LUIS EDUARDO PÁEZ GARCÍA

IN MEMORIAM
CARLOS CARRASCAL CLARO: Abogado, poeta y compositor ocañero nacido el 19 de mayo de 1939 y fallecido en Bucaramanga el 21 de noviembre de 2013.

 

 

Hijo de Pablo Carrascal y Flor María Claro. Hizo estudios de secundaria en el Colegio de José Eusebio Caro de Ocaña y en el San Pedro Claver de Bucaramanga, recibiéndose como abogado en la Universidad Libre de Cúcuta en 1980. Llevó a cabo estudios de pregrado en Derecho Penal y Criminología en la Universidad de Santo Tomás de Bucaramanga, y de Postgrado (1989-1990) en la Universidad Externado de Colombia y Autónoma de Bucaramanga. Entre 1983 y 1994, fue Juez Penal Municipal y Juez de Instrucción, así como Fiscal Seccional de la Fiscalía general de la Nación. Se ha desempeñado también como Personero, Contralor Municipal de Ocaña (1979-1980), y desde 1995, Asesor Jurídico del Ministerio de Transportes, seccional Ocaña. Fue miebro de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia SAYCO, desde 1995.

En 1975, junto con sus hermanos Orlando y Alfonso, participó en la edición del L.P. --Ocaña, geografía del recuerdo?, trabajo éste que hizo conocer nacionalmente composiciones de su autoría, como los bambucos Muchacha de Torcoroma y La Muelellanto. Conformó el Trío Hacaritama con los artistas ocañeros Fernando García y --Chema? Páez, quienes dieron a conocer parte de su trabajo musical con el CD --Serenata a Ocaña? (1993). En este trabajo discográfico, destacamos composiciones musicales de relieve, como Alondra (bambuco), Cancionando una pena (vals), El principio y el fin (vals); así mismo, en 2000, dio a la luz pública el CD --Lo mejor de mi tierra?, que recoge piezas antológicas de la música vernácula.

PRÓLOGO A LA OBRA --TRAVESÍA INTERIOR?, DE CARLOS CARRASCAL CLARO Una vez más, tengo el privilegio de referirme a la obra del compositor y poeta ocañero Carlos Carrascal Claro que ha brotado, al igual que la primera, Travesía Interior, de la urgente necesidad de dar a conocer los pálpitos del alma y compartir con el lector las sensaciones que produce la tierra bienamada, el hálito amoroso, la existencia incierta y la cruda realidad social. Para nadie es un secreto que durante las últimas décadas, la poesía colombiana ha bebido en las fuentes mefíticas de la violencia imperante; el sonido de las balas, el ruido de las explosiones o el llanto de niños y madres, se agrupan como oscuros nubarrones sobre el cielo de la patria. Los poetas, los verdaderos poetas, no han sido ajenos al dolor y sus voces se han elevado en constante plegaria para que cese la matanza y vuelva a brillar en el horizonte la luz del Espíritu y la Paz. Por ello, los temas eternos del poeta cobran cada día mayor significado reafirmando la fe en la vida y en los hombres, pese a que, por momentos, todo parece conducirnos al vacío de la nada.

Carlos Carrascal Claro es un ejemplo de los poetas que se sumergen en el caldo primigenio de la vida para extraer de ella el llamado del recuerdo que impide la desaparición de la memoria colectiva y de la identidad: --Cómo me apena verte/reloj de mis ensueños/desvencijado triste y mudo de tic-tacs/cuando aún mantenías la identidad/brillando y reluciendo sobre tu cara/y eras el cascabel del bello parque/y absorto te miraba llenar con tu sonido/mi elemental ciudad?. Hay un desfile de ritos, de certámenes culturales, de árboles, monumentos históricos, lugares de encuentro cotidiano, ríos, barrios y personajes que nos acercan a la materialidad cotidiana de la ciudad y, de paso, connotan la vitalidad del espíritu que sigue tan vivo como ayer y que la poesía recoge e interpreta. Por ello, una Semana Santa sigue siendo --Una madre que acompaña/transida de dolor/en medio del gentío/y el sopor de las calles?; y las imponentes ceibas de la plaza mayor, todavía son --Ceibas de mil recuerdos/castillos vegetales?. El poeta, en esta obra que ahora nos entrega, ha querido rendir un lírico homenaje al acervo patrimonial de su ciudad natal: Ocaña. Por ello, la primera parte de su poemario está conformada por 25 cantos impregnados de calles empedradas, de recogimiento religioso, de figuras cristalinas que se deslizan por entre las ondas de los ríos Algodonal y Tejo, cuando éstos aún refrescaban la ciudad con sus límpidos caudales. Y están presentes también los espíritus de los viejos, como La abuelita Socorro, --Menuda y frágil/como porcelana/con carácter de hierro/y risa de campana?. La intención, pues, de la primera parte del libro de Carlos Carrascal, no es otra cosa que la de conducir al lector en un itinerario veloz –antiguo y contemporáneo- por la geografía arisca de Ocaña cuya síntesis es la montaña verde azul de Torcoroma, --donde se esconde aún/bajo las sombras/el sonido del hacha/que nos diera/ el canto/y la razón/de la esperanza?. LO AMOROSO, en la poesía de Carlos Carrascal Claro, va unido a los efluvios musicales de guitarras que se presienten en cada verso. Los recuerdos de amores adolescentes, de explosiones pasionales, de angustias y perplejidades que sólo son capaces de sentir los amantes, tienden a buscar ese cauce por el que hasta hace unos años los ocañeros discurríamos en las horas nocturnas: la serenata. Por ello, para la amada esquiva o melindrosa que olvida a veces que por las venas del autor corre rauda la música, que vive entre notas y pentagramas y clavijas y cuerdas y diapasones de guitarra, surge un dulce reproche en Tus celos con mi guitarra: --Sientes celos porque quiero/mi compañera de congojas/pero ignoras que sin ella/no serían tuyas tántas horas?. El amor, el sentimiento romántico andino de Ocaña, está condensado en Nostalgia de Serenata, bella evocación de los años mozos cuando noche tras noche, las notas de los boleros inmortales llenaban con sus ecos las callejas antiguas y se metían sin pedir permiso por entre las ventanas arrodilladas para despertar a la amada: --Quien no se haya atrevido/a la embriagante cursilería de una noche de serenata/se habrá perdido para siempre/beber en la copa de los elegidos la pasión, el deseo/y el ansia sin fin de mil palabras…/?. Retomando una de las temáticas de Travesía Interior, Carlos Carrascal vuelve a adentrarse en los vericuetos existenciales de la reflexión. La mirada interior ausculta la vivencia propia y se proyecta hacia el lector para recordarle que más allá, cruzando los caminos de la duda y la incertidumbre, brilla todavía el sol de la esperanza. Bajo esta introspección, nacen los poemas: Camino seguro, Nociones tempranas, Tus interrogantes, Tarde, Apenas una brizna al viento o Vive nada más. Todos ellos indagan, presienten, buscan, sugieren o recomiendan algo a quien quiera escuchar. Al fin y al cabo, el poema no pretende solucionar problemas o recetar pócimas para las dolencias del alma. Sólo es una larga o corta misiva enviada a un destinatario anónimo que tal vez se identifique con el autor: --Hoy me he puesto a charlar sencillamente/con la fe elemental del carbonero/para que no se mueran mis palabras/sin haber escarbado/entre el tintero/y haberme dicho sin que lo pregunten si ha valido mi vida? (Sentido de la vida).
Culmina el poemario, adentrándose en los senderos de lo social, de la protesta airada ante la iniquidad, ante la felonía y la corrupción, no sin antes colgarse de las lianas del recuerdo para observar aquella tierra nativa donde los valores morales fueron alma y nervio de una raza bravía, pujante y humanista que forjó la tradición culta de la comarca. Érase una villa encantada, marca la diferencia entre el cofre espiritual de los viejos y la salmodia estomacal u homicida de algunos contemporáneos que reniegan, incluso, de su propia historia: --Quién fue el que echó a rodar esta máquina infernal/que destruye vidas inocentes y otras/que no lo son tanto?. --Gracias a Dios/ que te fuiste mi viejo/para no tener que ver la bajeza/y la urdimbre política de estos días…? (Un hombre bueno). La poesía de Carlos Carrascal Claro, como él mismo lo afirma, --no está inscrita en escuelas poéticas, ni pretende deslumbrar: es mi forma de sentir la vida, los seres, las cosas y sus circunstancias?. Al igual que las letrillas destinadas a convertirse en futuras canciones, sus poemas están impregnados de música interior que presagia la cercanía de una guitarra o de un tiple; no en vano los primeros escarceos artísticos transitaron por entre los pentagramas provincianos Es hora, pues, de volver a la lectura de un Carlos Carrascal Claro más sosegado, más maduro y más prometedor en este universo maravilloso de las letras. Luis Eduardo Páez García 21 de mayo de 2003 GENITORES Garbo y elegancia de mujer bajo el sombrero. Es la historia que pasa en trozos muy pequeños de nostalgia. Abigarrada multitud que vibra y nos llena los ojos de esperanza. Son los siglos que vuelven y atenazan la memoria de la tierra la palabra a la raza.

OBRAS: Travesía Interior (poemas y canciones). Editorial Gutenberg, Ocaña, 2000; Breviario para profanos (poemario), 2006. Estas obras recogen, básicamente, cuatro aspectos temáticos que se mueven formalmente entre los cánones de las estructuras poéticas tradicionales y el verso libre usual en las facturas estéticas contemporáneas. Tales aspectos temáticos son: la tierra, el amor, reflexiones y la música.

El deceso de nuestro querido amigo y colega, enluta hoy a toda la comunidad ocañera y nortesantandereana. Los mimbros de la Asociación de Escritores de la provincia de Ocaña y sur del Cesar, estamos de luto, al igual que toda la comunidad cultural regional.

Nuestra voz de solidaridad y de condolencia para su eposa, hija, hermanos, amigos y familiares.

 
http://www.laplayadebelen.org