| Por
múltiples razones Chinácota tiene un sitio privilegiado en la historia
de Colombia, pues allá, en esa hospitalaria ciudad de la antigua provincia
de Ricaurte, y para referir sólo un caso, fue donde se firmó en
1902 el Tratado de Paz de Chinácota, uno de los tres tratados que puso
fin a la "Guerra de los Mil Días", firmado, entre otros, por
nuestro coterráneo Ramón González Valencia. Hace
siete años, cuando se acercaba la primera centuria de tan magno acontecimiento,
la Academia de Historia de Norte de Santander, teniendo en cuenta la petición
de distinguidas personalidades de esa ciudad, creó, en sesión del
18 de mayo de 2000, el Centro de Historia de Chinácota, filial de la citada
Academia, y para su consolidación conformó una nómina que,
con ahínco y espíritu de servicio, no ha dejado marchitar ni extinguir
el citado Centro de Historia. El médico y catedrático Mario Mejía
Díaz, el abogado y ex representante a la Cámara Guido Pérez
Arévalo, y el arquitecto y acuarelista Jorge A. Muñoz Jaime integraron
la primera junta que se esforzó porque la criatura se fortaleciera y prestara
un valioso servicio a Chinácota. A fe que el Centro de Historia ha cumplido
con su misión y cuando no ha estado presente es porque no la han requerido. Con
Jorge Meléndez Sánchez asistí varias veces a las sesiones
del citado Centro de Historia, las que se realizaban en la peculiar residencia
del doctor Mario Mejía Díaz, entonces presidente, en la llamada
zona rosa de Chinácota, el primer domingo de cada mes. Luego de un receso
forzado por circunstancias que no son del caso mencionar, y por las dolencias
de su rector, quien renunció al cargo, los dignatarios han querido darle
un nuevo impulso a la corporación y para ello han elegido nueva junta,
miembros correspondientes, numerarios y honorarios, a los que se les dará
posesión el próximo 3 de marzo. Allá estaré, porque
estoy invitado. Me
complace que en la reintegrada mesa directiva quedaran como presidente y vicepresidente
mis viejos y activos amigos Jorge A. Muñoz Jaime y Guido Pérez Arévalo,
respectivamente, quienes, con renovados bríos, sacarán adelante
la reintegrada corporación que, es verdad, cuando la administración
municipal ha requerido su colaboración no se le ha negado. | |