VIRGEN
DE CHIQUINQUIRA
Virgen morena, nardo de amor, quita mi pena,
ten compasión. Virgen morena, bella ilusión, chiquinquireña
del corazón. Mi vida colma tu devoción; con tus encantos
venzo el dolor. Soy peregrino del mar de amor, y en mi camino
tú eres mi sol. Ando entre sombras sin tu fulgor, sin tus miradas
vuelve el dolor. Chiquinquireña, Madre de Dios, dame la eterna
luz del amor. A
la Virgen de Torcoroma
Torcoroma linda, Torcoroma bella, Virgen de mi Ocaña, Virgen
montañera, bajaste del cielo de la dicha eterna, mostrando el rostro
de luz y belleza entre los perfumes de las rosaledas y el aura
purísima de las primaveras: Te quiero, te quiero con alma muy tierna;
con amor inmenso, te busco en la pena, te evoco en mis sueños de
mustio poeta; te canto y te imploro, Palomita bella, Virgen vegetal,
más dulce que estrella que esclarece suave las más negras penas! Torcoroma
linda, Torcoroma bella, Virgen de mi Ocaña, Virgen montañera,
Madre de Dios: dame la pureza, enciende mi fe con luces eternas
de gracia y amor! BAJO
EL MANTO DE MARÍA
Ya la noche va ensanchando Los dominios de su imperio; Se engalanan
los espacios Con sus luces y destellos. Surge ya en el firmamento,
Con la gracia de su velo, Como el velo de las novias, Transparente y muy
esbelto, Bella luna soñadora Que despierta los recuerdos De las horas
infantiles, De las horas del ensueño Tan repletas de bonanza y deleites
tan serenos, Que los ánimos restauran Con sublimes embelesos.
Ya es la hora de las almas; De las almas que en su pecho Tienen nidos
del Espíritu, Que esclarece los senderos y la vida torna santa Y nos
da a gustar lo eterno; Que traspasa el corazón Con amores verdaderos,
Sin engaños ni torpezas, Sin los vicios halagüeños Que so capa
de virtud, Son perfidia y son veneno, Son la muerte y deshonor...
Y en esa hora del silencio Y dulzuras inefables, Rica en sanos pensamientos,
Un atleta del Señor, Prez y gloria del ibero, Alta cumbre de la España,
De grandezas semillero, Se consume
en oraciones Que se lanzan a los cielos Cual las flechas de una aljaba
Disparadas desde el suelo Por las manos aguerridas De un olímpico flechero.
¿Quién es ese Capitán Revestido cual de fierro De armaduras relumbrantes
De colores blanco y negro? Es Domingo, el español, De su raza limpio espejo;
De la estirpe de los héroes Que con mágico denuedo Dilataron invencibles
De la Iberia el claro imperio. Tiene el rostro bien garrido; y la
lumbre de un lucero En la frente tiene hermosa; Cautivante el centelleo
De sus ojos de vidente Que avizoran entreabiertos Los desfiles incontables
De los hijos del Cordero, De los bravos paladines Que en el árido desierto
De la vida y sus tristezas, Coronaron sus esfuerzos Con laurel inmarcesible...
Y en los piélagos inmensos Del amor que da la Gracia A las almas
de los buenos, El Mejor de los Guzmanes No encontró de sus guerreros
Las falanges y escuadrones... Sus invictos caballeros, Flor y nata
de heroísmo; Y sus sabios tan egregios, Y sus mártires valientes Defensores
del Eterno; Y la gloria de sus vírgenes, Puro aroma de los cielos;
¿Qué se hicieron? ¿Dónde moran? ¿Do se esconden? ¿Cuál su asiento?
¿Ni un perfume de sus vidas? ¿Ni un recuerdo ni un solo eco. De sus cantos,
de sus triunfos? Y Domingo siente el pecho Lacerado por la pena; Y
en el ámbito sereno De sus ojos extasiados Surge el pálido cortejo
De las lágrimas dolientes... Mas Jesús con manso vuelo De paloma
se dirige Al Patriarca que en su anhelo Saber quiere de sus Hijos
La morada y dulce asiento: - ¿Cuál la causa de tu llanto? - ¿Por qué lloras
sin consuelo? Y Domingo se querella Respondiendo al Nazareno:
- Yo me abismo en la tristeza; Ví de Dios en los veneros Las dulcísimas
visiones, Los encantos y misterios Encerrados en la gloria. Ví los
astros de lo eterno En su giro sobrehumano Engolfándose en el seno
De la inmensa eternidad! Ví los almos mensajeros, Los profetas ardorosos,
Los patriarcas y los pueblos Exaltados por la Gracia; Y el desfile siempre
inmenso De las ínclitas
falanges Seguidoras de tu reino... Mas ¿ mis Hijos dónde están?
En la Patria de los buenos, ¿Do refulgen los escudos de mis bravos caballeros?
- Cese, cese tu dolor!!! A tu Orden yo la he puesto bajo el manto de María!
Gobernados con el cetro De mi Madre celestial, Son tus Hijos los veleros
Impelidos por la gloria, Que en el ancho mar del cielo Se deleitan con
María, Casta fuente del consuelo! Tal respuesta dio sonriente El Señor
de tierra y cielo Al intrépido Patriarca Que con mágico denuedo Batalló
sin paz ni tregua Contra el mundo y el averno. Bajo el manto de zafir
De la Reina de los cielos Vio Domingo la blancura Del sayal siempre egregio
Como lirios y azucenas Que perfuman el sendero, Como garzas y palomas
Que descansan de su vuelo, Alumbradas por el astro Que embellece los esteros
Con matices de arrebol... Y Domingo, todo lleno De intensísima emoción,
Como rico pebetero De fragancias inefables, El aroma de sus ruegos
Devotísimos exhala; Y el semblante tiene bello Como rayo de la aurora;
Y el semblante tiene bello Como rayo de la aurora; Y la lumbre de un lucero
En su frente fulge hermosa; Cautivante el centelleo De sus ojos de vidente
Que avizoran entreabiertos Las grandezas de su Orden, Lo sublime de lo
eterno!!!!
Rubio, mayo 19 de 1943
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TU
IMAGEN
Homenaje
de gratitud y amor a la Virgen de Chiquinquirá Recuerdo tu Imagen, dulzura
del alma, Espejo que copia la luz de la gloria; amor embriagante de paz
y de calma, Belleza que fulge y se lleva la palma e inunda de aromas la
frágil memoria. ¿Por qué con el tiempo tu Imagen no olvido? ¿Por
qué con la ausencia mi amor se agiganta? Ah! Es que te quiero y adoro rendido!
Doquier te contemplo, dulcísimo nido, Do posa la dicha y ternura más santa!
Sueño, y Tú en mis sueños radiante te asomas; lloro, y Tú en mi llanto
restañas heridas, Heridas que cubres de suaves aromas; Sonrío, y Tú en
mi gozo, cual níveas palomas, Delicias recatas de lumbre vestidas.
Mis ojos te buscan, te anhela mi pecho; Te busco en la fronda cargada de flores;
Te busco en el ponto por olas deshecho; Te miro gozoso en el húmedo techo
que forma la noche de luna y de amores. Te busco en mis penas; te busco
doquiera, y sólo te encuentro, bañada de luz, del alma en el fondo que,
cual bíblica era, florece en canciones e igual que la cera, tu rostro
dibuja con el de Jesús! Mi alma te tiene, te tiene grabada; el tiempo
no puede tu afecto entibiar, la flor del cariño en Ti perfumada, ofrécete
y en tanto se pone a llorar! Llorar! Las lágrimas son prenda de amor;
mis lágrimas dicen lo mucho que te amo; te dicen que sufro, que es grande
el dolor; que pienso en tu Imagen y que el corazón anhela y suspira morir
a tu lado! ¿Por qué con el tiempo tu Imagen no olvido? ¿Por qué con
la ausencia mi amor se agiganta? Ah! Es que te quiero y adoro rendido!
Tus ojos, mis ojos alumbren, te pido, porque eres belleza que arroba y encanta!
Esta poesía la escribí
hace años en Rubio (Venezuela) pensando en la Virgen de Chiquinquirá, tan querida
de papá y mamá y de toda la familia. LA
VIRGEN DE NICOMEDIA
Joven y bella, se ofrendó
tu vida en las aras sangrientas del martirio. Y llegaste a la muerte como
un lirio, pura y sencilla, de candor vestida. Empurpura la
sangre tu partida. Mas tu alma esplende como un cirio, que en la noche
de horror y de delirio, da a tu patria vislumbres de otra vida. Glorioso
sino, soberana estrella, plasman, forjan tu divina ventura, que a nuestros
ojos con amor destella. En Dios colgaste el nido de tu anhelo; por
eso, hoy sin sombras de amargura, extasiada te embriagas en su seno!
Nota: Es un homenaje a Santa Bárbara, Patrona de Rubio. ES
MARIA MI VIVIR (A
la manera de San Juan de La Cruz) En una noche obscura, con llanto,
de gracias constelada, hallé mi alborada, estando ya mi alma con mi amada,
¡oh suave dulzura! En medio a mi amargura, por la secreta senda entristecida,
¡oh suave dulzura!, mitigué mi herida embellecida, estando ya mi alma
aridecida. En mi pena dichosa, con amor y esperanza encendida,
mi alma luminosa, de amores mil ardida, por los espacios vuela enardecida.
Y busqué mi consuelo por los campos fragantes del amor! ¡Oh mi dulce
cielo! ¡Oh mi suave resplandor, sobre mi tristeza y mi dolor!
Es mi amada, María, luz y Estrella en un cielo de zafir! En mi noche sombría,
en mi inmenso sufrir, es María con Jesús mi vivir. Romance
histórico TU MACETA SEA EL ALTAR
ICuida Rosa con esmero
una maceta de albahacas, cuyas hojas tembladoras, cuyas hojas siempre
blancas, cual la nieve de las sierras, le recuerdan a su alma lo fugaz
de nuestras vidas, la belleza de su patria, que es el cielo, que es la
gloria! y los goces que la embriagan, cuando envuelta en su manteo,
con su linda, bella cara, va rezando avemarías y recibe en las mañanas
el Amor de los Amores.
De su aljibe saca el agua; de un aljibe que en su huerto
sirve al riego de las matas, que vestidas de hermosura, rebosantes
de fragancias, se conmueven a los soplos de las brisas y las hadas.
Qué cuidado tiene Rosa con la hojas de su albahaca! Siempre mira su maceta,
que es la lumbre, que es la gala de su patio bienamado. Cómo piensa, enajenada,
que, cuando esté todo hermoso el encanto de su albahaca, dará al aire
sus aromas de la Virgen a las plantas, de la Virgen del Rosario que
en las penas y en la calma es la luz de sus pupilas. II
Mas un día la maceta desparece de la casa. Quién trocó los embelesos
en tristezas? y la albahaca...? "Fue, fue mi hermano... -piensa ella-
que ya vino con sus chanzas"... "Me botaron mi maceta!" Y en lo
recóndito del alma se entristece por la pérdida del encanto
de su albahaca... Vuelve Rosa a la oración; sus oídos se regalan
con el habla de Jesús: "Rosa, dónde está tu mata?" "Tu maceta yo la he
roto!" "Rosa, Rosa tan ingrata, olvidándote del mundo, tu maceta sea
el altar, do te espero noche y día para dicha de tu alma!" "Mis amores,
tus quereres; el perfume de tu albahaca, el amarme sin medida con
intensas llamaradas!"
Desde entonces la LIMEÑA, la purísima peruana, la gentil, esbelta
Rosa fue más buena y fue más santa; comprendiendo su destino, derramando
mil plegarias, su maceta fue el sagrario; el perfume de su albahaca,
el amor de los amores. OTRA
VEZ EN MIS CANTARES
Otra vez en mis cantares
la tragedia de Estoraques, pétreos monstruos prehistóricos, silenciosos
testimonios de caóticos misterios de las Aguas y los Vientos,
de las Fuerzas de Natura, empujadas
por los Hados, que en fatídicos combates, siembran muerte y destrozan
bosques, flores y pastales, la hermosura de las eras, el verdor de
cafetales, la sonrisa de los trigos, y el dulzor de la arrayana.
Otra vez en mis cantares la sombra muda y trágica, el recuerdo permanente,
la lección dura y fuerte de los recios Estoraques, que proclaman sin cesar
el efímero proceso y las ruinas espantosas que rodean al mortal, si
se olvida el Evangelio, si la fe se anonada con programas ilusorios
y progresos sin la Cruz, con que Cristo redimió razas, pueblos y naciones,
y sigue iluminando nuestra era con Amor. Estoraques: grito mudo
de lecciones y de alertas que a La Playa se trasmiten cual consejos celestiales
contra el Mal y sus satélites, contra vicios y pecados que marchitan las
costumbres y destruyen los hogares y aridecen el semblante dulce y
bello de sus campos, limpio y sano de sus casas, blancas cual mansas palomas
que reposan en sus huertos, bajo un sol primaveral, entre brisas y follajes
y el calor de la amistad. Que renazca el entusiasmo en todos los
espíritus! Que se unan los playeros para el Bien y la Verdad en los
campos del Progreso, que es Cultura y Bienestar, que es Esfuerzo y Calidad
que es Virtud y Lealtad! Estoraques legendarios, musa siempre de
mis sueños, otra vez en mis cantares de esperanza e ilusión, con sus
torres milenarias de arenisca y aluvión! La Playa, enero 6 de 1997 |