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La Opinión|15 de agosto de 2018|Academia de Historia de Norte de Santander|
|  | | Cuando
llegó mi turno aclaré que era lector y no autor de poemas. Al
doctor Gustavo Gómez Ardila, actual secretario de la Academia de Historia
de Norte de Santander, se le ocurrió la feliz idea de celebrar el viernes
17 de agosto una "tenida" poética en las instalaciones de la
corporación, sede centro, a la cual concurrieron a leer sus poemas vates
avezados, propios y foráneos, como don Cicerón Flórez Moya
y Ciro Alfonso Pérez; y aficionados, como Guido Pérez Arévalo,
José Antonio Amaya, Luis Eduardo Lobo Carvajalino, Pablo Chacón
Medina, el sicólogo Jairo Clavijo Orozco y Álvaro Claro, entre otros.
Desde luego que por la hora de la convocatoria faltaron otros bardos que han hecho
público su culto a Bragi. No podía faltar el suscrito, aclarando
que ni a la categoría de aficionado asomo. |
El
encuentro duró dos horas, donde cada quien leyó su producción
y todos escuchamos con respeto la lectura de cada uno de los contertulios. Fueron
dos horas de verdadero solaz escuchando la lectura de versos ya publicados, como
los leídos por don Cicerón Flórez, y furtivos, como los de
la mayoría de los presentes.
Cuando
llegó mi turno aclaré que era lector y no autor de poemas. No obstante
lo anterior, procedí a hacer una retrospectiva de la familia Caro y su
vena poética, tan ligada a Ocaña, ilustrando el relato con poemas
de cada uno de los mencionados.
Francisco
Javier Caro fue el primero de la familia en llegar a Colombia como secretario
del virrey Flórez, a finales del siglo XVIII. Era un poeta festivo y aficionado
a la sátira. A su hijo Antonio José Caro pronto se le despierta
la vena poética, y el padre, asustado por la situación económica
de la familia, le escribe una décima, donde le advierte: "No escribas
versos, Antonio, / porque eres pobre y me aflijo; / no seas poeta, hijo.".
Y Antonio José responde que él tiene que ser poeta. Y lo fue. Y
su hijo, José Eusebio Caro Ibáñez, también lo fue;
y el hijo de José Eusebio Caro, don Miguel Antonio Caro, también
lo fue; y el hijo de don Miguel Antonio Caro, don Víctor Caro Narváez,
también lo fue. Don Víctor merece mención aparte, pero será
en otra ocasión.
Al
fallecer don Víctor, en 1944, prácticamente se extingue en Colombia
la preeminencia política y literaria del apellido Caro, que no de la familia
Caro, porque aún vemos descendientes de esta estirpe haciendo política
por lo alto y con altura, como el exministro, exsenador y exprecandidato presidencial
Rafael Pardo Rueda, quien es bisnieto del expresidente Miguel Antonio Caro y tataranieto
del fundador del Partido Conservador, José Eusebio Caro.
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