LLEGAR
A SER ¿Qué será
lo que mi alma anhela? ¿Lo que busca mi espíritu cansado?
¿Un ideal sublime no logrado, o un más allá, quizá
otra tierra llena de luz, con perfecciones, plena? Llegar
a ser el amo de otro mundo forjado por mis sueños e ilusiones;
moldearlo a mi modo y que los frutos de mi loca inquietud cambie en canciones
la imagen destructora de lo injusto. Llegar
a ser el dueño del tiempo y de la muerte, de los abismos, los montes
y los mares; de lo que existe, lo ignoto, de la suerte; de todo lo que
causa los pesares, de todo lo que no nos deja ser concientes. Llegar
a ser un ánfora vertida, regando las llanuras de nuevos territorios,
con su lluvia de paz y fe en la vida donde no haya barreras ni nombres divisorios
que marginen al hombre y no le den cabida. Llegar
a ser un cóndor soberano sobrevolando las verdes cordilleras, escudriñando
todo lo que fue un arcano, descubriendo nuevas e ilímites fronteras
para fundar nuevos pueblos, sin tiranos.
Llegar a ser marino de otros puertos distantes y no deja en ellos un amor
olvidado, sino el germen fecundo de palabras que salven y convenzan al
hombre de triunfos alcanzados, por medio de las luchas libradas en los mares.
Llegar a ser un cielo palpitante de
estrellas y en cada estrella un rostro sonriente de mujer; encontrar en
sus ojos un brillo de pureza, preludiando un idilio de mágica belleza
que me recuerde glorias de un fantástico ayer... Cúcuta,
Abril 11 de 1978 | REINA ¡Y
yo te declaro «Reina»! Tu trono serán las verdes montañas
de mi tierra. Tu cetro será un haz de luceros y azucenas. Tu
misión será cantarle un himno al sol que nace en la cordillera,
y a tu tierra, nuestra tierra ¡Oh dulce tierra playera! Te
coronarán las aves cantarinas que circundan nuestros altos y escarpados
Estoraques..., dioses mudos y testigos de nuestros antepasados; y
entretejiendo las sombras con retazos de tu luz, pondrás a su cielo
opaco el sol de tu juventud. Serás
una rosa nueva con su rocío matinal, con pétalos de oro,
llenos de inocencia y claridad. Los hilos de tus cabellos y tus ojos
de cristal, serán el marco obligado de tu rostro angelical.
Habrá mujeres más bellas
y con ojos más hermosos. Habrá miradas más tiernas
y labios más ardorosos. Habrá mujeres más altas,
más elegantes y esbeltas y las habrá cortesanas y románticas
princesas. A pesar de las virtudes
y belleza que otras tengan, seguirás siendo «mi reina»
y reinarás como tal, en los campos sin estrellas de mi augusta
soledad, arropada con mis sueños de justicia y libertad...
Cúcuta, Abril 11 de 1978 |
LA VENTANA Ventana de mi cuarto,
mudo testigo de mis noches insomnes: tú sólo sabes cuánto
la extraño, con cuánto anhelo deseo volver. Ventana extática,
tú te das cuenta de mis miradas al cielo azul, hermoso cielo que
me recuerda mi dulce Playa, llena de luz. Por esos ojos tuyos, abiertos,
que sólo muestran la inmensidad, yo he realizado, como en los cuentos,
el inventario de mi horfandad. Lejos
de tí, oh pueblo, me encuentro y cada rezo lo hago por tí.
Hermana, amiga, mi patria chica: por tí soy bueno, sólo por
tí. Cuando regrese, quiero mirarte e imaginarte bella y feliz
como en el sueño que en este instante se ha detenido por esta lágrima
que como ofrenda, te ofrezco a tí... Cúcuta, Mayo 6 de 1978 |
MADRECITA LINDA Con
la inocencia de una voz infantil Madrecita
linda, madrecita santa, tienen tus miradas un mundo de amor; en
ellas se refleja la imagen de tu alma y en la luz de tus ojos yo puedo
ver a Dios. Madrecita linda,
madrecita santa, hay algo que me encanta y es tu tierna voz: tan dulce
y delicada cuando estoy alegre, tan suave y comprensiva si me embarga
el dolor. Madrecita linda,
madrecita santa: Yo quiero en este día con toda mi ilusión,
dejar en tus mejillas una ofrenda de besos y en un abrazo grande mi
eterna adoración. Cúcuta, Mayo 11 de 1978 |
PINTORA
A: Leonelda Navarro, quien alguna vez pintara ilusiones en mi alma...
Tu serás la tutora de mis noches
insomnes, porque mi sueño reposa en tus pinceles desde el instante
mismo en que tu nombre se grabó para siempre entre mis sienes.
Tu serás la radiante claridad
vencedora de mis largas fatigas, de mis cortos placeres. Reinarás
sobre el mundo pequeño de mi aurora, serás como el preludio
de mil amaneceres. Serás
como el murmullo de un bosque florecido, aromando mis horas con perfumes de
azahar. Tus ojos, tu sonrisa, tu pelo adormecido, serán todo el
compendio de mis ansias de amar. Mezclarás
los arpegios de tu franca sonrisa con los eternos dejos de mi amarga tristeza.
La paleta creadora y tus manos de artista, forjarán sobre el lienzo
del amor, la pureza. Sobre el
trípode inmóvil de mi antigua premisa esculpirás mi vida
con fervor y presteza. Describiré en poemas tus formas de adalgisa
y serás como un sueño de mágica tibieza. Podré
decir que el mar es un lago dormido, que el clavel es un labio que no aprendió
a besar, pero al mirarte ciego, por el amor vencido, iré tras de
tu sombra como una barca al mar. Podré
como el poeta, sentirme convencido de beberme en dos tragos la luz crepuscular;
pero al tenerte cerca, sabré que no habrá olvido cuando esta
alma de niño te aprenda a idolatrar. Pintora
de mis penas, alegrías y nostalgias: tú serás la causante
de esta nueva ilusión. Dibujarás tu historia en un rincón
de mi alma y yo seré tu verso, poema de tu calma, allá en
lo más profundo de tu buen corazón... Ocaña,
Diciembre 5 de 1979 | MADRE:
TÚ ERES... Tú
eres el recuerdo, madre, que persiguen mis pasos a través del tiempo
acá en la lejanía; y tu imagen el sueño que aprisionan
mis brazos, con la vaga esperanza de un consuelo fugaz. Tú
eres la nostalgia, madre, latente en mis ocasos; la gaviota noctámbula
que no puedo alcanzar. El silencio que guardo, la torpeza en mis manos,
la tristeza que oculto, mi angustiado esperar. Tú eres la distancia,
madre, que aumenta mi cansancio; el curso aletargado de los ríos
hacia el mar. La noche que se alarga, el dia que no ha llegado, la
aurora que se esconde tras la escarcha glaciar. Tú eres la añoranza,
madre, del momento esperado, el retorno a mi dicha, mi sed de libertad.
Tú eres la esperanza convertida en milagro, la alegría contagiosa
que me invita a soñar. Tú eres el aliciente, madre, del
triunfo proyectado, la recompensa justa de mi eterno bregar. Tú
eres el recorrido del camino trazado, la meta engalanada de la etapa final.
Bucaramanga, Enero 5 de 1980 |