SENDEROS
Por Alvaro Claro Claro

A comienzos del año, un alto funcionario del ICBF de Cundinamarca con su esposa, posteriormente un grupo de Caminantes de Medellín, viajaron a La Playa de Belén con la intención de conocer y disfrutar de uno de los senderos más hermosos con que cuenta el Área Natural Unica de los Estoraques dentro de las posibilidades eco turísticas que brinda la región.

La Honda.

Escuchar las impresiones de estas personas que regresaban encantadas con la experiencia me animó a aprovechar en estos días un viaje de trabajo a la provincia para volver a recorrer de nuevo un sendero que por lo menor hacia unos 28 años no transitaba.

Éramos estudiantes de bachillerato, animados por la posible cacería de las torcazas y las tórtolas que llegaban en manada a los salobres ubicados al lado de grandes guarumos; con escopeta de chimenea al hombro, pollero cargado de bollos de maíz, pescado seco, panela y la emoción de vivir una gran aventura, iniciamos animosos la caminata a las 3 de la mañana, iluminados por un rudimentario hachón, fabricado con la suela de cotiza y una horqueta de guayabo de 1 metro de longitud.

La oscuridad y la iluminación tan precaria no permitían apreciar con detalle los alrededores de tan empinado camino. Luego de un día de retozos y algarabías, al caer la noche regresamos con las manos vacías pues las aves que anidaban en el lugar se mantuvieron a kilómetros de nuestros aguaitaderos dado el escándalo que hacíamos en el sitio.

Ahora, "nuevamente armado" con la cámara fotográfica, y a plena luz del día (Los días nublados hacen más suave el ascenso, pero son una tragedia para la toma de buenas imágenes), inicié la travesía hacia la Honda por el sitio llamado Cantarillas. Un camino bastante angosto atraviesa varias casas de campo con amplias huertas fértiles y jardines floridos que recrean la vista.

En pocos minutos se llega a la "Musiquita" riachuelo que presenta un lecho arenoso, el cual la mayor parte del año permanece seco. Curiosamente este lugar fue por muchos años el punto de captación para el primer acueducto que surtía del precioso liquido a los habitantes del pueblo; una tubería galvanizada de 2 pulgadas transportaba el agua hasta un pequeño estanque situado a la entrada al cementerio. De allí cada poblador llevaba el agua en peroles, calabazos y tutumas hasta su casa para el consumo. Algunas familias pudientes se daban el Lujo de comprar "el viaje de agua" a los aguateros que la transportaban en flamantes carros fabricados con una fuerte vara de 2 metros; en un extremo tenia una rueda de madera cubierta en caucho, en el centro de la vara uno o dos ganchos para colgar el perol y el otro extremo acolchado con trapos viejos se apoyaba en el hombro. Un madero que formaba una cruz servia de apoyo a los brazos y de cabrilla para dirigir el vehiculo al destino final.

Algunos carros, como el de Juancho peroles, tenían doble rueda y hasta un pito fabricado con una lata de salmón, una tira de caucho y una puntilla (Eran los BMW de la época).

A partir de este sitio (La Musiquita), los estoraques son un excelente escenario para continuar la ruta que se convierte en una empinada cuesta que pone a prueba la capacidad física del caminante en los siguientes 45 minutos de recorrido hacia la reserva forestal. La vegetación compuesta de especies nativas como el arrayán, el rampacho, el cordoncillo, la matas de fique (De sus hojas se extrae una fuerte fibra para la fabricación de lazos cabuyas y todo tipo de empaques para productos agrícolas) con los magueyes erguidos de mas de 3 metros de altura y muchos arbustos cubiertos de flores en la mayor parte del año sirven de hogar natural a muchas aves multicolores(Azulejos, comedulces, toches, cardenales y mirlas), hermosas mariposas y una gran variedad de insectos.

Arrayán en flor

En el ascenso, en los descansos obligados, se puede divisar con gran detalle la vereda de Santa Bárbara y Curasica al norte, al oriente el camino a Pelagorro y Curasica y hacia el sur el valle fértil de Montecitos, el valle de la Labranza y el Cerro de los Cristales (Otros destinos ecoturisticos dignos de conocer).

Coronada la cima, la naturaleza nos premia con una deliciosa ráfaga de brisa fría que estimula nuestro cuerpo y dispone nuestros sentidos para el goce de una hermosa vista del bosque de niebla (La Honda) que se divisa al fondo de la meseta.

El recorrido a partir de este punto se hace muy suave por un camino bien amplio y plano hasta llegar a la quebrada de aguas limpias y cristalinas en el que se encuentran lugares especiales para hacer camping, que invitan al disfrute del lugar.

El paseo se puede organizar para regresar el mismo día, o si se puede, para pernoctar en el lugar. No sobra advertir que es importante llevar un buen abrigo, víveres y un botiquín. Evitar dejar basuras tiradas y sobre todo el máximo cuidado con las fogatas para evitar incendios. Si se animan… Se lo gozarán… Y quedarán con los deseos de volver. Seguro que si.

 
Textos y fotografías de Alvaro Claro Claro
Ver del mismo autor: Al otro lado