RECORDANDO A BERNARDO ALONSO CLARO TORRADO
Julio 14 de 1954 - Noviembre 12 de 2014

Por LUIS MARIANO CLARO TORRADO


 

Hoy, 12 de noviembre, es un día de recuerdos tristes para las familias Claro Valencia y Claro Torrado. Ese día, mi hermano Bernardo no despertó como todos los días, dispuesto a su rutina de ejercicios y a cumplir con su trabajo en su oficina. ¡Ay, hermano! te fuiste a la eternidad y no fue posible despedirnos. Aún recuerdo esa llamada de mi sobrina Valeria, "tío, papá no reacciona, ya llegaron los paramédicos y dicen que no se puede hacer nada". Diagnóstico: paro cardiorrespiratorio. Sí, ese fue su último instante de vida. Allí quedaron los afanes por sus proyectos e ilusiones, sus compromisos y sus 5 hijos, Erika Claro Sanabria; Catalina, Valeria y Juan Manuel Claro Valencia y Santiago Claro González.

Hoy, quiero recordar a mi hermano Bernardo, tal como fue, un hombre buena vida, amigo inquebrantable, generoso, trabajador incansable, guerrero, en el buen sentido de la palabra; se reinventaba con facilidad, era hábil y creativo en los negocios, tenía la noble costumbre de asignar parte de las utilidades de sus negocios para ayudar a familiares y amigos. Lo saben quienes lo conocieron. Sí, de esto quedan muchos testimonios. Su vida, se forjó, primero en nuestra casa paterna, en la finca Bellavista, vereda La Rosa Blanca, de La Playa de Belén N. de S., labrando la tierra y cosechando cebolla cabezona, cultivos de pancoger y ayudando a nuestro padre en las tareas del campo.

 

Haciendo gala de su talento, participó en la obra de teatro, "Amor Eterno"; en aquella época fue todo un éxito en la provincia de ocaña. Además, como amante de la música, con su guitarra recorrió caminos veredales y, en las ventanas de nuestro entrañable pueblo, dio serenatas, le cantó al amor y a la belleza de las mujeres playeras.

Al cumplir 18 años, tomó la decisión de viajar por el mundo en la búsqueda de nuevos horizontes y emprendió viaje a Bogotá, sin tener un proyecto de vida definido. Ese día, mi padre, que era de temperamento fuerte, le dijo a mi hermana Eucaris que le comprara unas cervezas en la tienda de Elvira y Miguel Claro, quizá para desahogarse del trago amargo y mitigar la nostalgia. No hablaba, solo se preguntaba: ¿por qué me hacen esto? Era evidente que la decisión de Bernardo asestaba un duro golpe a su autoridad de padre; recuerdo que, con el efecto de las cervezas, sacó su revólver 38 largo Smith Wesson y descargó sus 5 disparos al aire, como muestra de su incapacidad e impotencia.

Su viaje a Bogotá, lo hizo en compañía de su amigo y vecino de la vereda, Yesid Arévalo Silva; inicialmente acudió a la generosa hospitalidad de Ángel Arévalo Carrascal y Doris Pacheco Claro, a ellos mi gratitud infinita. Su permanencia en la capital no fue exitosa, sin embargo, validó el bachillerato. La aventura no fue como la imaginaba, para sobrevivir tuvo que acudir a la acogida de los playeros residentes en Bogotá y a rebuscarse cantando en los buses, elaborando objetos decorativos y como profesor de música en un Colegio cuyo rector era el Padre Miguel Pacheco Claro (q.e.p.d.), paisano y amigo muy recordado. Luego, emprendió una aventura más, se radicó en Cúcuta N. de S., donde llevó una vida de serenatas y parrandas con sus paisanos. Dejó muchas anécdotas, vividas en casa de Don Benjamín Claro Ovallos y Doña Úrsula Peñaranda en el parque Mercedes Abrego, a donde siempre llegaba a la hora del almuerzo con su inseparable amigo Jairo Ortiz. Se convirtió en un hijo más y así lo reconocen los primos Tarcisio, Sigifredo, Javier, Tomás Alberto, Cecilia, Gustavo, Imelda, las gemelas (Rosalba y Torcoroma), Yaneth y César. Es de resaltar el afecto, cariño y gratitud recíproca demostrada hasta el final de sus vidas de Don Benjamín y Doña Ursulita. La época vivida en Cúcuta fue de incertidumbre, debido a que en el camino encontró buenos amigos y otros no tan recomendables, para encontrar un trabajo formal.

Después de un tiempo, aprovechando que nuestra hermana Yolima había fijado su residencia en Caracas con su compañero Antonio Niño Prato (q.e.p.d.) se hospedó en su hogar. Don Antonio era un señor, un caballero en todo el sentido de la palabra, excelente ser humano, una persona por quien guardo el mayor respeto y gratitud. Gracias a su apoyo participó en un programa concurso en la televisión y se ubicó laboralmente; con sus nuevos ingresos económicos volvió a su tierra en una Semana Santa, con vehículo de alta gama de color verde oliva. El éxito era evidente.

Después de muchos aciertos y desaciertos, se radicó nuevamente en Cúcuta, donde compartimos muchas reuniones con amigos en común; pero las oportunidades de trabajo eran escasas en la ciudad y decidió regresar a Bogotá para realizar cursos especializados en comercio exterior y legislación aduanera. Esto, además de brindarle la oportunidad de lograr un cargo en la Aduana Nacional de Buenaventura, le abrió un próspero camino en el Comercio Internacional, convirtiéndose en hábil asesor en trámites aduaneros para las exportaciones e importaciones.

Fue un hombre enamorado de la vida y del amor. En nuestras reuniones familiares no faltaban el tiple y la guitarra, Bernardo siempre cantaba sus canciones, en especial "Los ejes de mi carreta" de Atahualpa Yupanqui. Como amante de la música, su mayor frustración fue no haber grabado un disco, pero ya cuando su condición económica se lo permitió, quiso hacerlo realidad e inició el proceso con su hermosa hija Catalina, lanzó su primer sencillo "Prometo" que fue un éxito. Todos recordarán la participación de Cata en el programa "La Voz Colombia" donde lo vimos feliz, realizado y orgulloso del talento de su hija. Tiempo después, Cata me dijo que precisamente estaban seleccionado las canciones para grabar su añorado disco pero la vida no le alcanzó, Dios, lo llamó a disfrutar de su presencia. ¡Ay, hermano! cómo te extrañamos! ¿Cómo olvidar tantos momentos compartidos?

Hoy seguramente estás feliz cantando en el coro celestial, celebrando tu pascua y compartiendo la vida espiritual con papá y nuestros hermanos: Ramona, Efraín, Adolfo, Juan Bautista, Rodolfo, Romelia y Lorenza Claro Franco, Elizabeth, el padre Jesús Emiro Claro Torrado y los sobrinos, Lisandro, Germán Alonso, Magola, Zoraida, María Helena, Orlando e Ingrid Angélica, Aidee, Anyul, Yani, y todos los primos, familiares, paisanos y amigos que se nos han adelantado en el camino de la vida terrenal. Amén
Descansa en paz hermano Bernardo, infinitas gracias por el apoyo incondicional a todos mis hermanos, intercede por la unidad de nuestra familia

LUIS MARIANO CLARO TORRADO
Bucaramanga, noviembre de 2019

 
 
http://www.GuidoPerezArevalo.org