EL ROL DE LA MUJER COMO MADRE
DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Por Irma Stella Pérez Armesto

Hago parte de una familia convencional, integrada por mi esposo y dos hijas.

Gasto mi tiempo en las tareas del hogar: preparo alimentos, lavo, plancho, cuido a mis hijas y atiendo a mi esposo. Recibo ayuda para desarrollar algunas actividades de la casa, pero toda la responsabilidad pesa, como una cruz, sobre mis hombros.

Mi esposo asegura que la mujer es socia y compañera del hombre en la administración del mundo, y agrega que esa divina tarea debemos compartirla sin ventajas para ninguna de las partes. Yo sonrío en silencio.

A nosotras nos han reconocido los derechos como si fueran gotas de perfume fino: en pequeñas dosis. En algunos países la mujer es un ser inferior y, todavía, en nuestra sociedad se habla de maltratos femeninos.

En mi casa nos hemos puesto de acuerdo en que las mujeres son para quererlas. Pero mi esposo se queja con frecuencia porque mis hijas y yo le hacemos coalición para resolver algunos asuntos familiares. Generalmente, pierde las batallas sometidas a votación, pero gana en solidaridad cuando se trata de resolver asuntos que lo lleven a mejores destinos.

Estas frases parecen circunstanciales, pero tienen un profundo significado en los quehaceres cotidianos. Mis hijas, como todos los hijos, siempre están pidiendo algo. Es un problema universal, del que ningún padre está exento. Tampoco mis hijas están exentas de que su papá busque burladeros todo el tiempo porque los ingresos cada día alcanzan para menos cosas. Yo les recibo, entonces, todas sus peticiones y aprovecho las horas de recogimiento nocturno para soltarle el inventario de necesidades. Me parece que es un buen momento para lograr alguna victoria, cuando el tiempo arrecia.

Hacemos parte de la familia promedio de Colombia. Tenemos los mismos sueños y compartimos los mismos ideales. Siempre soñamos con un viaje de turismo, con un vehículo más moderno, con un buen restaurante, con ropa de marca... No tenemos esas posibilidades, pero soñamos con ellas. Es la mejor manera de sortear las dificultades económicas. Al fin y al cabo, como dice la sabiduría popular, soñar no cuesta nada. Quien sueña no desfallece.

Mi condición de ama de casa me ha impuesto, entre muchos retos, los de abogada de mis hijas, asesora improvisada de tareas escolares, asesora de imagen; portera y telefonista, porque nadie quiere abrir ni contestar, y embajadora de buena voluntad, cuando hay tormenta.

Las amas de casa debemos armarnos de paciencia para satisfacer los gustos de los hijos y del marido. Es una tarea dura, pero deja gratas satisfacciones, especialmente, cuando acertamos en lo que todos quieren o cuando se encuentra colaboración para acertar. Entonces oímos frases de antología: "Qué comida tan rica, mami". "Estás muy linda". "Una mujer como tú no se consigue en ninguna parte".

Las mujeres somos la sal de la vida, la alegría del hogar y la muestra palpable de que Dios es infinitamente creativo. Los hombres lo saben.

El Día Internacional de la Mujer es una fecha memorable porque exalta nuestra existencia y nos permite reafirmar nuestras conquistas en materia laboral, política y educacional. Estos temas fundamentales de nuestra sociedad ya no son actividades exclusivas del hombre porque hemos avanzado con paso firme hacia la igualdad.

Muchas Gracias.

Chinácota, 8 de marzo de 2007

 
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