SAUDADES
Fray Campo Elías Claro Carrascal
¡Oh Cristo de la Expiración!

Hoy, septiembre 14 de 1992 en la mañana,
me arrodillé a los pies del Cristo de la Expiración
en el vetusto Convento de Santo Domingo de
Cartagena de Indias. Y oré...

Me arrodillé con pena,
Cristo de la Expiración,
pensando en tantas tragedias
de mi Patria y mi dolor
por la suerte y las tristezas
de mi Orden en la Historia:
Después de tantas proezas
de tus hijos Dominicos,
de tus huestes misioneras,
de tus santos y tus sabios
Obispos de Cartagena,
te despojan del convento
con saña aleve y proterva,
pisoteando las virtudes
de Fray Luis y sus banderas
de gracia, paz y amor.
Patriarca de Caleruega,
Padre santo de mi Orden,
tórnanos a Cartagena
con tu carisma divino;
que se abran nuevas sendas
bajo tu luz celestial.
Cristo de la inmensa pena,
Cristo de la Expiración,
danos la gracia completa
de vivir en tu Convento,
pregonando tus grandezas
de amor, paz y perdón,
hasta la vida eterna
que esperamos alcanzar.
                                           
Hotel "Bocaccio"-"Decamerón" ,
septiembre de 1992

DICHOSA VENTURA

(A la manera de San Juan de la Cruz)
"...Y esto fue dichosa ventura, meterla Dios en esta noche, de donde le siguió tanto bien; en la cual ella no atinara a entrar, porque no atina bien uno por si solo a vaciarse de todos los apetitos para venir a Dios."  "SUBIDA AL MONTE CARMELO", Libro Primero, 2.

Dichosa ventura,
la que en la noche del sentido vienes,
¡oh muerte que es dulzura!;
oh vida que previenes
al alma con sus gracias y sus bienes!

Noche rica y serena,
en que Dios nos mete en su corazón,
¡oh noche de luz plena!,
de santo resplandor,
que destierras el pecado con tu amor!

De gracia e ilusión,
bella noche eres del alma herida
por hermosa pasión
que va enardecida
hacia Cristo, su luz, su encanto y vida!

Noche, abismo de amor,
noche santa, a la que no atina,
oh!, qué triste error!,
el alma torpe, indina
que desprecia la presencia divina!
Ven, oh Cristo, a mi noche,
alúmbrame con tu gracia y tu amor,
derrama con derroche
de tu gracia el fulgor
sobre el mundo de mi alma y mi dolor!

Vacíame del pecado,
oh Dios eterno y misericordioso!;
dame que, alborozado,
me llene el alma de gozo
de fincar siempre en Tí mi reposo!

 

 

 

CRISTO Y SU DOCTRINA

  Sol de vida y eterna ventura,
cofre sacro de amor y de paz,
es, oh Cristo, tu excelsa doctrina
firme base del mundo social.

La esperanza florece en tus surcos;
la verdad es fulgor estelar
que esclarece los siglos y tiempos
y disipa las huestes del mal.

La cultura es sin Tí la quimera
que enrojece de sangre y dolor
el estadio sublime del alma,
los anhelos, la dicha, el amor.

Las naciones naufragan y mueren
en las olas de trágico mar,
cuando olvidan tu dulce doctrina
desechando tu lumbre vital.

Sea, por tanto, tu ciencia divina
vida y fuente de luz inmortal,
que ilumine las sendas humanas

AVE, MARIA

Salúdote, Princesa, Estrella del proscrito,
que en noches de naufragio diriges mi batel;
tú, piélago de gracia, albergas lo infinito
en el materno seno do encarna el Divo Ser.

La gloria del Eterno exalta tu ternura;
la mano que los orbes plasmó en los espacios,
donó para tu dicha mil cofres de ventura,
diademas refulgentes de místicos topacios.

Los siglos te coronan con flor de eternidad,

pues eres la Bendita, la Pura entre las puras,
la Bella encantadora, sin manchas ni fealdad,
la cumbre inmaculada de todas las blancuras.

Encierras en tu seno, fragante de virtudes,
la lumbre que el espíritu endiosa y glorifica:
Jesús, el pebetero de eternas juventudes,
que el ámbito del alma perfuma y clarifica.

Santísima Señora, Colina de Esperanza,
a do se van ansiosos los ojos de mi anhelo,
en Tí se acendra el vino de dulce bienandanza,
por Tí me acerco al goce del suspirado cielo.

Divina Genitora: en el doliente estadio
de la existencia breve, tan tormentosa y dura,
tu amparo soberano sea el portentoso gladio,
que las tristezas venza, derrote la amargura.

Divina Genitora: en mi postrer suspiro,
en la tiniebla muda de mi dolor extremo,
irradien tus pupilas sus lumbres de zafiro,
embriágame en el cielo con el Amor Supremo.

Divina Genitora: cuando en la arena triste
adiós diga a la vida con sollozante grito,
alumbra mi sendero, mi corazón asiste,
engólfame en el seno del mar del infinito.


La Santísima Virgen María


Cuando yo pienso en la Santísima Virgen María, no pienso en la efímera belleza de los hombres, ni en el fulgor de las estrellas, ni en la espléndida esmeralda de los bosques, ni en el suave murmullo de las brisas, ni en el dulce rumor de las colmenas, ni en otra cosa que sea transitorio deleite del espíritu; nada de esto pienso cuando pienso en la Santísima Virgen María.

Mas con todo eso, pienso en una hermosura santa sobre toda hermosura, que transforma y enaltece nuestra especie; que es destello vivo del amor increado; y pienso en un resplandor sobre todo resplandor, que ilumina al pobre mortal; y en una armonía e inefable consonancia que apacienta y nutre nuestra alma; porque esta hermosura inmaculada es vivo destello de la eterna belleza de Dios; porque este resplandor del cielo esclarece todos los senderos; y porque esta armonía y consonancia inefable es el himno triunfal de la Gracia de Dios que sublima a la Santísima Virgen María a luminosas esferas de gloria inmarcesible.

Te exalto, pues, oh gloriosa Virgen María, por tus virtudes admirables y te pido con devoción de hijo agradecido que ruegues por mi ante tu Divino Hijo y me ayudes a realizar mi vocación como sacerdote  y consagrado en

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