Más abajo del CIELO
Nuestra familia, Barriga. Desde 1853 hasta 2008
ALFREDO BARRIGA IBÁÑEZ

PRÓLOGO
Raúl Sánchez Acosta

La literatura es un universo particular donde las letras imponen su imperio de imágenes y símbolos y tiempos y personas y lugares. La realidad se funde con la fantasía para hacer de estas dos dimensiones, una sola verdad: El arte poética, de que hablaba Aristóteles. El mundo en el que las múltiples voces del lírico, del narrador, del dramaturgo, del malabarista de la palabra, juega al demiurgo con los símiles, el epíteto, la metáfora, el retruécano, la concatenación, la hipérbole, la epanadiplosis, la sinécdoque, la metonimia y otras figuras con que se deleita la imaginación.

Y Alfredo Barriga Ibáñez, es uno de esos "demiurgos" que han sabido apostarle a los sueños que ennoblecen las realizaciones humanas.

He tenido el privilegio de conocerlo desde cuando era un niño, en Convención, Norte de Santander. Yo, apenas, empezaba a chapucear en las fuentes nutricias de Cervantes, Otero Silva, Hemingway, Dostoiesvski, Caballero Calderón y otros que llegaban a mis manos en carácter de préstamo, mientras "el profesor" Barriga, ya enseñaba en las aulas de la Universidad de Pamplona, cómo hacer literatura, cómo utilizar el lenguaje como herramienta fundamental de la comunicación y posibilidad para expresarse artísticamente. Luego me deslumbraría la magia abrumadora de su voz como cantante del dueto "Juancho y Alfredo" que alcanzaría niveles de perplejidad al admirarlo en sus presentaciones como exponente máximo de la declamación poética, por cuyo desempeño, su alma se regocija por tantos aplausos y premios como el otorgado por la Universidad del Norte, de Barranquilla, en 1993, durante el Festival Nacional de Declamadores. He crecido escuchando melodías de ese dueto fantástico que conformara con Juan de Dios Peláez "Juancho", su amigo y compañero de la Universidad de Pamplona, y con quien alcanzó a grabar tres discos repletos de sentimiento y aires de patria, de los cuales, algunas canciones son de su autoría. Son las melodías que siempre deseo escuchar tomando un tinto y leyendo poesía.

Ese excelente maestro universitario, brillante declamador y encantador cantante, es un hombre sencillo, pausado al hablar, en cuya mirada uno descubre un río de agua limpia, como su padre, ese hermoso carpintero que tuve la suerte de conocer cuando yo era un niño aún y fui a su casa para pedirle un favor:

-Don Gil. Que dijo mi papá que si me hacía un trompo y que él después se lo paga-le dije.
-Dígale a mi "compa" Pedro Pablo, que mañana estará listo el trompo, con herrón y cabuya y que cuando pueda, que venga y me quite una gotera que hay en la sala-me dijo sonriente, despidiéndome con una palmadita en el hombro. Yo sabía que era verdad, porque esos ojos verdes no sabían mentir. Mi padre, el albañil del pueblo, curó la gotera, y desde entonces le hago poemas al trompo.

También Alfredo camina con las manos atrás y habla con el alma. He aprendido a conocerlo y a respetarlo como amigo, como maestro.

He disfrutado sus artículos en el periódico La Opinión, para el que escribe desde hace veinte años; gozo su libro "Personalidades artísticas, culturales y científicas del Norte de Santander", como un valioso aporte literario, cronístico y documental de gran valor para la región. Sin embargo, el destino, la suerte, o la bondad excesiva de Alfredo Barriga Ibáñez me tenía reservada una sorpresa: Realizar el prólogo a su libro "Más Abajo del Cielo".

Ha sido una experiencia maravillosa recorrer página a página, renglón a renglón, el itinerario historiográfico del apellido Barriga; un estudio genealógico magistralmente articulado con la historia de un país que ha acunado generaciones con arrullos de sangre. Es un libro que respira, que palpita a tierra abonada donde salpica la lluvia el dulzor de las cosechas.

La aventura empieza en Aspasica…"Más Abajo del Cielo", con Ángel Ricardo, el mayor, y deja para el final, sin que termine, la "cosa política" en la que algunos de la familia se han desempeñado. Cinco generaciones con una misma bondad: Ser Barriga.

Es un libro apasionante, limpio. Escrito con pluma cuidadosa; una pluma acuciosa que escudriña todos los intersticios del alma y de la cotidianidad para registrar escenas con precisión fotográfica, cuando la tensión narrativa lo exige. Y acude a la imagen vistosa, al sarcasmo y a la nota graciosa en los momentos en que es preciso explayarse en la descripción de situaciones que impelen a la hilaridad.

Tal vez no le haya movido un interés de gloria al confeccionar la historia. Pero la obra posee un valor literario incalculable, además de constituirse en un importante documento histórico sobre los avatares y las vicisitudes de la vida nacional y regional desde finales del siglo XIX, hasta nuestros días. Inapreciable material de consulta para los estudiosos, y agradable experiencia para conocer la historia de un apellido singular que ha hecho nación, desde sus realizaciones políticas, gubernamentales, económicas, artísticas y culturales, para enaltecer la gloria de un país que sigue soñando con el desarrollo.

Raúl Sánchez Acosta