de Santander (folio 307, libro 3 de Matrimonios). Tuvieron seis hijos: Plácida,
nacida en 1909; Alejandrino (Sacerdote),
nacido el 24 de abril de 1910; Luis Jesús,
nacido el 9 de noviembre de 1911; Leopoldina, nacida el 26 de diciembre de 1912;
Emelina, nacida el 9 de enero de 1919. Hilda, la hija menor, nació el 9
de mayo de 1922; el presbitero Elberto Sarmiento la casó el 22 de abril
de 1937 con Víctor de la Cruz Blanco Gil, hijo de Rafael Blanco y María
de Jesús Gil. Fueron testigos: José del Rosario Pérez y Benjamín
Claro Ovallos. Hilda falleció en Bucaramanga el 31 de agosto de 1996 (Aportes
biográficos: Lula Blanco Pérez). La
partida de defunción expedida en la parroquia de La Playa de Belén
registra el 6 de mayo de 1941 como fecha del deceso de Luis José Pérez
Sánchez. Sin embargo, el acta
elaborada por la Alcaldía dice que mi abuelo, natural de La
Playa de Belén, murió de apoplejía a la edad de 48 años,
a las dos de la tarde del 5 de abril de 1941. Habría nacido en 1893. Su
nieta, Eneida Pérez Sánchez, conserva, entre los datos familiares,
el 22 de marzo de 1883 como fecha de nacimiento.
Su partida de bautismo no ha sido encontrada. En una grabación de 1967,
la abuela Valentina dice que don Luis Pérez Cuadro, su suegro, fue su padrino
de bautismo. | | Valentina
Amaya Ortega nació en la vereda de Locutama, municipio de Hacarí,
el 16 de diciembre de 1878, en el hogar formado por Cayetano Amaya y Juana Ortega,
quienes se casaron el día 31 de julio de 1888, en La Palma (hoy Hacarí).
Como consecuencia de una fractura en una rodilla, quedó reducida a su lecho
durante sus últimos siete años; en este lapso también perdió
la visión, pero sufrió sus quebrantos de salud con cristiana resignación
hasta el momento de su muerte, el 10 de agosto de 1972. Mi
padre la había trasladado a nuestro hogar en el mes de mayo de 1972 con
el propósito de celebrarle el día de la madre. Mi madre, Silvia
María, la acompañaba en el momento de su partida, a las seis de
la mañana de aquel día. Sus hijas, PLácida, Leopoldina y
Emelina, llegaron a los pocos minutos. Agrega mi padre, en sus memorias, que durante
su enfermedad recordaba a sus hermanas, Susana y Justa. Sacerdotes amigos de la
familia llevaban hasta su lecho de enferma la sagrada comunión. | | |
La
familia Pérez Amaya en La Playa de Belén Luis
Jesús y Alejandrino iniciaron sus estudios en la Escuela Urbana, regentada
por don Aurelio Sánchez, y las tres hermanas en la escuela privada de doña
Nohemí García. Los hermanos terminaron su educación primaria
en la escuela pública con el maestro Octavio Manzano Claro, «de
privilegiada inteligencia dice
Luis Jesús
muy consagrado y buen castigador». En sus reuniones familiares recordarían
más tarde el conocido estribillo: «La
letra con sangre».
Los coscorrones, las rodillas sobre arena y los reglazos sobre la palma de la
mano, eran las penas de aplicación inmediata a los infractores de la disciplina
escolar. La condena era inapelable y la sanción social contra esas torturas
no existía. Alejandrino fue matriculado en el seminario diocesano y Emelina,
años más tarde, ingresó en la Normal de Señoritas,
de Ocaña. La
familia no fue abandonada a su suerte, Luis José enviaba alimentos y dinero
para la subsistencia, y acudía regularmente al hogar de los suyos. Proveía
calor humano y se informaba de los progresos de sus hijos en la educación.
|
| | Vereda
Lucutama. Fotos y mapa Google Earth. Cortesía: Mauricio Durán León,
4 de noviembre de 2018. | | En
el Plan de Desarrollo Municipal de Hacarí 2016 - 2019, la quebrada Lucutama
fue registrada en una lista de cinco "que están a punto de desaparecer". |
Luis
Jesús visitaba con alguna frecuencia a su padre, compartía con sus
amigos y participaba en las faenas del campo; lo hizo durante varios años,
hasta que don Luis José le pidió que no regresara por los peligros
que generaba el orden público. Pero
él añoraba el paisaje de su infancia, y de sus visitas echaba de
menos las noches de molienda y las veladas del patio de caliche, que se calentaban
a punta de guarapo y aguardiente. Cómo no, si las copitas espirituosas
levantaban el ánimo para algunas rondas de copla campesina y de allí
se pasaba al tiple con la canción de moda. Aquella moza, que encendía
su rostro con una sonrisa, danzaba en sus brumas con el olor a verde; dibujaba
una mueca cada vez que repasaba la mirada cómplice de la hija del vecino
de su padre. Cuántas veces entrelazaron sus brazos para danzar bajo las
luces titilantes del firmamento, sin cruzar una palabra porque el roce de sus
rostros y las manos apretadas comunicaban sus íntimos anhelos.
En su nueva residencia llovía poco. ¡Ah la lluvia de Locutama! En
algunas ocasiones venía con fuerza, con el poder del rayo, del trueno y
la centella. Llovía a cántaros. La chispa y el impacto poderoso
del trueno intimidaban, obligaban al recogimiento. Desde el corredor de la casona
se sentían las aguas abundadas, se oía un rumor de piedras, arbustos
y árboles arrancados de las riberas. Casas modestas destrozadas, animales,
trastos del cuarto de San Alejo, navegaban sobre el cauce desbordado por la creciente.
También la lluvia fue llovizna que acariciaba, que venía del cielo
con saludos del Creador para los niños. Ellos corrían a pata limpia
con sus tiernas sonrisas. No querían oír el llamado a guarecerse.
Él también lo hizo con los tiernos compañeritos de otros
tiempos. ¿Dónde estaría aquella doncella de mirada cómplice,
que venia empapada, con el traje metido entre las piernas? Quería saludar
al vecino que venía de la ciudad. ¿Quién respondería
a sus guiños? Cruzaba los brazos y cerraba los ojos con dos lágrimas
furtivas. El Terruño,
publicación semanal dirigida por Donaldo Durán Castillo y redactada
por Carlos Daniel Luna Manzano, dice en su edición número 5, del
19 de agosto de 1933: «Para
Ocaña y Gamarra, en viaje de paseo, siguieron el domingo pasado las apreciables
señoritas Leticia, Juana de Dios, Zoila y Silvia Arévalo, acompañadas
del señor Basilio Ascanio. Gratas impresiones les deseamos».
Zoila y Silvia tenían 15 y 14 años, respectivamente. Doña
Juana de Dios, casada con José Francisco el 5 de junio de 1916, tenía
un poco más de 37 años. Leticia, hija de Ismael Arévalo y
Gumercinda Pérez, era contemporánea de Silvia María, pasado
el tiempo sería la esposa de don Efraín Claro Franco. El paseo incluía
viaje en una vagoneta del cable aéreo, que se había inaugurado con
mucha pompa el 7 de agosto de 1929. La altura de las torres deparaba sorpresas
en cada itinerario por las condiciones atmosféricas; no obstante, el paisaje
de sima a cima llamaba la atención de los viajeros y la experiencia era
maravillosa. | |
|
| El
puente sobre el río Algodonal Don
Carlos Daniel Luna publicó en El Terruño, ediciones 1, 2, 3, 4 y
6, de julio 7, julio 16, julio 23, agosto 7 y septiembre 10, de 1933, una columna
titulada «Al
margen de una obra»,
por entregas sucesivas. En una de estas entregas, aseguraba que el puente estuvo
a punto de realizarse por iniciativa del presbítero Cristóbal Castro
Q. y don Pedro Claro Velásquez, quienes emprendieron la construcción
en el paso de «La
Puerta»,
sitio de Chapinero, con contribuciones locales y apoyados, como era natural, por
la Asamblea Departamental, que destinó una partida de mil pesos ($1.000),
en sus sesiones de 1929, y otra suma igual en las sesiones de 1932 por iniciativa
de los diputados ocañeros. El
entusiasmo por la carretera era evidente: «Allí
pudimos ver a los más destacados exponentes de nuestra pequeña sociedad
dice Luna Manzano empuñando con mano firme las rudas
herramientas del trabajador: al lado de don Francisco Arévalo, «alma
mater»
de esta obra, se hallaban los no menos entusiastas caballeros, don Sixto Barriga
Pérez, don Donaldo Durán Castillo, don Ramón, don Sixto y
Emiliano Ovallos, don Emeterio, don José Antonio y don Ramón Claro,
don Basilio Ascanio, don Santiago Durán, don Bernardino Pérez y
otros, dirigiendo un considerable número de trabajadores». El
gerente del Cable Aéreo de Ocaña, doctor Luis María Bautista,
tenía comunicación con los voceros de la aldea en 1933. A través
de su relación personal con Carlos Daniel Luna y José Francisco
Arévalo, ofreció una contribución,
en dinero y herramientas, para el desarrollo de las obras de la carretera y la
construcción del puente sobre el río Algodonal. | | | | | Sabían
los administradores del Cable Aéreo que con el puente sería más
fluido el transporte de productos agrícolas, especialmente de cebolla,
con lo cual se proyectarían positivamente los niveles de ocupación
del funicular. Pero las obras se paralizaron cuando los recursos apropiados por
el gobierno se agotaron. De la lectura de Hojita Parroquial, del 23 de febrero
de 1913, dirigida por el presbítero Francisco Angarita, se deduce que el
puente se balanceaba sobre las dificultades presupuestales desde 1913. Ya habían
pasado 20 años y las esperanzas se perdían. El
presbítero Cristóbal Castro Q. había encomendado la dirección
técnica a don Pedro Claro Velásquez y las finanzas a su poderoso
Dios, pero las bases, que todavía resisten el paso del tiempo, ofrecen
el testimonio mudo de su fracaso. Las
recuas continuaron su paso recio sobre nuestros paisajes regionales pero el río,
sometido a los vaivenes del clima, corría en invierno sobre las fronteras
del peligro. Traían telas, calzado, harina, jabón, sal, petróleo
y otras mercaderías, y regresaban con los productos de la región.
«En
aquel tiempo dice
don Benjamín Pérez Perez
era más complicado trasladarse de La Playa -o de Ocaña- a Cúcuta,
que hoy de Bogotá a París. Porque el recorrido si uno no se arriesgaba
a hacerlo por el camino de herradura, tenía que realizarlo en varias etapas
que podían comprender una semana, así: de Ocaña a Gamarra,
en cable aéreo, siete horas aproximadamente; de este puerto a Wilches,
uno a dos días de navegación según el barco que acertara
a subir. Los barcos de carga, por ejemplo, propulsando tres o cuatro planchones
resultaban de una desesperante lentitud. De Wilches a Bucaramanga, en autoferro,
saliendo al amanecer para llegar por la tarde. Y finalmente de esta ciudad a Cúcuta
en bus, en una no muy confortable jornada de unas doce horas de duración,
por una carretera destapada, frecuentemente obstruida por los derrumbes. «Pero
si el supuesto viajero no contaba con el dinero suficiente para darse ese lujo
y tenía en cambio alma de torero, hacía el recorrido por el camino
de herradura en cuatro etapas: Una a Puente Reyes, la otra a El Placer, adelante
de Villacaro después
de haber traspasado el páramo de Bucarasica
y la tercera a la población de Gramalote, donde al día siguiente
tomaba muy temprano el bus que en tres horas lo conduciría a Cúcuta.
| 1. Base
del puente, levantada por don Pedro Claro Velásquez sobre la ribera izquierda
del Algodonal (siguiendo la corriente del río). | | 2.
Base de la ribera derecha del río. La observan José Amaya Salazar
y su hijo, José Luis Amaya Pérez. Fotografías: Guido Pérez
Arévalo. Ocaña, 8 de diciembre de 2015. |
| |
|
| «Constituía
de verdad un riesgo cumplir este itinerario pues la ruta era muy escarpada, semejante
en algunos trayectos a una escalera, el tiempo regularmente tormentoso y no había
posada que no fuese increíblemente inmunda. Ojalá tuviera uno la
fortuna de unirse a una caravana de arrieros. De todas maneras se llegaba a la
capital con ampollas en las plantas pues la enclenque cabalgadura que se lograra
fletar no arriscaba a terminar la segunda etapa y había que devolverla
con el correo que invariablemente se hallaba de regreso y siempre andaba de a
pie con su fardo de correspondencia a las espaldas. Pero la magnificencia del
paisaje que ofrece el valle de Cúcuta, en contraste con la accidentada
geografía ocañera, el deslumbrante aspecto de la Perla del Norte
y el cambio de ambiente compensaban con creces las penalidades sufridas. Varias
veces hice este recorrido en esas penosas condiciones y le cuento que en la última,
ya de vuelta a mi tierra cerca de Ábrego, me sorprendió una violenta
tempestad en un cerro desierto cuyo nombre no recuerdo, y tuve que botarme al
suelo y permanecer allí tendido bocabajo soportando agua y granizo no sé
por cuanto tiempo, para evitar ser fulminado por un rayo, pues las descargas eléctricas
contra la pelada montaña se sucedían como ráfagas de ametralladora». El
puente se construyó, finalmente, con la intervención de don Benjamín
Pérez Pérez muchos años después. Fue contratado con
el ingeniero Luis E. Guerrero Laguado por la suma de $26.958. La información
fue publicada en Sagitario, diario liberal cucuteño, dirigido por Montegranario
Sánchez, edición del sábado 27 de febrero de 1954. (Cortesía
del profesor Miguel Alberto Palacios). Lleva el nombre de Erasmo Álvarez,
congresista oriundo de Hacarí, fallecido en Bogotá en un accidente
de tránsito. La placa tiene la fecha: 25 de octubre de 1953. | | | | | | Puente
Erasmo Álvarez R. 25 de octubre de 1953. Foto: Ávaro Claro Claro | |
|
| En
el número 4 del 7 de agosto de 1933, El Terruño publica dos notas
protocolarias de los señores Ramón Ovallos Manzano y José
Antonio Claro Ovallos donde informan que el Concejo Municipal los ha distinguido
con los cargos de Tesorero y Juez Municipal del Distrito, respectivamente. Ovallos
Manzano ya había sido el primer corregidor en 1913. --o-- ¡Llegó
la Navidad! ¡Qué viva la Navidad! Qué viva, exclamaron los
hijos de Luis José cuando lo vieron entrar, con el arreador en la diestra
y con zamarros nuevos. Lo esperaban: había prometido cenar con ellos y
deseaba acompañar a Valentina a los servicios religiosos. La navidad tenía
el gusto de la tradición campesina: buñuelos, papaya en conserva,
dulce de higo, pasteles de arroz y de masa, con corazón guisado, cargado
de tocino y carne de cerdo. Las tinajas lucían sus galas en la esquina
principal de los corredores del patio interior de la casa, con sus bocas cubiertas
por anchas tiras de tela de algodón, blancas, muy blancas. El horno familiar
se calentaba, desde los primeros días de la novena de aguimaldos, con leña
bajada de Curasica. También de esta idílica vereda llegaban musgos,
bromelias, bejucos y otros adornos verdes para los pesebres, que ocupaban gran
parte de la sala. Se amasaba en muchos hogares, antes de Semana Santa, en las
fiestas patronales y en diciembre. En todos los hogares había pan fresco,
cucas, cuajaderas y colaciones exquisitas, para vender o para el consumo familiar.
La chicha era espumosa, amarilla, espesa, cuando se servía a los niños,
las damas o los ancianos, quienes acompañaban la bebida con con galletas,
cucas o pan de sal; era delgada, con el color de la panela, fuerte, aguarapada,
para el consumo de quienes buscaban el placer del alcohol. Los
muchachos salían en las noches con sus rostros pintados o usaban máscaras,
elaboradas sobre moldes de arcilla; bailaban y cantaban al ritmo de un tambor
y recaudaban algún dinero. La banda de músicos, creada por el abuelo
Francisco Arévalo, tocaba a la salida de la misa de aguinaldos, que se
celebraba a las cinco de la mañana; volvía al parque, al medio día
y terminaba su tarea con su función estelar: la retreta, desde el atrio,
después del rito del santo rosario o de la eucaristía. Las muchachas
le daban vuetas al parque, al ritmo de los acordes musicales de la Banda de la
Merced, acompañadas por sus familiares y, en contadas ocasiones, por sus
novios. La música se alternaba con juegos de pólvora, recámaras,
globos y vacas locas. Los niños, organizados por el párroco, se
vestían primorosamente para cantar los villancicos. Las jovencitas iban
con sus padres, con lindas faldas, que pasaban por las rodillas. Los jóvenes
se apostaban en las esquinas o en sitios estratégicos del templo, con el
propósito de intercambiar miradas furtivas. Se
pilaba el maíz para las arepas, en pilones de madera, con una o dos "manos",
se tostaba el café y se molía, y se degustaban sus aromas en amplias
cocinas con fogón de leña. Se acostumbraban comedores con buenos
muebles para atender comensales ajenos a la familia; pero los miembros de la casa
y los amigos de confianza utilizaban bancos de madera y banquetas de tabla para
el consumo de alimentos en la cocina, lugar propicio para tertulias
nocturnas, con cuentos de espantos, tesoros fabulosos y humor criollo. Consumían
café humeante mientras las volutas del cigarrillo recreaban su agonía
en las paredes de tapia pisada, decoradas con hollines centenarios. Del café
pasaban a una copita de aguardiente y, deshinibidos por el efecto del alcohol,
aventuraban una copla o cantaban acompañados por una guitarra o un tiple,
instrumentos siempre disponibles en la pieza de las herramientas. Los playeros
crecieron en aquellos ambientes coloquiales con fondos de bohemia. En casi todos
los hogares hubo siempre un altar con velas encendidas, un ramillón para
sacar el agua esquiva de la acequia, una machetilla para picar el pasto de las
bestias, un tiple, un ramo bendito y un baúl con fardos de versos, retratos
y esquelas de amor. La Navidad precipitaba todos los sentimientos y los sueños
herbian en todos los rincones de la aldea durante todo el mes de diciembre.
Luis José repartió besos y abrazos y se desembarazó de los
arreos de viaje para pasar al comedor; después de almuerzo, distribuyó
los encargos que le habían hecho para estrenar en la Nochebuena y descansó
un poco en la habitación nupcial. Luis Jesús lo miraba desde una
silla cuando abrió los ojos. ¿Qué
sabés de Alejo? le preguntó.
Vendrá mañana, en las horas de la tarde, papá. ¿Y
cómo van tus cosas? Me
defiendo con la mercancía que usted me envía, pero mis gastos crecen. ¿Tenés
novia? Allá preguntan por vos.
No. No tengo novia, pero participo en las actividades de la juventud, como usted
me ha aconsejado. La semana pasada le dijo fuimos de paseo al pozo
de El Rodeo con dos hijas de José Francisco, Zoila Rosa y Silvia María.
Estaban, Carlos Daniel Luna, Benjamín Pérez y otros amigos. En aquellas
calendas los jóvenes estaban limitados a las distracciones que ofrecía
la naturaleza, los pozos, Los Estoraques, Los Aposentos los guayabales y el río
Algodonal. | | | | | ¿Te
gustaron las hijas de José Francisco? La
menor respondió con alguna timidez pero tiene dieciseis años.
¿Y
qué? preguntó su padre Vos no pasás de 25. Mi
mamá dice que su papá las cuida como una fiera a sus cachorros. ¿Y
Juana de Dios, cómo te mira? Inspira
respeto, papá. Pero es amable y muy espiritual. Adelante
caballero, el tiempo apremia agregó su padre. Me
gustaría montar una tienda antes de formalizar una relación, pero
dependo de su ayuda para ello. Te
ayudaré si estás pensando en casarte. Pero veo que vas de prisa. Seguramente.
Pero el pueblo es pequeño y los pretendientes abundan; le
devolveré la inversión en el menor tiempo posible, téngame
confianza. Al
día, siguiente, Luis José le repitió a su hijo Alejandrino
las cuitas de su hermano. El
cura sonrió complacido y prometió aportar algunos ahorros de su
actividad parroquial para la tienda. | Juana
de Dios Claro Bayona | |
Unos meses después, Luis José le envió un papel desde La
Filadelfia con algunas recomendaciones para la venta de unas cargas de café,
con una anotación final que le causó un sobresalto: «Hablé
con José Francisco en Aspasica». |
Durante
el primer año, los amores corrieron con algunas dificutades pero las superaron
con la pasión que los unía. Las hermanas Pérez Amaya estrecharon
sus lazos de amistad con las hermanas Arévalo Claro. A mediados del mes
de enero de 1937, Alejandrino le envió el vestido de matrimonio y el 22
los casó en presencia de las dos familias y con la asistencia de numerosos
amigos. Hubo almuerzo de gala en la Casa Mayor. Luis José y José
Francisco le dedicaron la reunión a sus proyectos comerciales y los demás
se divirtieron hasta que el sol terminó su tarea cotidiana. En las primeras
horas de la noche, se aprontaron lámparas de querosén para iluminar
los corredores y se abrieron las puertas para que ingresaran los invitados, casi
todos unidos por vículos de sangre: las familias Pérez Amaya, Arévalo
Pérez, Claro Arévalo, Claro Carrascal, Claro Franco, Claro Velásquez,
Ovallos Arenas, Ovallos Manzano, Claro Ovallos, Claro Torrado. De la familia Arévalo
Pérez, estaba Ismael, socio de José Francisco, con su esposa, Gumercinda
Pérez Velásquez, y toda su familia. Luis Eduardo Arévalo
(21 años), casó al día siguiente con Carmelina Jaime Durán
(hija de Hipólito y Cleotide, 18 años). La ceremonia religiosa estuvo
a cargo del presbítero Ángel Cortés Celedón. Como
invitados especiales, del marimonio Pérez Arévalo, asistieron, Gratiniano
Arenas, ejecutante del tiple, simpático personaje de la canción
y los gracejos; Benjamín Pérez Pérez, joven culto, intéprete
de la guitarra y de fluida conversación; Carlos Daniel Luna Manzano; Benjamín
Claro Ovallos, especializado en música religiosa, y Julián y Modesto
Arenas, intérpretes de instrumentos de cuerda y viento. Carlos
Daniel Luna Manzano, levantó una copa para brindar por los novios y declamó
a continuación una composición poética de su inspiración
que, según sus palabras, había dedicado en 1925 a una colegiala
ocañera, pero no faltaron las miradas de complicidad, por un secreto mal
guardado que algunos compartían. La
hija mayor de José Francisco inclinó la cabeza para disimular el
rubor. | | | Carlos
Daniel Luna Manzano | NOVIA
DE JUVENTUD Te
quiero desde el día en que tu mirada como sol de radiantes resplandores, la
noche invernal de mis dolores convirtiera en clarísima alborada. Y
te admiro porque eres la soñada muchachita ideal de mis amores, tan
pura como puras son las flores y como ellas fragante y delicada. Si
por ti el amor ha renacido y las horas tremendas del olvido has llenado
de dicha con tu hechizo. Yo
te habré de amar eternamente llevándote guardada entre mi mente cual
se lleva en el alma un paraíso. | Benjamín
Pérez Pérez |
|
| | Hubo
aplausos en la Casa Mayor. Luna Manzano tomó el violín que le acerco
Zoila Rosa, hermana mayor de Silvia María y, con el mayor sentimiento,
dedicó a los novios «El
Danubio Azul»,
el inolvidable vals vienés de Joahann Strauss hijo. Los novios danzaron
con suaves movimientos, primero solos y, posteriormente, acompañados por
los asistentes. La alegría era desbordante. Luna
Manzano, joven de 29 años, residente en el Llano del Hato, fotógrafo,
poeta, intérprete del violín y recursivo orador, había pasado
de las aulas del colegio Caro a la dirección del primer establecimiento
de educación primaria; más tarde alternó su actividad de
educador con la función de diputado a la Asamblea de Norte de Santander,
donde cumplió encomiable labor. En su condición de diputado, después
del traslado de la cabecera municipal, fue el autor del artículo séptimo
de la Ordenanza número 16 del 14 de abril de 1934, por el cual se cambió
el nombre al municipio, de Aspasica por La Playa de Belén. Benjamín
Pérez Pérez, tenía 23 años y residía en el
sitio de Los Indios, cuya morada, dijo él, «estaba rodeada de un
tupido bosquecillo de arbustos de cafeto, sombreado de barbatuscos y diversos
árboles frutales como mangos, curos, pomarrosos, guayabos y naranjos que
una cantarina toma de agua contribuía a mantener en perenne frescura y
lozanía». Había
pasado siete años en el seminario diocesano de Ocaña, donde fue
compañero de Alejandrino Pérez, Roberto Claro, Alcides Velásquez
y José J. Claro Ovallos, quienes alcanzaron la consagración sacerdotal.
En 1932 cursaba el último año de filosofía cuando decidió
quitarse la sotana para regresar a su tierra. Infatigable lector, cultivaba la
música y ensayaba la descripción literaria de los paisajes de su
región. | | | | Casa
Mayor - Patio interior. |
Tuvo
una guitarra a la que llamó «la
negra» y con ella aprendió a llevar serentas magistrales, acompañado
de Gratiniano, Julián y Modesto Arenas. Así conquistó a Sarita,
la amada esposa, con quien compartIó la vida entera. La serenata magistral
se repitió en la noche de bodas, con algunas canciones de su noble inspiración,
entre ellas, «Quisiera» y «Todo llora tu ausencia». Fue
secretario de la alcaldía y presidente del concejo; más tarde ocuparía
la dirección de educación en el Norte de Santander y, posteriormente,
el doctor Pabón Núñez lo nombró Secretarío
General del Ministerio de Gobierno. Fue educador, poeta y escritor de notables
obras con sabor costumbrista, entre ellas «La tarjeta de invitación»,
«El malabar blanco» y «La Ondina del Algodonal». |
|
|
|
| | Luis
Jesús y Silvia María despertaron al día siguiente en la habitación
que les habían reservado en la Casa Mayor; no hubo viaje de luna de miel
porque no se acostumbraba, pero José Francisco ordenó que pusieran
a su disposición el Ford 28. El
chofer, los paseó sin descanso por las riberas de la quebrada de La Playa,
que todos conocemos como El Playón y extendió el servicio a sus
parientes más cercanos. Fue el regalo de bodas de la familia. Muchos
años después, Benjamín Pérez Pérez recordaría
el carrito, de esta manera: «Sin vislumbrar ni en sueños la carretera,
los apreciados comerciantes Ismael y Francisco Arévalo realizaron la quijotesca
empresa de llevar a La Playa el primer automóvil y ponerlo al servicio
del público. Era un carrito Ford, de cuatro cilindros. Fue transportado
por piezas, a pulso y hombro, al sitio de Chapinero, junto al río Algodonal,
donde lo armó un mecánico venezolano muy hábil de nombre
Miguel Becerra, quien meses después se casó en La Playa con Débora
Pérez. De Chapinero al pueblo el carro viajó sobre sus cuatro ruedas
aprovechando como carreteable el amplio y seco playón que recorre esa zona
y que entonces se convirtió en soñada autopista de recreo durante
las temporadas de verano». Pasadas
algunas semanas de la boda, Luis Jesús aterrizó en un mundo plagado
de interrogantes: el dinero se consumía y el futuro se le antojaba incierto.
Alejandrino viajó a Ocaña a cumplir con sus deberes religiosos,
pero a los pocos días regresó por un hecho luctuoso: el deceso del
presbítero Ángel Cortés Celedón. Los habitantes estaban
consternados, especialmente, José Francisco Arévalo quien admiraba
sus virtudes y apreciaba su amistad. El
párroco fue sepultado el 4 de febrero de 1937. | | Luis
Jesús Pérez Amaya |
|
| El
padre Daniel Sánchez Chica, acompañado por los presbíteros
Fernando Sarmiento y Alejandrino Pérez Amaya, dirigió los servicios
exequiales; el R. P. Gregorio Ríos hizo la oración fúnebre.
Cortés Celedón había nacido en el municipio de San Juan del
Cesar. Su paso por
la parroquia fue intermitente, entre El Cincho y La Playa de Belén, desde
su llegada, el 6 de abril de 1919. La tradición oral conserva viva su memoria
por las obras de reconstrucción del templo y por su vehemente campaña
en favor del traslado de la cabecera municipal. El
parque principal y la fundación para el adulto mayor, creada por el R.
P. fray Ismael Enrique Arévalo Claro, llevan su nombre. En
la casa de la familia Arévalo Claro todavía se expone con afecto
una imponente fotografía suya, que había sido contratada con el
propósito de instalarla en el salón de sesiones del Concejo. El
tesorero manifestó, cuando llegaron con ella, que la tesorería no
tenía fondos; en consecuencia, José Francisco Arévalo Claro,
quien había sido el autor de la iniciativa, pagó de su peculio el
importe de la obra y la llevó a su casa. El
padre Alejandrino regresó a Ocaña y Luis José volvió
a la «Filadelfia»,
pero nada dijeron de la tienda. Luis Jesús corrió como un gamo hasta
El Chorrerón, que aparecía en su horizonte como una chispa redentora,
pero se encontró con otra cruda realidad: el predio no tenía casa,
estaba enmontado, la acequia necesitaba mantenimiento y él no tenía
cómo sufragar los gastos. | | | | | | | | | | | |
|
| Parado
detrás de la cerca, cuyos parales podridos anunciaban el vencimiento de
su vida útil, sintió que se sumía en los vericuetos de la
desesperanza. La
parcela de su padre, extendida en un pequeño valle de la cabecera municipal,
le producía la sensación de la hoja en blanco en la mesa de un escritor
principiante. ¡Epa!
¿En qué piensa, pariente? Giró
al costado dereho y se encontró con la mirada de don Juan Nepomuceno Claro
Bayona. Lo acompañaba un perro cobrizo y llevaba un catabre sobre su espalda.
Venía, le dijo, de La Laguna, el predio de su hermano Camilo, ubicado en
la pequeña colina que se divisaba desde allí. Maximiliana Arévalo,
su cuñada, le habia colgado el catabre con pomarrosas y arrayanas para
sus pequeños hijos. Luis Jesús apenas lo conocía, lo había
visto en su matrimonio acompañado de su joven esposa, doña Carmelita
Franco. Era hermano de su suegra, Juana de Dios, hijo como ella, de Camilo Claro
Velásquez y Laureana Bayona. Tendría 39 o 40 años. La
parcela es de mi papá, le contestó con desgano estoy
en los afanes de preparar la tierra para cultivar cebolla pero, como puede observar,
no sé cómo enfrentar la tarea. No
hay camino, se hace camino al andar, pariente contestó su interlocutor
colgado de un fragmento poético de Antonio Machado Puedo echarle
una manita, si usted lo acepta. Pase mañana temprano por mi casa agregó
y siguió su camino.
¡Buenos días, don Juancho! Buenos
días, pariente, es usted madrugador y cumplido. ¿Ya tomó
café? Si,
señor, cuando salí de la casa de mi suegro ya habían despachado
a los arrieros y los peones recogían sus herramientas para empezar la jornada.
Yo me paro al amanecer para ayudar en cualquier cosa y tomo mi desayuno muy temprano.
¿Sabía
usted que esta parcela, las de mis hermanos, José Rito, Ramón Ignacio,
Emeterio, Juana de Dios, María La O y mi predio Bella Vista, formaron parte
de la hacienda de mis abuelos, Juan Claro Arenas y María de Jesús
Velásquez? No,
señor. Mi hermano Alejandrino asegura que el señor Claro Arenas
fue un importante benefactor de La Playa de Belén, que él y sus
hijos cooperaron en el sostenimiento de la capilla; dice que ha leído en
los boletines de la diócesis de Santa Marta que toda obra buena desarrollada
en la región contó con la generosa colaboración de la familia
Claro Velásquez. Estas
tierras agregó don Juan Nepomuceno hacían parte de una
posesión de campo nombrada «Los Seborucos», que fue adjudicada
a mi tía Carmela Claro Velásquez en el juicio de sucesión
del abuelo Juan Claro Arenas; ella las vendió en 1909 al tío Pedro.
Se extendían desde el Alto de las Liscas hasta Curasica y del Llano Ardila,
de la cabecera de la aldea, hasta las goteras de Aspasica. Del
negocio del predio se especuló en la época porque el precio alcanzó
la importante suma de veintidos mil pesos, y por la cláusula de pago en
la escritura de compraventa en la cual se establecía que doña Carmela
Claro Velásquez recibiría en el momento de la firma la suma de ocho
mil pesos más una cuota tres mil pesos en los siguientes treinta días;
el saldo se redimiría, después de su fallecimiento, en cuotas de
tres mil pesos en tres períodos de treinta días, a favor del párroco.
Una cuota de dos mil pesos fue pactada para un término de seis meses a
favor de cinco señoras cuyos nombres fueron indicados en la escritura.
Bueno,
vea lo que tenemos por aquí: unos azadones viejos, dos ramillones, una
barra, un pico, un palustre, un zurrón, unos horcones, tres cargas de cañabrava,
material de relleno, unas tiras de cuero, algunos bejucos y tejas de barro para
que levante una casita de bahareque. Luis
Jesús lo miraba sorprendido y el noble amigo sonreía. | | | | | | | |
|
| | | | | Búsquese
unas bestias para que le trasladen estas cositas. Éxitos, mi querido amigo. Luis
Jesús levantó la casa de campo y le cambió el nombre a la
parcela por otro más sugestivo: «La
Campiña».
Allá vivió con Silvia María durante siete años largos
en las buenas y en las malas. El letrero, pintado con material vegetal en la pared
exterior del rústico inmueble, llamaba poderosamente la atención
de los traseúntes. Nunca
olvidaron aquel lugar, que marcó en sus corazones dos nobles sentimientos:
el de la gratitud con don Juan Nepomuceno Claro Bayona y el del amor por lo que
se hace cuando todo parece perdido. El
tío de mi madre procreó numerosa prole. Tenía 22 años
cuando casó, el 23 de junio de 1922, con Carmelita Franco con quien tuvo
10 hijos: Ramona, Efraín, Juan Bautista, Hilda, Lorenza, Adolfo, Romelia,
Graciela, Leovigilda y Rodolfo. Enviudó a lo 47 años y a los cincuenta
casó con Rosabel Torrado Claro, una bella joven de 17 años. Con
ella llegaron otros 10 vástagos: Juan Abel, Ramona Yolima, Eucaris Maria,
Cecilia, Bernardo Alonso, Elizabeth, Jesús Emiro, Maria Helena, Luis Mariano
y Diomedes. | Juan
Nepomuceno Claro Bayona |
| | | | La
casa del predio rural "Bellavista", ubicado en la vereda "La Rosa
Blanca", fue su residencia mientras vivió, todavía la conservan
sus hijos.
El tío Juancho fue un hombre de carácter recio y de palabra directa,
llamaba las cosas por su nombre y no perdía tiempo en los caminos maquillados
de la cortesía. Seguramente, porque conocía muy bien los vínculos
de sangre de su tierra, llamaba pariente a todos los miembros de nuestro entramado
social. Él también recibía el título de pariente.
"Graciela, mi hermana, pretendida por nuestro primo, Raúl Eduardo
Arévalo Claro dice
Luis Mariano,
recibía las visitas en el patio trasero. Un día, sorprendido por
mi padre, el sobrino recibió la siguiente andanada: "Dále vuelta
a la amapola, dale vuelta al perejil, si vos no tenés vergüenza, yo
si tengo que sentir... y la entrada es por la puerta del frente". | | | | | Bellavista.
2019. Foto: Mauricio Durán |
A
La Campiña acudían, con frecuencia, los parientes y algunos amigos
de la nueva Familia Pérez Arévalo. Plácida, Leopoldina, Hilda
y Emelina Pérez Amaya, acompañadas de doña Valentina, organizaban
paseos con los hermanos Arévalo Claro y, entre todos, preparaban suculentos
sancochos y se entretenían con los árboles frutales de la vecindad.
En otras ocasiones hacían melcochas o arroz de dulce. Fray Ismael Enrique
dice que en 1940, cuando tenía 7 años, pasó una semana en
La Campiña. | |
|
| Llamado
a prestar sus servicios en la administración municipal, Luis Jesús
dejó la agricultura y se volvió a vestir de habitante urbano. Más
tarde, ejerció el periodismo, a través de periódicos de pocas
ediciones de los cuales fue director o codirector, como Pluma Azul, Vibraciones
y El Vivac. En Vibraciones compartía responsabilidades con Benjamín
Pérez Pérez cuando don Santiago Durán les soltó esta
copla: | | | | Un
periodista en La Playa se quedó con el primero: o es que mentiras
no halla o que le falta dinero. | | | | | |
| | | Al
lado del dirigente conservador, Lucio Pabón Núñez, participó
con ardor en la actividad política. Una anécdota: En cumplimiento
de una gira política organizada por el directorio departamental, Pabón
Núñez llegó a La Playa de Belén el 29 de agosto de
1938. Tenía 25 años y estudiaba Derecho en la Universidad Javeriana.
Don Carlos
Daniel Luna Manzano recuerda, en una crónica sobre aquella visita, que
Pabón y sus amigos se encontraban en la casa cural cuando fueron atacados
por agentes de la policía y del resguardo. Apostados en estratégicos
lugares del parque del poblado, dispararon sobre la puerta cerrada del despacho
parroquial y pusieron en grave peligro la vida de los asistentes.
Una silla fue averiada por las balas de los francotiradores. En la reunión
se encontraban, José Francisco Arévalo, Sixto Barriga, Luis Jesús
Pérez Amaya, Luis Eduardo Arévalo, Antonio Castilla Velásquez,
Remigio Pérez, con sus dos hijos, Andrés Avelino y Luis Jesús,
y Carlos Daniel Luna Manzano. Dicen que Pabón se vistió con una
sotana del párroco y salió para Ocaña, por el camino del
Alto de Las Liscas, en las horas de la madrugada del día siguiente. Luis
Jesús fue Alcalde de los municipios de Convención, Hacarí,
La Playa de Belén y San Calixto; Juez Promiscuo Municipal de La Playa de
Belén, San Calixto, Bucarasica y Hacarí; Registrador Municipal del
Estado Civil de San Calixto y Hacarí. No obstante sus ocupaciones en otros
municipios, conservó su domicilio en La Playa de Belén hasta 1950,
cuando se trasladó a la ciudad de Ocaña para desempeñar el
cargo de jefe de la Sección de Justicia de la alcaldía; fue recomendado
por su amigo y coterráneo, Erasmo Álvarez, quien ostentaba una curul
en la Cámara de Representantes. Con
los conocimientos jurídicos, adquiridos durante su paso por los cargos
oficiales, decidió retirarse de la función pública y creó
una pequeña oficina en su propia residencia; desde allí sirvió,
hasta los últimos días de su existencia, a pequeños comerciantes
y a campesinos en apuros, que solicitaban su asesoría. De esta manera derivó
el sustento para su familia. Escribía
con facilidad y gustaba de la lectura de obras relacionadas con la historia, la
política y la religión. Dejó unas memorias sobre su paso
por la actividad partidista.
El 11 de mayo de 1995, vencido por una grave
enfermedad, entregó su alma al Creador, en la ciudad de Ocaña.
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más... | |
|
|
| | | | | | | MONSEÑOR
ALEJANDRINO PÉREZ AMAYA Nació
en la vereda de Lucutama, municipio de Hacarí, el 24 de abril de 1910.
Pasó sus primeros años de infancia en La Playa de Belén;
posteriormente, siguió los pasos de su vocación sacerdotal. Fue
párroco en La Playa de Belén, El Carmen, Pivijay, Aguachica, Convención,
Teorama, González, Río de Oro y Santa Marta. Construyó cinco
templos con sus casas curales y publicó tres semanarios eclesiásticos. En
Santa Marta, mientras fue párroco de la Catedral, circularon semanalmente
tres mil ejemplares de "La Basílica", periódico fundado,
dirigido y escrito por él. A su misión de apostol, le agregó,
desde muy temprana edad, una vocación artística que lo llevó
por los caminos de la música. Interpretaba la flauta, el oboe y el armonio. En
la Diócesis de Ocaña fue Delegado Episcopal para Causas de Partidas
y Documentos, Canciller, Rector del histórico templo del Dulce Nombre,
Director del programa radial de la Legión de María y Prelado de
Honor del Papa Juan Pablo II. | | | | | |
|
| | | | Publicó
dos libros de poemas y alocuciones sagradas. Era evidente el profundo carácter
religioso de su poesía. Ese era su entorno natural, su propio mundo. Jesús
y María eran sus banderas. Estaba considerado como uno de los mejores oradores
sagrados de la Diócesis de Ocaña.
El
veintisiete de diciembre de mil novecientos cincuenta y dos, en su condición
de párroco de la catedral de Santa Marta, participó en la comisión
encargada de la constatación de los restos de José Eusebio Caro,
con motivo de cumplirse cien años de su fallecimiento en esa ciudad quien
había sido sepultado en el mausoleo de don Pedro Díaz Granados el
día 28 de enero de 1853. El propósito de la comisión era
retirar sus restos para llevarlos a Ocaña, pero no fue posible porque estaban
mezclados con otros despojos de la familia Díaz Granados. Monseñor
Alejandrino fue austero en sus costumbres; discreto y, algunos opinan que de ceño
adusto, pero quienes lo conocimos bien sabíamos que detrás de su
talante severo vibraba un ser cálido, un sacerdote ejemplar, un hombre
con signo cristiano. A
la edad de 92 años, en la madrugada del 1º de julio de 2002, en una
clínica de Bucaramanga, falleció Monseñor Alejandrino Pérez
Amaya. Cincuenta sacerdotes, encabezados por Monseñor Lozano Zafra, Obispo
de la Diócesis de Ocaña, y numerosos familiares y amigos lo acompañaron
hasta su última morada del Cementerio Central de Ocaña. Sé
que interpreto los sentimientos de toda la familia al exaltar sus virtudes, recordar
sus excelsas condiciones humanas y recoger una historia de bondades, afecto y
conducción espiritual. Era el último de los hermanos Pérez
Amaya. Plácida, Luis Jesús, Leopoldina, Hilda y Emelina, lo habían
precedido en su partida. | | | |
|
| | | | | Ocaña,
agosto 16 de 2001 Apreciado
Guido: Esta
le lleva mi cariñoso saludo y mis plegarias para que el Cielo lo bendiga
junto con su familia. Me permito enviarle la foto que usted deseaba que resultó
muy buena. Cuando yo llegué a esa capilla privada del Papa y lo vi meditando
como un hombre levantado de la tierra hacia el cielo, dije estas palabras: «Valdría
la pena venir a Roma con el sólo propósito de ver al Papa meditando». Esta
foto muestra que el Papa me está entregando un rosario y esto se hizo despúes
de haber concelebrado la Santa Misa y pasamos a la biblioteca privada del Pontífice.
Con mucho gusto le envío esta foto. Recuerdos a su familia. De Ud. afectísimo
tío, Monseñor Alejandrino Pérez Amaya. | | | | | | Con
Su Santidad Juan Pablo II | |
|
|
| Publicación
de la Diócesis de Ocaña. Abril 2020. No se incluyó su función
de párroco de la Catedral de Santa Marta: | | | | Monseñor
Alejandrino Pérez Amaya
Sacerdote y poeta
nacido en Hacarí el 24 de abril de 1910 y fallecido el 1 de julio de 2003.
Hijo de Luis José
Pérez y Valentina Amaya. En 1924 ingresó al Seminario de Ocaña;
fue ordenado como Presbítero el 16 de febrero de 1936, por Monseñor
Joaquín García Benítez, en la iglesia de Santa Ana de Ocaña.
Fue Vicario Cooperador
en Convención, Canciller de la Diócesis de Ocaña, rector
del Seminario de Ocaña, Director Diocesano de la Legión de María;
párroco de Teorama, El Carmen, Pivijay (Magdalena), La Playa de Belén,
San Roque de Aguachica y González. En
El Carmen fundó y dirigió la Hojita Parroquial. Fue el primer párroco
de San Rafael de Ocaña. El
24 de mayo de 1989, S.S. Juan Pablo II lo elevó a la dignidad de Prelado
de Honor. Obras: Poesías y breves alocuciones (1988); Poesías y
alocuciones. 1998 | | |
|
ANCESTROS
MATERNOS |
| | Francisco
Arévalo Claro En
La Playa de Belén, el 22 de abril de 1893, nació don José
Francisco Arévalo Claro, en el hogar de don José Trinidad Arévalo
Ovallos y doña Gregoria Claro Álvarez. Fueron sus hermanos, Guillermo,
Ismael, José del Rosario y Onofre; también lo fue Josefa, hija de
Gratiniano Arenas y Gregoria. Ismael fue su socio comercial. Gregoria, su madre,
era nieta de Tiburcio Valeriano Dionisio Álvarez Bayona, uno de los fundadores
de La Playa de Belén. Fue
presidente del Concejo y reconocido dirigente cívico. Participó
activamente en el proceso de traslado de la cabecera municipal y llevó
a su tierra, con su hermano Ismael, el primer automóvil. En
el anuncio publicado en El Terruño, quincenario dirigido por don Donaldo
Durán Castillo y redactado por don Carlos Daniel Luna Manzano, ediciones
de 1933, puede observarse que en el establecimiento de comercio de Ismael y Francisco
Arévalo, con sucursales en Ocaña y Barranquilla y sede principal
en La Playa de Belén, se vendían mercancías nacionales y
extranjeras: sombreros, cobijas de lana y algodón, medias, corbatas y artículos
de lujo; cigarrillos, confites, rancho y toda clase de víveres. Compraban
cebolla, café, granos y otros productos. Contaban, también, con
un expendio de carnes. En
la década del cuarenta del siglo XX, hubo una importante campaña
para el cultivo y explotación del fique. Al pueblo llegaron telares de
diversos tamaños y tornos de madera, que fueron instalados en las salas
y en los corredores de los hogares, para atender la industria.
La operación fue asignada a las mujeres, quienes cumplían maravillosamente
su tarea y aportaban su ingenio y sensibilidad en la producción de sacos
o costales para empacar cebollas y granos. | |
|
| También
elaboraban cabuya y artesanías para el consumo doméstico y para
enviar a importantes centros comerciales. José Francisco instaló
en su casa un telar de buen tamaño y varios tornos que se operaban con
hombres y mujeres de la familia y, si era necesario, con algunas personas que
servían en otras actividades en la empresa familiar. | | | | | |
| | | En
el hogar de José Francisco Arévalo Claro y Juana de Dios Claro Bayona
se procrearon 15 hijos: Zoila Rosa, Silvia María, María del Rosario
y María Faride; los hijos varones fueron: José Octaviano, Emiro
Antonio, Arnulfo José, Raúl Eduardo, Misael de Jesús, Ismael
Enrique y José Edilberto. Otros 4 murieron en la infancia o en la adolescencia.
Romelia, hija de Helena Vega, y Juan,
hijo de Carmen Rosa Morales, nacieron de relaciones extratrimoniales de José
Francisco. Romelia se crió con la familia Arévalo Claro. Zoila
Rosa era la mayor (de los vivos), circunstancia que la convirtió en consejera
y guía de sus hermanos. Hijos de todas las edades retozaban en la Casa
Mayor cuando se casó mi madre: José Edilberto e Ismael Enrique frizaban
entre la infancia y la adolescencia; Misael,
Raúl Eduardo y Arnulfo, todavía andaban de pantalón corto.
Emiro Antonio ya se había alargado el pantalón. | |
|
FAMILIA
CLARO BAYONA |
| | | Doña
Juana de Dios Claro Bayona, nació el 18 de noviembre de 1895 y fue bautizada
el 22 de noviembre del mismo año, en La Playa de Belén. El 5 de
junio de 1916 se casó con José Francisco Arévalo Claro en
la parroquia de San José de Belén. Fueron testigos: Ismael Arévalo
Claro y Gumercinda Pérez. Falleció
el 31 de octubre de 1975. Después de 41 años de su fallecimiento,
tuvimos conocimiento de un suceso que incita a la curiosidad: en la partida de
bautismo fue registrada con el nombre de María de Jesús. No hemos
encontrado ninguna explicación. Nadie
sabe por qué, ni fray Ismael Enrique, el único hijo vivo. | | | | | Juana
de Dios Claro Bayona | José
Francisco Arévalo Claro |
|
| Juana
de Dios era hija de Camilo Claro Velásquez y Laureana Bayona Bayona. Fueron
sus hermanos, Ramón Ignacio, Emeterio, José Rito, Juan Nepomuceno,
Camilo, Isabel y María la O. Sus abuelos paternos fueron,
Juan Claro Arenas y María de Jesús Velásquez, a quienes se
les menciona entre los primeros pobladores de la aldea de La Playa. Juan era hijo
de Antonio Jesús Claro y María Nicolasa Arenas Toro, y hermano de
Julián, Miguel Dolores, José Abenino, Vidal, María Dionicia
de la Trinidad y María del Carmen, casi todos, cabezas de numerosas familias.
En la monografía
eclesiástica, publicada, por capítulos durante el año de
1931, en el Boletín de la Diócesis de Santa Marta, el presbítero
Luis García Benítez escribió la siguiente nota: «Hay
un nombre que no podemos olvidar al llegar aquí y es don Juan Claro A.,
eximio varón que se interesó mucho por la obra y conservación
de la antigua capilla. El apellido Claro es uno de los principales de La Playa,
y desde el origen de la Parroquia no hay obra buena y de progreso en la cual no
figure alguno de este apellido descendiente, sin duda, de don Juan. Los pueblos
con frecuencia se olvidan de sus benefactores y muchas veces por ingratitud, por
rivalidades u otras pequeñeces tratan de olvidar sus beneficios; obra del
historiador imparcial es el sacudir el polvo del olvido». Miembros
de la familia CLARO, de varias ramas, aparecieron en Colombia a partir del siglo
diecisiete, procedentes, seguramente, de Estados Unidos, México, Argentina,
Chile y Uruguay, entre otros países, como resultado de migraciones iniciadas
en España que buscaban nuevos horizontes económicos al otro lado
del Océano. Los primeros niños fueron registrados en El Sagrario,
parroquia del puerto de Santa Marta y, posteriormente, se produjo un desplazamiento
a la provincia de Ocaña con marcada incidencia en el distrito parroquial
de Aspasica. Por escrituras
públicas de la época, se conoce su asentamiento en el entorno de
Aratoque donde adquirieron las tierras de una antigua hacienda, la más
importante del área Boquiní, a la cual se llegaba desde Ocaña
según
el notable historiador Jorge Meléndez Sánchez (Vivir la región,
pags. 106-109)
por el Camino Real de Peritama, pasando por el sitio de La Playa.
Muy importante debió ser el sitio de Aratoque porque los curas doctrineros
llegaban al lugar desde Ocaña con el propósito de administrar algunos
sacramentos. El 24 de febrero de 1690, el presbítero Lucas de la Cruz,
con licencia del Vicario Eclesiástico, casó allí a Francisco
Freile con Sebastiana. Fueron padrinos, Pedro y Agustina, indios. Testigos, don
Jorge de Linares y muchas personas. Las
parroquias de El Sagrario, de Santa Marta, y de Santa Ana, de Ocaña, recibieron
inicialmente la mayor demanda de los inmigrantes. Otros fueron bautizados en Río
de Oro (Cesar), Ábrego y González. En la parroquia Santa Catalina,
de Aspasica, se encuentran registrados numerosos bautismos, matrimonios y defunciones
de la familia Claro. | | Familia
Arévalo Claro | | Fila
de atrás: José Edilberto, Romelia, Misael de Jesús, Raíl
Eduardo, María Faride, María del Rosario,Emiro Antonio, Silvia María,
Zoila Rosa. Sentados: Fray Ismael Enrique,Jaime Enrique, Juana de Dios (María
de Jesús) Rosita, Fray José María. Faltó Arnulfo José.
Se celebraba la Primera Comunión de Jaime Enrique Claro Arévalo
y Zolila Rosa Arévalo Hernández, hijos de Faride y Raúl.
La fotografía es del 8 de diciembre de 1969 (Fuente: Stellita Claro Arévalo)
Foto publicada por Maruja Arévalo Arévalo en "Casa Mayor"
de WhatsAppp. En esta fecha se celebraba, también, el graddo de Carmen
Stella Claro Arévalo, otorgado en la Normal de Señoritas de Bucaramanga,
el 22 de noviembre de 1969. |
|
| | | Emiro
Antonio Arévalo Claro Nació
en La Playa de Belén, el 23 de diciembre de 1920. Estudió en la
escuela pública de su tierra y pasó, posteriormente, al seminario
diocesano de Ocaña. Cuando avanzaba en los estudios de filosofía
abandonó su vocación sacerdotal. El
abuelo Francisco lo envió, entonces, a sus tierras de Curasica, donde el
frustrado sacerdote le entregó sus días a las faenas agrícolas
y las noches al cultivo de una deliciosa relación con las bebidas espirituosas.
En aquel idílico paraje surgieron, entre velas y guitarras, la vena del
poeta y la nostalgia que cifró sus canciones. De
allá bajaba los fines de semana, sobre su caballo «Palomo»,
a ponerle trampas al amor y a presumir de niño rico. Formó
su hogar con Clara Lucía Claro Ovallos con quien tuvo cinco hijas: Marilce,
Aura Elsa, Zuly María, Josefina y Beatriz. | |
| El
matrimonio serenó sus ímpetus y lo llevó por nuevos horizontes:
se vistió de burócrata en la Caja Agraria de Ocaña y terminó
en Santafé de Bogotá, donde se desempeñó en importantes
cargos en el Incora y el Ministerio de Agricultura.
En
1992 fue publicada su obra poética, «Canción del Terruño»,
en una modesta edición que sus familiares presentamos ante numerosos parientes
y amgos reunidos en un auditorio del Club Cazadores de Cúcuta, con la presencia
del autor. El 17 de diciembre de 2012, durante la celebración del sesquicentenario
del municipo, como un homenaje de sus nietos, en un precioso diseño dirigido
por su nieta Marisol, se presentó la segunda edición en la Casa
de la Cultura de La Playa de Belén. Vivió
sus últimos años en su amada tierra. Vivió apaciblemente,
entre duraznos y platanales en cosecha. Los estudiantes le consultan sus tareas
y los campesinos le confían sus problemas legales. Hacía cartas
de amor, telegramas de efemérides y discursos para todas las ocasiones;
críaba pollos y conejos y presumía de horticultor. Su
viejo tiple, como un trofeo de guerra, colgaba de una puntilla en la pared principal
de su aposento. A su alrededor, en todos los tamaños y colores, estaban
los banderines y gallardetes de eventos deportivos que Emiro había organizado
o estimulado, y las camisetas de las campañas políticas que lo llevaron
al Concejo Municipal. «Cuando
se recorren una y otra vez las páginas de Canción del Terruño,
se advierte -dice su hija Josefina- que nada tan preciso como el nombre, para
este poemario, ya que se percata cada vez más el aroma de la tierra, el
calor de la familia y la lealtad por los amigos». El
31 de octubre de 1995, a la edad de 75 años, descansó en la paz
del Señor. | | | | |
|
| | | Fray
José María Arévalo Claro José
Octaviano (fray José María en la vida religiosa), nació el
29 de agosto de 1923. En el Seminario Diocesano de Ocaña realizó
sus primeros años de educación religiosa; allí se interesó
por el estudio de la gramática de Bello y comenzó, entonces, su
afición por la literatura. Además del latín dominó
más tarde varios idiomas, entre ellos el francés y el italiano.
En
1940 viajó a Chquinquirá, al colegio Apostólico. Cursó
Teología durante cuatro años en la Pontificia Universidad Santo
Tomás, Angelicum de Roma, donde recibió el título
de Licenciado en Teología con la tesis en latín sobre «El
Proceso intelectual de la Profesía según Santo Tomás»,
que será publicada en los próximos meses por iniciativa de fray
Ismael Enrique. Tiene
reconocimiento como políglota y humanista. El colegio de educación
media, de La Playa de Belén, lleva su nombre. | |
|
| | | | Entre
sus obras, la más destacada es «Los Dominicos en el Perú».
En el libro, «Rostros del Centenario», de los padres dominicos dice
el autor: «Fue un lector incansable, un bibliómano de tiempo completo,
un bibliógrafo apasionado y un "bibliófago" ávido
de saber y de erudición. Era un hombre que sabía escribir con estilo
fácil y elegante, con sangre y espíritu. Conocía y paladeaba
muy a su sabor los secretos y deleites de los clásicos, especialmente a
Cervantes y Granada, Menéndez Pelayo, Caro y Cuervo, Suárez y José
Joaquín Casas. Y con todo esto poseía un corazón de artista
que vibraba con todo lo bello del cielo y de la tierra. Escribió algunos
poemas breves pero henchidos de gracia y galanura castellana». Falleció
en Bogotá el 19 de agosto de 1971 a la edad de 48 año y fue sepultado
en su pueblo natal. | | | | |
|
| | | Fray
Ismael Enrique Arévalo Claro
De
su nacimiento, dice El Terruño, en su primera edición del 7 de julio
de 1933: «Felicitamos
a nuestro buen amigo don Francisco Arévalo C., cuyo hogar se halla de plácemes
por la reciente llegada de un hermoso nené». Había nacido
el 17 de junio de aquel año. El Mono, le dicen tovía sus compañeros
de la Orden de Predicadores, por sus cabellos rubios y sus ojos azules. Es un
cura viajero, pasó ayer por Cúcuta (26 de octubre de 2018), viene
de Villavicencio, después de un descanso en el eje cafetero. Pasará
unos días en la Casa Mayor, inmueble que tiene en usufructo mientras viva,
y volverá a Bogotá en los próximos días a preparar
la edición de la tesis de grado de su hermano José Octaviano. Fray
Ismael Enrique obtuvo el título de Licenciado en Filosofía y Ciencias
Religiosas en la Universidad Santo Tomás de Bogotá y fue rector
del seminario Apostólico Jordán de Sajonia en 1964 con 31 años
de edad. Escribió «Laico
para el siglo XX». | | | | | | Ha
participado en numerosos cursos, congresos y seminarios relacionados con su trayectoria
profesional y religiosa. En el año 1999 cumplió un amplio periplo
por Estados Unidos y Europa. Entre el 15 y el 20 de agosto de 2005, participó
en la XX Jornada Mundial de la Juventud, en Colonia (Alemania), con la presencia
de Su Santidad Benedicto XVI. Más tarde, viajó a Grecia, España,
Italia y Francia. En el año 2017 estuvo en Panamá.
Fue
Director de Educación Abierta y a Distancia de la Universidad Santo Tomás
en la Costa Atlántica y Capellán del Colegio Lacordaire, de los
Padres Dominicos en la ciudad de Cali. En el año 2006 ocupó los
cargos de Canciller y Vicario para las religiosas y religiosos de la Diócesis
de Magangué, bajo la dirección pastoral del Obispo Leonardo Gómez
Serna, de la Orden de Predicadores. En La Playa de Belén dirige la Fundación
Padre Ángel Cortés (FUNDAPAC), que agrupa a los ancianos. El
próximo año cumplirá 86 y goza de una envidiable vitalidad.
Está radicado en Barranquilla, en la Casa y Parroquial que él fundó;
fue su primer párroco en 1974. | |
|
| | | | | | Zoila
Rosa Arévalo Claro 102
años, cumpliría hoy, 15 de agosto de 2020, la Dama Mayor de la familia
Arévalo Claro. Nació el 15 de agosto de 1918 en La Playa de Belén.. Fue
la mayor de la familia Arévalo Claro, porque el primer hijo, Otoniel, murió
a la edad de 6 años. Después de la muerte de su padre, Zoila Rosa
tomó las riendas de su hogar. Trabajó hasta su jubilación
en la Recaudación de Impuestos de su tierra. Además
de los documentos de trabajo, sobre el escritorio de la tía Zoila Rosa
siempre había un termo con café negro, un paquete de cigarrillos
Pielrroja y varias tabletas de veramón. Una neuralgia crónica generaba
la necesidad de estos elementos. | |
| | |
| Coloquialmente
la llamaban Colo. No es un apodo, la Real Academia Española trae dos acepciones
para el mencionado vocablo: «1.
Nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna
otra circunstancia. 2. Chiste o dicho gracioso con que se califica a alguien o
algo, sirviéndose ordinariamente de una ingeniosa comparación».
Es un hipocorístico, como lo son: Yaya, por Laureana; Tila, por Silvia;
Chiche, por Arnulfo; Cuya, por María del Rosario; Luco, por Raúl;
Anchebo, por Misael; Fuliche, por Faride; Capelucho, por Ismael; Toodía,
por Edilberto; Mello, por Romelia. Hipocorístico, dice la RAE, es un «nombre
que, en forma, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa,
familiar o eufemística».*
Capelucho es diminutivo de capel, «capullo
del gusano de seda».
Ñeque no era hipocorístico, la Rae le da el significado de «fuerte,
vigoroso»;
pero puede ser el nombre de un roedor. El poeta, Emiro Antonio, coloquialmente
llamaba «ñequito
(a)»
a familiares y amigos; a él lo llamaban «ñeque». El
temperamento, que es una manera de ser y se relaciona con el carácter,
los hechos y las reacciones de los seres humanos, tuvo un significado muy importante
en la existencia de la Dama Mayor de la familia Arévalo Claro. Zoila Rosa
inspiraba respeto en todos los escenarios y recogía, con facilidad, el
afecto de sus interlocutores. Algunas personas la veían un poco adusta,
pero la formalidad tenía su origen en su condición de persona seria,
impertubable y racional. Su conversación era moderada y discreta; su voz
era suave, como un susurro. Sonreía con alguna timidez, era afable y conciliadora,
pero firme en sus decisiones, limpia en sus virtudes, justa en sus juicios, noble
en sus principios y valores. Cuando
hablo de la tía Zoila Rosa, no olvido a la señora de la casa, a
la matrona espiritual y cariñosa, a mamá Juanita, quien se ganó
el amor de José Francisco, el respeto de sus hijos y el cariño de
sus nietos. Ella, por supuesto, ocupó con dignidad el lugar que le correspondía.
La Dama Mayor falleció
en Ocaña, soltera, el 11 de agosto de 1984; fue sepultada al día
siguiente en el terruño amado. En
el momento de su deceso, en el hospital Emiro Quintero Cañizares recuerda
el padre Ismael, se oyó un prolongado aplauso y un canto religioso
entonado por sus familiares. Reunidos en la Casa Mayor, después de su imhumación,
sus hermanos firmaron un documento con el compromiso de conservar, como un patrimonio
de carácter cultural y familiar, el inmueble donde habían nacido.
La Casa Mayor es gemela de la casa vecina del lado sur, que perteneció
a Ismael Arévalo Claro, hermano y socio de mi abuelo José Francisco.
El día 14 del
mismo mes, víspera de la fecha de su natalicio, el padre Ismael promovió
una sentida serenata, con las canciones que gustaban a la hermana fallecida: «Todo
llora tu ausencia»,
«Quisiera»
y «No
llorres más»,
conocida por nosotros como «Abrojos».
Con dos tiples y una guitarra, Emiro Antonio, José Edilberto y Jesús
Ovallos Arenas, acompañaron la interpretaron de las canciones en la Casa
Mayor. Las dos primeras fueron grabadas en 1984 por el dueto «Juancho
y Alfredo»
(Juancho Peláez y Afredo Barriga), con la autorización de su autor,
don Benjamín Pérez Pérez, padre de las Hermanitas Pérez
y hermano de don Francisco María, el noble esposo de la tía Cuya.
Sobre las canciones, fue publicada una nota en la obra, «Más
abajo del Cielo»,
capítulo
11, del doctor Alfredo Barriga Ibáñez, catedrático,
músico y notable escritor, oriundo de Convención. Todo
llora tu ausencia Ritmo:
Bolero Autor: Benjamín Pérez Pérez Noches
de azules veranos Llenas de dulce esplendor; Todo me fuera muy grato, Hoy
no sufriera yo tanto Si tú volvieras mi amor. Solloza
el alma, amargamente, Y es tan terrible, fatal tu ausencia; Estás
tan lejos, quizás te pierdo Y de ti tal vez solo quede Cual flor
marchita El fiel recuerdo, el fiel recuerdo De una ilusión. Todo
está en calma y silencio, Nada se oye a lo lejos, Sólo en
mi alma se agita Una añoranza infinita Al calor de tus recuerdos. Todo
conmigo llora tu ausencia, El jardincito, la enredadera, Y hasta la fuente
si hablar pudiera, Qué te diria, qué te dijera, Que no te
hablara de mi pasión. | Quisiera Ritmo:
Pasillo Autor: Benjamín Pérez -Quisiera
en esta hora Mi amor, mi bien, Decirte
con mis notas qué inmenso es mi
querer; y cuánto es lo que mi alma por
ti se angustia y llora, y cuánto
es lo que me haces mi negra padecer.
Si
tú supieras Cuánto he llorado Al
ver en humo volverse mi ilusión, Ya que altanera Has despreciado La
ofrenda noble De mi joven corazón. Al
verte indiferente Con ansias me provoca Sorprenderte
muy a solas Y traerte contra miPara
vengarme, besándote esa boca, para estrecharte Con
loco frenesí Y así mi alma
de dichas llena Te cuente quedo La
historia de mi amor Entonces sepas Cuánto
envenena La miel de un beso Dado
siempre con pasión. |
| No
llores más Daniel Santos No
llores más, que tu llanto me entristece No
es pecado el sacrificio que tu has hecho, Olvida
tu traición no eres culpable, yo te juro Que
mas nunca te desprecio... En
la vida todos tienen su pasado, pero el mío es
tan triste y pesaroso Muchas veces, de
tristeza voy cantando, por el camino que
florecen los abrojos. En
la vida todos tienen su pasado, pero el mío es
tan triste y pesaroso Muchas veces, de
tristeza voy cantando, por el camino que
florecen los abrojos. |
|
Un
recuerdo El
Terruño, publicación semanal dirigida por Donaldo Durán Castillo
y redactada por Carlos Daniel Luna Manzano, dice en su edición número
5, del 19 de agosto de 1933: «Para
Ocaña y Gamarra, en viaje de paseo, siguieron el domingo pasado las apreciables
señoritas Leticia, Juana de Dios, Zoila y Silvia Arévalo, acompañadas
del señor Basilio Ascanio. Gratas impresiones les deseamos».
Zoila y Silvia tenían 15 y 14 años, respectivamente. Doña
Juana de Dios, casada con José Francisco el 5 de junio de 1916, tenía
un poco más de 37 años. Leticia, hija de Ismael Arévalo y
Gumercinda Pérez, era contemporánea de Silvia María, casó
después con Efraín Claro Franco. El paseo incluía viaje en
una vagoneta del cable aéreo, que se había inaugurado con mucha
pompa el 7 de agosto de 1929. La altura de las torres deparaba sorpresas en cada
itinerario por las condiciones atmosféricas; la experiencia era maravillosa.
Dos
sentimientos, expresados desde esquinas diferentes, guardan el sagrado testimonio
de su condición humana: Un acróstico y dos sonetos, elaborados con
las finas plumas de dos poetas terrígenos. Con estos poemas exaltaron sus
ojos, azules como el cielo o el mar y le regalaron el sol y las estrellas. |
| | Carlos
Daniel Luna Manzano:
Z
agala dulce cuyo rostro engalanan O
jos azules como el cielo o el mar Y
o me muero afanoso a pesar de que es L
a maldita esperanza que mi alma se obstina A
querer impaciente
el cariño alcanzar. | | | ZOILA Nada
te obsequio por mi suerte ingrata solo tengo el sentir de este soneto que
hecho con amor, yo te prometo, que vale más que el oro, que la plata. Guarda
tu corazón ternura innata como el más místico secreto, con
tal veneración y tal respeto que el constante latir ni se percata. Vives
aún con el rubor de niña y es tu accionar de señorial
matrona como lo hace la rosa en la campiña. Quieran
mis hijas proseguir tus huellas y en el día de tu santo que hoy asoma
yo te regalo el sol y las estrellas.
Emiro
Antonio Arévalo Claro La
Playa de Belén, 15 de agosto de 1969. |
|
| | NOVIA
DE JUVENTUD
Te quiero desde el día en que tu mirada como sol de radiantes resplandores, la
noche invernal de mis dolores convirtiera en clarísima alborada. Y
te admiro porque eres la soñada muchachita ideal de mis amores, tan
pura como puras son las flores y como ellas fragante y delicada. Si
por ti el amor ha renacido y las horas tremendas del olvido has llenado
de dicha con tu hechizo. Yo
te habré de amar eternamente llevándote guardada entre mi mente cual
se lleva en el alma un paraíso. | | | | | | Emiro
Antonio, Zoila Rosa y Guido Antonio. |
| Casa
Mayor | | Esta
Casa con fogón de leña y cocina-comedor por todos añorada
sirvió de puerto alegre para arrieros de machos negros y mulas coloradas...
Esta
Casa de grandes corredores tenía horno para pan casero pilones
de madera, molinos de mesa, tiestos de barro, piezas con altares... Y
tinajas de espumosa chicha, cubiertas con retazos blancos muy blancos
de tules importados que filtraban aromas celestiales. | | | Guido
Pérez Arévalo |
| *
Ver, en mi web, un estupendo artículo
sobre los hipocorísticos, escrito por mi compañero de Academia,
Orlando Clavijo Torrado: Hipocoristicos |
| | | |
|
| | | Arnulfo
Arévalo Claro Nació
en La Playa de Belén, el 1º de enero de 1925. Durante muchos años
residió en el corregimiento de Aspasica, donde se destacó como jefe
político conservador. Se
desempeñó como juez promiscuo de Hacarí y en dos ocasiones
ocupó el cargo de Alcalde en La Playa de Belén: la primera por decreto
No. 149, del 28 de febrero, entre 1977; la segunda por decreto No. 951 del 5 de
noviembre de 1984, terminó su gestión el 11 de abril de 1986. También
ocupó una curul en el Concejo de su tierra. Se
le conoció coloquialmente como "Chiche". Prestó el servicio
militar y formó parte de la banda de músicos "La Merced",
creada en 1942, de acuerdo con la versión de don Julián Arénas,
por iniciativa de don José Francisco Arévalo Claro. | | | Se
casó con doña Hermelinda Franco Pallares, con quien procreó
los siguientes hijos: Francisco Antonio, Otoniel Alonso, José Aristides,
Ana Bertina, Uriel Alberto, Juanín, Amparo, Octaviano, Álvaro, Hugo
Armando y Arnulfo. Víctima
de oscuros asesinos, que ingresaron al local comercial de su propiedad, ubicado
en el sector de El Dulce Nombre de Ocaña, murió asesinado el 29
de agosto de 1987. | |
|
| | Raúl
Eduardo Arévalo Claro Nació
en La Playa de Belén, el 10 de marzo de 1931. Estudió durante algunos
años en el seminario diocesano de Ocaña y, posteriormente, prestó
el servicio militar. Fue
Registrador del Estado Civil en Cúcuta, Delegado Departamental de la misma
entidad en el Norte de Santander y Director de la Imprenta Departamental. Cultivó
un humor fino. En sus paliques, saltaba espontánea la copla o la anécdota
festiva. Su agradable conversación estaba siempre referida a la tierra
de sus afectos. Los
pesebres navideños de la Casa Mayor fueron los mejores en su tiempo de
soltero, por su tamaño y por la creatividad. Los decoraba con hermosas
fuentes y pajaritos de preciosos colores, elaborados, seguramente, con corazón
del tallo de maguey, parecido al icopor, que obtenía en las montañas
vecinas. | |
|
| Se
casó con doña Tulia Hernández, oriunda de Bogotá;
tuvieron cuatro hijos: Zoila Rosa, Claudia Patricia, Raúl Eduardo y Sandra
Giselea. Falleció en Cúcuta, el 17 de mayo de 2001. | | | | | |
| | | Guido
Antonio Pérez Arévalo Nació
en La Playa de Belén, Norte de Santander. Estudió Derecho y Ciencias
Políticas en la Universidad Libre de Bogotá, donde le fue otorgado
el título de abogado. Residió en Bogotá durante 20 años.
En 1977 llegó a Cúcuta; en 1995 fijo su residencia en el municipio
de Chinácota. El 20 de diciembre de 2009 regresó a Cúcuta.
Fue
Director Regional del ICETEX, Gerente de IFINORTE, Secretario de Agricultura y
Secretario de Hacienda Departamental. En 1982, por ausencia del titular, fue encargado
de la Gobernación de N. de S. en tres ocasiones. Posteriormente fue contratado
como Consultor de Naciones Unidas, adscrito a la AEROCIVIL en la ciudad de Bogotá.
En
los años ochenta participó en la actividad política. Fue
elegido concejal de La Playa de Belén, concejal de Cúcuta, Diputado
a la Asamblea de Norte de Santander (primer Vicepresidente) y Representante a
la Cámara. Fue miembro de las juntas directivas de Empresas Públicas
de Cúcuta, la Beneficencia de Norte de Santander, el Fondo Educativo Regional
y el Cúcuta Deportivo. | En
1990 se retiró de la actividad política y se dedicó a la
cátedra universitaria. Fue Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad
Libre de Cúcuta y catedrático, durante varios años, de Régimen
Político Departamental y Municipal. Ha sido catedrático y Coordinador
de la Extensión y CREAD de la Universidad Francisco de Paula Santander
en Chinácota.
Es
Miembro de Número y fue director de la Gaceta Histórica de la Academia
de Historia de Norte de Santander, Miembro Correspondiente de la Academia de Historia
de Ocaña, Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado
Táchira, de la República Bolivariana de Venezuela. Fue cofundador
y presidente del Centro de Historia de Chinácota; fue cofundador y presidente
del Centro de Historia de La Playa de Belén. Es Miembro de la Sociedad
Bolivariana de Norte de Santander.
Ha
publicado cinco libros: "La Playa de Belén", "Barriletes",
"Colegio San Luis Gonzaga Cien años de historia", "Temas
de historia" y "Chinácota. Encuentros con la historia";
el primero, es una monografía, el segundo, una recopilación de artículos
publicados en periódicos y revistas, el tercero, la historia del Colegio
San Luis Gonzaga de Chinácota, el cuarto, contiene nuevos aportes a la
monografía de La Playa de Belén, una breve monografía del
municipio de Hacarí y un epistolario eclesiástico de varias parroquias
de la Provincia de Ocaña; el quinto, publicado en diciembre de 2011, es
un buen encuentro de Chinácota con la historia. Participó, con la
reseña histórica, en la publicación de la obra, La Playa
de Belén (Pueblos), dirigida y editada por Letrarte de Bogotá, en
octubre de 2012. Fundó
y dirigió el periódico Noticias Playeras, organo de información
de la Colonia Playera residente en Bogotá. Fue presidente del Consejo Editorial
del periódico El Norte, que circuló en Cucuta bajo la dirección
del poeta Gustavo Gómez Ardila. Fue columnista invitado de la revista Saltamontes.
Publica artículos, ocasionalmente, en el Diario "La Opinión"
y en la Gaceta Histórica de la Academia de Historia del Norte de Santander.
Distinciones:
-
Durante su paso por la dirección regional de ICETEX, la institución
recibió la máxima condecoración de la gobernación
de Norte de Santander por servicios prestados a la juventud del Departamento. -
Academia de Historia y la Sociedad Bolivariana del Estado Táchira, República
Bolivariana de Venezuela: La Orden Honor al Mérito Bolivariano, en su Única
Clase, que se confiere por "Servicios a la Ciencia, la Cultura, las Letras,
la Historia y al progreso de la República". Condecoración y
diploma. 5 de septiembre de 2007. -
Medalla al Mérito de la Institución Educativa Colegio San Luis Gonzaga
de Chinácota. Condecoración y diploma. 11 de noviembre de 2006. -
Condecoración Ramillón de Oro, otorgada por la Administración
Municipal de La Playa de Belén, por decreto 0078 del 4 de diciembre de
2012, "como máxima exaltación por los servicios prestados al
municipio y por los méritos alcanzados en las disciplinas intelectuales".
Dije en forma de ramillón elaborado en oro. Alcalde, Don Vólmar
Ovallos Ascanio. -
Diploma de la Academia de Historia de Norte de Santander, otorgado por resolución
No. 100 del 3 de diciembre de 2012, "por sus valiosos aportes a la historiografía
de nuestro departamento, a la Academia y en especial a su natal La Playa de Belén".
Diploma y resolución firmados por los doctores Miguel Andrade Yáñez
y Gustavo Gómez Ardila. -
Decreto No. 000814, del 28 de noviembre de 2012, de la Gobernación de Norte
de Santander, que reconoce y exalta "por el compromiso constante y el tiempo
dedicado a velar por el desarrollo político, cultural y social del territorio
nortesantandereano". Decretro firmado por el gobernador, Edgar Díaz
Contreras y medalla de reconocimiento especial. -
Figura de cristal, otorgada el 4 de diciembre de 2012, por el Centro de Historia
de La Playa de Belén, con motivo del Sesquicentenario, "por su invaluable
aporte al desarrollo y promoción de la cultura del municipio, semillero
para las nuevas generaciones y un legado a conservar". Es el creador de www.laplayadebelen.org/
y www.centrodehistoria.org/ -
Placa de cristal, otorgada el 12 de noviembre de 2016 por la Alcadía de
La Playa de Belén, "Reconocimiento por sus valiosos aportes a la memoria
historica y cultural del Municipio de La Playa de Belén". Alcalde,
Don Víctor Julio Claro Lozano. |
| | | Jairo
Hernando Pérez Arévalo Administrador
de Empresas. Nació en Ocaña, el miércoles, 6 de agosto de
1952, en el hogar de don Luis Jesús Pérez Amaya y doña Silvia
María Arévalo Claro. Bachiller del Instituto Técnico Industrial,
de Ocaña, y Administrador de Empresas de la Universidad Santo Tomás
de Aquino de Bucaramanga. Prestó sus servicios laborales en el ICCE, el
Ministerio de Minas y el ICETEX. Casó
en Bucaramanga con doña Luz Marina Serrano Stella, el 25 de marzo de 1983.
Con alguna frecuencia viaja a Estados Unidos y Francia, con el propósito
visitar a sus hijas, Silvia Marcela y María Natalia, casadas y madres de
Tomás, Emilio, Paloma y Mila, sus amados nietos. A
Jairo Hernando le gusta la música colombiana, canta, graba y comparte sus
videos con quienes hacemos parte de su entorno familiar. | |
|
|
|
| | | Guido
Armando Pérez Fandiño Abogado.
Nació en Bogotá, el 31 de enero de 1965. Bachiller del colegio San
Juan de la Cruz de Cúcuta. Abogado de la Facultad de Derecho de la Universidad
Libre de Cúcuta, con especialización en Derecho de Familia. Prestó
sus servicios, inicialmente, al Consejo Seccional de la Judicatura de Norte de
Santander, posteriormente estuvo vinculado a la Cruz Roja Nacional en Bogotá. En
el año 2006, se vinculó a la Fiscalía, como asistente en
el departamento de Arauca y en 2007 fue nombrado Fiscal en la ciudad de Ocaña.
En el año 2007 fue designado Fiscal Especializado en Cúcuta y, posteriormente,
fue trasladado con el mismo cargo a la ciudad de Arauca. En
el año 2012, Recibió la Orden por la Libertad, conferida por la
Policía Nacional, por su infatigable y transparente tarea contra el secuestro
y la extorsión. | En
2019, nuevamente le fue otorgada la Orden por la Libertad, por sus servicios en
Quibdó (Chocó) y Montería (Córdoba). Ha
recibido cursos de capacitación, para el desempeño de sus funciones,
en importantes instituciones de Colombia y Estados Unidos.
|
|
| | | Josefina
Arévalo Claro Nació
en Salazar de las Palmas, pero se siente muy orgullosa de sus ancestros playeros.
El 1 de marzo fue registrada en Ocaña. Su matrimonio, el cuidado de sus
hijos, María Carolina y Carlos Felipe, y el ejercicio de su profesión
la vincularon a Cúcuta durante muchos años. Desde el mes de marzo
de 2013 reside en Ocaña. Hizo
sus estudios de educación primaria en Bogotá y los secundarios en
el Colegio José Eusebio Caro de Ocaña. Recuerda con afecto su paso
por la Escuela de Bellas Artes Jorge Pacheco Quintero. Obtuvo el título
de Licenciada en Ciencias de la Educación en la Universidad Pedagógica
Nacional de Bogotá y el de Especialista en Evaluación Educativa
en la Universidad Santo Tomas de Aquino. Ha
participado en diversos eventos académicos en el área de Educación
Artística, que le han permitido enriquecer sus conocimientos de historia
del arte. Inició
su actividad laboral en el colegio Cardenal Sancha en 1978 y a mediados del mismo
año ingresó a la nómina oficial del magisterio en el colegio
Departamental Femenino de Bachillerato, hoy San José de Cúcuta. | Por
razones culturales, ha viajado a Europa y Estados Unidos. Con frecuencia viaja
a las ciudades de residencia de sus hijos y nietos. Escribe y se interesa por
las actividades artísticas y culturales. Pertenece
a la Ong Rotary International desde el año 2000. Ha ocupado importantes
cargos en la institución, entre ellos, presidente del Club Rotario Cúcuta
2010/2011 y presidente del comité de Nuevas Generaciones del Distrito 4270.
Recibió el reconocimiento PAUL HARRIS, máxima distinción
dentro de la organización. El
17 de diciembre de 2012, con motivo de las fiestas sesquicentenarias de La Playa
de Belén, coordinó el lanzamiento de la segunda edición de
Canción del terruño, la obra poética de su padre, Emiro Antonio
Arévalo Claro. En el año 2018 tiene su residencia en la ciudad de
Ocaña |
| | | | Jaime
Enrique Claro Arévalo Arquitecto.
Nació el 16 de octubre de 1959, en La Playa de Belén. Es hijo de
don Manuel Jesús Claro Arévalo y doña María Faride
Arévalo Claro, fallecidos. Casado con la psicóloga Ana Raquel Gálvez
Ríos y padre de dos hijas: Angélica María (Psicóloga)
y Sara Valentina (estudiante).
Por
sus calidades profesionales, ha logrado un merecido reconocimiento en el campo
de la arquitectura. Tiene en su hoja de vida cargos de notable importancia, como
las presidencias de CORPATRIMONIO y de la Sociedad de Arquitectos del Norte de
Santander. Durante
la administración del gobernador Luis Miguel Morelli Navia, ocupó
la Secretaría Departamental de Vías e Infraestructura de Norte de
Santander. También
se desempeñó como Gerente del Acueducto del municipio de Villa del
Rosario, N. de S. | En
el año 2014, en su condición de Vicepresidente de la Sociedad Colombiana
de Arquitectos, participó activamente en el desarrollo del concurso público
nacional de anteproyectos arquitectónicos para la elaboración de
los diseños de los equipamientos urbanos para el nuevo Gramalote.
Trabajó
con positivos resultados en la remodelación urbana de La Playa de Belén
y fue el gestor más importante, ante el Ministerio de Cultura, para obtener
la exaltación que convirtió el centro histórico de nuestra
tierra en Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional. Desde
hace varios años, dirige un importante proyecto arquitectónico en
la ciudad de Ocaña, de carácter comercial y profesional. En
el año 2020, después de participar en una agitada campaña
política que llevó a Íder Álvarez Garcá la
alcaldía de La Playa de Belén, regresó a la capital de la
República donde ejerce su profesión de arquitecto en una empresa
privada. |
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| | | José
Aristides Arévalo Franco Aristides
Arévalo Franco. Ingeniero. Nacido el 23 de julio de 1956 en Aspasica, corregimiento
de La Playa de Belén. Ingeniero Civil, de la Universidad Santo Tomás
de Aquino. Especialista en Gerencia de Obra, de la Universidad Católica,
de Bogotá. Diplomado en Sistemas Integrados de Gestión HSEQ, en
la Universidad Francisco de Paula Santander de Ocaña. Programa,
ejecuta, dirige y controla obras de ingeniería. Ha dejado una profunda
huella de sus actividades profesionales en Bogotá, Arauca y la provincia
de Ocaña. Casó
con doña Esperanza Hernández y son padres de Juan José, Laura
María y María Paula. Sus hijos, estudiantes sobresalientes en el
ciclo de educación secundaria, fueron becados por el Estado en una de las
universidades más importantes de Colombia. | El
ingeniero Arévalo Franco es hijo de don Arnulfo Arévalo Claro y
doña Hermelinda Franco Pallares, fallecidos. |
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| | | Uriel
Alberto Arévalo Franco El
ingeniero Uriel Alberto Arévalo Franco nació en esta fecha, en el
corregimento de Aspasica, municipio de La Playa de Belén, en el hogar de
don Arnulfo Arévalo Claro y doña Hermelinda Franco Pallares. Sus
estudios de educación primaria trnscurrieron apaciblemente en la escuela
rural integrada de Aspasica; recuerda, de esta época, las orientaciones
del profesor Jesús María Castilla. En 1972 fue matriculado en el
colegio Fray José María Arévalo, de la cabecera municipal,
donde culminó su educación básica. En
1975 ingresó al Colegio Municipal de Cúcuta a completar su ciclo
de educación secundaria. En 1978 regresó a Aspasica a colaborar
en las actividades de ganadería y caficultura de su padre. Hasta
1981, cuando viajó a la ciudad de Bogotá, alternó esas actividades
con las de docente de la escuela de educación primaria. En la capital adelantó
estudios de ingeniería civil en la Universidad Santo Tomás. |
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| Ha
ejercido la profesión de manera independiente y en entidades oficiales,
entre ellas, el INCORA, el CORPES de la Orinoquia, la gobernación de Arauca
y la Administración Municipal de La Playa de Belén (1999) donde
coordinó la formulación del Esquema de Ordenamiento Territorial.
Actualmente (2013) presta sus servicios en la Secretaría de Obras Públicas
del municipio de Arauca. En
su unión matrimonial con la bacterióloga Alix Robinson Hidalgo,
ha tenido dos hijas: María Isabel y Alicia. Escribe cuando el ánimo
y la tranquilidad lo acompañan; cree que puede identificarse con la siguiente
frase: "Ha hecho casas y ha escrito cosas". Es
columnista de las páginas web www.laplayadebelen.org y del Centro de Historia
de La Playa de Belén. En alguna ocasión le hicimos la siguiente
reflexión epistolar: "Sorprende su pluma galante, la narración
sin carga de adjetivos para exaltar lo que vale por cuenta propia, la descripción
magistral de rasgos y circunstancias y la consideración de sucesos históricos
para comparar temperamentos en horizontes brumosos por el paso de los años.
Creo que a usted le falta tiempo para escribir porque su profesión se queda
impunemente con los minutos, las horas y los años que le reclama la literatura.
La profesión de ingeniero puede ser más productiva pero menos afín
con los valores del espíritu. Los números retozan en los brazos
gélidos de una minoría privilegiada del género humano. Son
excluyentes por esta palpable circunstancia. Haremos fuerza por la hora de su
jubilación". Él contestó: "La
ingeniería no solo me quita tiempo, también a veces tranquilidad.
Es una profesión urbana y de vereda, de caminatas y traslados, de oficina
y campamento, de sol y luna. Encontramos de todo en el camino: Gente buena, campesinos
trabajadores, tropa, guerra, ilegales, lluvia, amigos, frutas baratas, ríos
maltratados, advertencias... en fin. Me ha dado satisfacciones también;
sería injusto no reconocerlo. Cuando hace fuerza por mi hora de jubilación
adivina mis pensamientos de los últimos tiempos. Me veo más adelante
con más libertad y tranquilidad para hacer las cosas que he dajado de hacer". |
| | | | | | | | Martha
Eugenia Arévalo Arévalo Martha
Eugenia Arévalo Arévalo, hija de don Misael de Jesús Arévalo
Claro y doña María Elena Arévalo Arévalo, nació
en La Playa de Belén. Es la segunda de cinco hermanos. Bachiller del colegio
Fray José María Arévalo. Recibió
de Dios el prodigio de la belleza y heredó de sus padres los valores del
espíritu. En el VIII Festival de la Cebolla, celebrado entre 12 y el 15
de octubre de 1980, se llevó la primera corona. En 1983, en representación
de La Playa de Belén, participó en la Feria Internacional de San
Nicolás en Chinácota y obtuvo la corona del reinado de belleza de
Norte de Santander. En noviembre del mismo año, participó en el
concurso nacional de belleza en la ciudad de Cartagena. En
1984 obtuvo la corona de princesa en el reinado nacional del folclor celebrado
en Ibagué. | | | | | | | |
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| | MARÍA
ISABEL ARÉVALO ROBINSON
ENTRE LOS MEJORES
600 ESTUDIANTES DEL
PAÍS Los
padres de María Isabel, Uriel Alberto y Alix, residentes en Arauca, han
compartido con familiares y amigos lo que han denominado un regalo navideño
anticipado: la excelencia de su hija en las pruebas del ICFES, aplicadas al grado
11 en todo el país. Dice
Uriel: Cerca de 600 mil estudiantes presentaron la prueba que el ICFES aplicó
el 25 de agosto pasado para evaluar a los estudiantes de grado 11 y al tiempo
medir la calidad educativa de los colegios. La metodología de evaluación
dice que el total de estudiantes se divide en mil. El resultado es 600, más
o menos. Se puede hablar de 1000 grupos de estudiantes de 600 cada uno. El propósito
es establecer una escala de puestos que arranca en el puesto 1 y termina en el
puesto 1000. Los 600 estudiantes con los mejores puntajes se ubican en el puesto
1. Los 600 estudiantes con los mejores puntajes subsiguientes se ubican en el
puesto 2. Y así sucesivamente hasta llegar a los 600 estudiantes del puesto
1000. Pues
bien, he aquí la razón de nuestra felicidad, María Isabel
logró ubicarse en el puesto 1 y está entre los mejores 600 estudiantes
del país del grado 11. Felicitaciones,
María Isabel. Muchos éxitos en
tus estudios superiores. X-20-2013 | | |
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| | Esta
historia continuará... | |
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| | | | | FAMILIA
PÉREZ ARÉVALO: Luis
Jesús, Luis Francisco, Silvia María, Guido Antonio, Cristo Alberto
(en las piernas de Luis Jesús), Carmen Darío, Alejo (en los brazos
de Silvia), Jesús Alfredo y Mary Luz. La Playa de Belén, 1948. Guido
luce un vestido de marino, con motivo de su Primera Comunión. | | | FAMILIA
ARÉVALO CLARO. Casa Mayor:
Hermanos Arévalo Claro. Romelia (Vega),
Raúl Eduardo, Arnulfo, Fray Ismael Enrique, María del Rosario (Cuya),
Emiro Antonio, Edilberto y Silvia María. Faltan: Zoila Rosa, Fray José
María (Octaviano), Misael de Jesús y Juan (Morales). |
| LUIS
JESÚS PÉREZ AMAYA
Hacarí,
9 de noviembre/1911 (+) Ocaña, 11 de mayo/1995 | SILVIA
MARÍA ARÉVALO CLARO 15
de septiembre de 1919 (+) 12 de noviembre de 1988 |
| | | Luis
Jesús, Guido Antonio, Mary Luz y Luis Francisco. Fotografía hermanos
Luna de 1944. Casa de campo La Campiña Luis Francisco, 5 años;
Guido, 4 años y Mary Luz, 2 años.
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| Foto:
Cortesía de Uriel Alberto Arévalo Franco. De pie: María del
Rosario (Cuya), María Faride y Arnulfo. Sentados: Mamá Juanita,
Luis Francisco, Edilberto y Guido Antonio. Foto: 1946, aprox. |
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