EFEMÉRIDES DE LA FUNDACIÓN DE CUCUTA
Por Pablo Chacón Medina
Presidente de la Academia de Historia de Norte de Santander

Al cumplir la ciudad de Cúcuta 276 años de fundada, no pretendemos decir nada nuevo ni original, que ya antes no lo haya registrado la historia. Todo lo que diremos ya ha sido relatado o comentado por personajes que nos antecedieron en el tiempo y cuya vocación por el terruño, los llevaron a escudriñar en el pasado, hasta llegar a la fuente de nuestro nacimiento como aldea, y, luego, a nuestra posterior consolidación como ciudad.

Empezaremos por decir que a comienzos del siglo XVII, una distinguida mujer, cuyos mayores descendían de la provincia española de Vizcaya, de quienes había heredado una gran fortuna, era la propietaria de una inmensa hacienda de cacao, a la que se le había puesto por nombre Guasimales. Oriunda de la provincia de Pamplona, se llamaba Juana Rangel de Cuellar. Por cuestiones de clima y por lo acogedor de estos valles, había resuelto radicarse aquí, donde gracias a su tesonera gestión y al empuje que le prodigaron los ocupantes del sector izquierdo del río Pamplonita, la mayoría blancos, logró consolidar un mayor caudal patrimonial, no obstante la frecuente hostilidad de los indios Cúcuta.

Apoyada por aquellos, quienes se beneficiaban de su generosidad, terminó donándoles unas tierras, previa comunicación al Alcalde Ordinario de Pamplona, Don Juan Antonio Villamizar Pinedo. Fue así, como el 17 de junio de 1733, quedó protocolizada la entrega, mediante escritura pública, elevada ante el mencionado Alcalde, quién acompañado de una nutrida comitiva, se trasladó hasta el sitio de Tonchalá, ubicado a 3 Kms. al suroeste de Cúcuta, donación que consistió en media estancia de ganado mayor a los vecinos del sitio Guasimales, valorada en la cantidad de 50 patacones, lo mismo que 682 hectáreas, para la conformación y fundación de un pueblo. Es de observar que tal instrumento público no se solemnizó ante notario alguno, ni ante la oficina pública respectiva. Se llevó a cabo en una casa de campo, con la sola presencia del Alcalde y comitiva, rodeados de los respectivos lugareños, quienes celebraron el nacimiento de San José de Guasimales, hoy San José de Cúcuta.

Hay quienes consideran que su nombre proviene de un sabio y aguerrido cacique, respetado y acatado en toda la comarca, incluidos los valles que conformaban el entorno. Dicen que su autoridad se hacía sentir desde el extremo izquierdo del Pamplonita, hasta el extremo oriental del río Táchira.

Es importante hacer notar que según aparece en un documento anexo a la escritura de constitución, los primeros cucuteños por fundación, fueron: Doña Isabel y Don Bernardo Leiva; los capitanes Juan Jacinto de Colmenares y Joseph de figueroa; Don Jacinto Díaz de Mendoza; Don Félix Trujillo Salvago; Don Juan Miguel de Avendaño; Don Juan de la Ara o de Lara; Don Francisco Rangel; Don Joseph Ramírez y Doña Juana Rangel de Cuellar Altube y Bedoya, donante de las tierras y personaje central sobre el que habría de girar la historia de nuestra ciudad, a partir de su fundación.

 

Doña Juana Rangel de Cuellar

Con ella termina la extirpe de los fundadores que llegaron de España, a mediados del siglo XVI y dejaron su huella en la Nueva Granada.

Vale la pena hacer notar que para algunos historiadores no muy afectos a Doña Juana, la verdadera razón para que se decidiera a donar el diez por ciento de su hacienda, no fue tanto un desprendido gesto de generosidad. Según documentos hallados y que fueron firmados por Don Pedro Antonio Martínez, Juez de Tierras, notario del Santo Oficio, y Oficial Real y Tesorero de la Villa de San Cristóbal, y por el capitán Bernardo Barreto de Guevara, Alcalde y Juez Mayor de Salazar de la Palmas, el 14 de marzo de 1733, ellos certifican ante las autoridades competentes, que los indios del caserío de Cúcuta, arremetían constantemente contra predios de la hacienda Guasimales y contra las viviendas de los servidores de la misma, Don Bernardo y Doña Isabel de Leiva, y de los capitanes Don Juan Jacinto de Colmenares y Don Joseph de Figueroa. Así mismo, testifican que los indios pretendieron torcer el curso de la corriente del río, que pasaba por la hacienda, con el único propósito de arruinar los extensos sembrados y cultivos de Doña Juana. Así las cosas, debemos suponer que en un gesto de legítima defensa de su propiedad, Doña Juana Rangel de Cuellar, decidió donar una parte importante de su hacienda, a los habitantes del margen izquierdo del río Pamplonita, victimas frecuentes de los ataques de los indios y, a la vez, amigos y colaboradores suyos. Muchos de estos, trabajaban en sus predios como agricultores.

Con la fundación de San José de Guasimales, no solo dio vida a la futura ciudad de Cúcuta, sino creó un importante núcleo de resistencia contra los ataques de los indios. Además, al iniciar un polo de desarrollo al rededor de su propio entorno, valorizó su hacienda, dio seguridad a sus tierras y entró, sin proponérselo, a la historia, como nuestra gran benefactora.

Con ella termina la extirpe de los fundadores que llegaron de España, a mediados del siglo XVI y dejaron su huella en la Nueva Granada. Tenía ochenta y cuatro años, cuando se le ocurrió la idea de donar unos terrenos para fundar a Cúcuta. Tres años después, asegurado su nombre en el glorioso pedestal de nuestra ciudad, murió en Pamplona, a donde había regresado agotada y enferma. Su despojos bajaron al sepulcro, en el año de gracia de 1736. No de otro modo, esta formidable mujer, podía cerrar su ciclo.

A ella, a tan extraordinaria matrona pamplonesa, descendiente de reconocidos personajes españoles, a quienes su rey otorgó con excesiva generosidad muchas de estas tierras, escribí el siguiente poema, como eterna gratitud por su desprendimiento:

 

Heredera de España, de sangre fundadora,
fuiste semilla fértil en los valles de Cúcuta.
Del sol de los venados, tomaste sus reflejos
y gravaste con ellos, una palabra única.

Luego te regresaste a tu ciudad mitrada,
y entre neblina y sombras, guarecida en silencios, descifrabas los días ya al borde de la muerte, intentando una fecha devolver en el tiempo.

Cuando por fin la hallaste, apretaste sus alas, para que no volara de nuevo hacia el olvido.
Fue así como al instante, anidó en tu cerebro,
la ciudad que soñaste, la que ayer tu tallaste
con tus manos de trigo, en un radiante valle
con nombre de poema, llamado Guasimales.

Allí estaba tu hacienda y tu casa de campo,
el verdor de la tierra y el olor de la caña, pastizales y siembras y manadas de esclavos
allí estabas tu madre, fundadora del pueblo, moldeando a tu hija, bautizándola Cúcuta.
iHoy estás viva madre, latiendo en mis palabras!

 
  
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