Francisco Arévalo Claro

En La Playa de Belén, el 22 de abril de 1893, nació don José Francisco Arévalo Claro, en el hogar de don José Trinidad Arévalo Ovallos y doña Gregoria Claro Álvarez. Fueron sus hermanos, Guillermo, Ismael, José del Rosario y Onofre; también lo fue Josefa, hija de Gratiniano Arenas y Gregoria. Ismael fue su socio comercial. Gregoria, su madre, era nieta de Tiburcio Valeriano Dionisio Álvarez Bayona, uno de los pobladores o fundadores de La Playa de Belén.

Fue presidente del Concejo, reconocido dirigente cívico y exitoso empresario. Participó activamente en el proceso de traslado de la cabecera municipal y llevó a su tierra, con su hermano Ismael, el primer automóvil.

En el anuncio publicado en El Terruño, quincenario dirigido por don Donaldo Durán Castillo y redactado por don Carlos Daniel Luna Manzano, ediciones de 1933, puede observarse que en el establecimiento de comercio de Ismael y Francisco Arévalo, con sucursales en Ocaña y Barranquilla y sede principal en La Playa de Belén, se vendían mercancías nacionales y extranjeras: sombreros, cobijas de lana y algodón, medias, corbatas y artículos de lujo; cigarrillos, confites, rancho y toda clase de víveres. Compraban cebolla, café, granos y otros productos. Contaban, también, con un expendio de carnes.

En la década del cuarenta del siglo XX, hubo una importante campaña para el cultivo y explotación del fique. Al pueblo llegaron telares de diversos tamaños y tornos de madera, que fueron instalados en las salas y en los corredores de los hogares, para atender la industria.

La operación fue asignada a las mujeres, quienes cumplían maravillosamente su tarea y aportaban su ingenio y sensibilidad en la producción de sacos o costales para empacar cebollas y granos.

 
 
También elaboraban cabuya y artesanías para el consumo doméstico y para enviar a importantes centros comerciales. José Francisco instaló en su casa un telar de buen tamaño y varios tornos que se operaban con hombres y mujeres de la familia y, si era necesario, con algunas personas que servían en otras actividades en la empresa familiar.
 
 
 

En el hogar de José Francisco Arévalo Claro y Juana de Dios Claro Bayona, se procrearon 15 hijos: Zoila Rosa, Silvia María, María del Rosario y María Faride; los hijos varones fueron: José Octaviano, Emiro Antonio, Arnulfo José, Raúl Eduardo, Misael de Jesús, Ismael Enrique y José Edilberto. Otros 4 murieron en la infancia o en la adolescencia. Romelia, hija de Helena Vega, y Juan, hijo de Carmen Rosa Morales, nacieron de relaciones extratrimoniales de José Francisco. Romelia se crió con la familia Arévalo Claro.

Zoila Rosa era la mayor (de los vivos), circunstancia que la convirtió en consejera y guía de sus hermanos. Hijos de todas las edades retozaban en la Casa Mayor cuando se casó Silvia María, en 1937; José Edilberto e Ismael Enrique frizaban entre la infancia y la adolescencia; Misael, Raúl Eduardo y Arnulfo, todavía andaban de pantalón corto. Emiro Antonio ya se había alargado el pantalón.

El 7 de abril de 1945, el señor Ismael Arévalo Claro, compareció ante el Notario Principal del

 

Circuito de Ocaña y manifestó que transfería, al señor José Francisco Arévalo Claro, a título de venta real y efectiva, los bienes adquiridos proindiviso con el mismo comprador, denominados: Los Trapichitos, La Morisca, El Placer, El Recreo y tres casas de habitación ubicadas en el poblado. El precio de los inmuebles ascendió a la suma de dos mil seiscientos pesos ($2.600.00) moneda legal. Comprador y vendedor fueron requeridos para presentar el paz y salvo de impuestos sobre 6 casas, un solar, un predio en Curasica, otro en Maciegas y un terreno, todo avakuado en $18.000.00 moneda legal. Firma en su condición de Tesorero Municipal, don Víctor Blanco G. Don Ismael ya tenía un establecimiento de Comercio en Ocaña, en un inmueble ubicado en la esquina diagonal a la capilla de N. S. de Torcoroma. La sede de la empresa, en La Playa de belén, la conservó José Francisco hasta el momento de su partida a la eternidad.

El abuelo, José Francisco, falleció el domingo 15 de julio de 1945, en La Playa de Belén.

Doña Juana de Dios Claro Bayona, nació el 18 de noviembre de 1895 y fue bautizada el 22 de noviembre del mismo año, en La Playa de Belén. El 5 de junio de 1916 se casó con José Francisco Arévalo Claro en la parroquia de San José de Belén. Fueron testigos: Ismael Arévalo Claro y Gumercinda Pérez. Era hija de Camilo Claro Velásquez y Laureana Bayona Bayona. Fueron sus hermanos, Ramón Ignacio, Emeterio, José Rito, Juan Nepomuceno, Camilo, Isabel y María la O. Sus abuelos paternos fueron, Juan María Claro Arenas y María de Jesús Velásquez, a quienes se les menciona entre los primeros pobladores de la aldea de La Playa. Juan era hijo de Antonio Jesús Claro y María Nicolasa Arenas Toro, y hermano de Julián, Miguel Dolores, José Abenino, Vidal, María Dionicia de la Trinidad y María del Carmen, casi todos, cabezas de numerosas familias. Sus abuelos maternos ............................

En la monografía eclesiástica, publicada, por capítulos durante el año de 1931, en el Boletín de la Diócesis de Santa Marta, el presbítero Luis García Benítez escribió la siguiente nota: «Hay un nombre que no podemos olvidar al llegar aquí y es don Juan Claro A., eximio varón que se interesó mucho por la obra y conservación de la antigua capilla. El apellido Claro es uno de los principales de La Playa, y desde el origen de la Parroquia no hay obra buena y de progreso en la cual no figure alguno de este apellido descendiente, sin duda, de don Juan. Los pueblos con frecuencia se olvidan de sus benefactores y muchas veces por ingratitud, por rivalidades u otras pequeñeces tratan de olvidar sus beneficios; obra del historiador imparcial es el sacudir el polvo del olvido».

Miembros de la familia CLARO, de varias ramas, aparecieron en Colombia a partir del siglo diecisiete, procedentes, seguramente, de Estados Unidos, México, Argentina, Chile o Uruguay, entre otros países, como resultado de migraciones iniciadas en España que buscaban nuevos horizontes económicos al otro lado del Océano. Los primeros niños fueron registrados en El Sagrario, parroquia del puerto de Santa Marta y, posteriormente, se produjo un desplazamiento a la provincia de Ocaña con marcada incidencia en el distrito parroquial de Aspasica.

Por escrituras públicas de la época, se conoce su asentamiento en el entorno de Aratoque donde adquirieron las tierras de una antigua hacienda, la más importante del área Boquiní, a la cual se llegaba desde Ocaña —según el notable historiador Jorge Meléndez Sánchez (Vivir la región, pags. 106-109)— por el Camino Real de Peritama, pasando por el sitio de La Playa. Muy importante debió ser el sitio de Aratoque porque los curas doctrineros llegaban al lugar desde Ocaña con el propósito de administrar algunos sacramentos. El 24 de febrero de 1690, el presbítero Lucas de la Cruz, con licencia del Vicario Eclesiástico, casó allí a Francisco Freile con Sebastiana. Fueron padrinos, Pedro y Agustina, indios. Testigos, don Jorge de Linares y muchas personas.

 

 

Las parroquias de El Sagrario, de Santa Marta, y de Santa Ana, de Ocaña, recibieron inicialmente la mayor demanda de los inmigrantes. Otros fueron bautizados en Río de Oro (Cesar), Ábrego y González. En la parroquia Santa Catalina, de Aspasica, se encuentran registrados numerosos bautismos, matrimonios y defunciones de la familia Claro.

Juana de Dios falleció el 31 de octubre de 1975. Después de 35 años de su fallecimiento, tuvimos conocimiento de un suceso que incita a la curiosidad: en la partida de bautismo fue registrada con el nombre de María de Jesús. No hemos encontrado ninguna explicación.

Nadie sabe (hoy 31 de ctubre de 2020) por qué; ni fray Ismael Enrique, el único hijo vivo tenía conocimiento de tal circunstancia.

 
 
José Francisco Arévalo Claro
Juana de Dios Claro Bayona
 

Sobre la llegada del primer carro a nuestra tierra, dice Don Benajmín Pérez Pérez, en sus memorias: "El carrito Ford, de cuatro cilindros, fue transportado por piezas, a pulso y hombro, al sitio de Chapinero, junto al río Algodonal, donde lo armó un mecánico venezolano muy hábil de nombre Miguel Becerra, quien meses después se casó en La Playa con Débora Pérez. De Chapinero al pueblo el carro viajó sobre sus cuatro ruedas aprovechando como carreteable el amplio y seco playón que recorre esa zona y que entonces se convirtió en soñada autopista de recreo durante las temporadas de verano. Había que observar la maliciosa sonrisa del chofer Becerra, cuando las muchachas playeras deseosas de experimentar las emociones de un paseo en Ford, le preguntaban ingenua y mimosamente. ¿Por cuánto nos da una montadita?".

Don Luis Carlos Vega, hijo de Víctor Tadeo Claro y tío, por vía materna, de la tía Romelia, me obsequió las coplas escritas para festejar la llegada del vehículo. Don Trino Bayona, conocido coloquialmente como Trino Coreco, fue el autor.


EL CARRO FORD

Por Trino Bayona

 

En el pueblo de La Playa
se juntó la gente buena
para traer un carro Ford
y correr sobre la arena.

El 20 de enero de 1929
llegaron al Alto del Curo
veintiseis hombres muy breves.

Cuando vieron el aparato
toditos se arrepintieron
y le pidieron a Francisco
adelanto en el dinero.

Don Quico les dijo entonces:
"Señores me recobré,
muchachos no tengan pena,
refuerzos les mandaré".

Cuando vieron el aparato
se pusieron a pensar:
"cómo lo acomadaremos
para poderlo cargar".


Ganaban ciento cincuenta
los que iban a cargar,
sin saber ninguno de ellos
lo que les iba a tocar.

En Ocaña y a La Piñuela
llegaron donde Ismael
quien a su turno ordenó:
"Entréguenselo a Miguel".

Miguel lo recibió...
y Francisco le decía:
"El carro sube a La Playa
antes de aclarar el día".

Al llegar la caravana
donde llaman el Alto Real
hubo quien les preguntara:
"¿Pesa mucho ese animal?"

A las once de la noche
fue cuando el carro llegó,
quemaron muchos cohetones
por la alegría que causó.


Ver homenaje en los 75 años de su fallecimiento. Ver:
 
http://www.guidoperezarevalo.org