| |||||||
En
mi concepto, esta es una de las frases más bellas de Antonio Machado: "Dicen
que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer".
Pues,
queridos amigos y amigas, parece que estos ensueños ya pasaron de moda.
A juzgar por los últimos informes que me llegan de nietos y adolescentes
al azar, hoy a las muchachitas no les interesa pronunciar el nombre del chico
que les apetece en el momento sino en ir al grano, incluso en los baños
del colegio o en las aulas de clase, y si no los conquistan para el acto sexual
completo o para otros juguetes, que llaman, los invitan a que disimuladamente
las restrieguen en el tumulto de las filas de compras en la caseta. Lo oí
con estos oídos. ¿De cuántos años las peladas? De
doce y trece años. ¡No puede ser!, exclamé. Ante
mi asombro, un jovencito me echó otro cuento. La chica cuenta con dieciséis
abriles. Es la encargada de cuidar a una anciana en la casa de unos amigos. A
este jovencito le ha relatado todas sus experiencias sexuales. A su edad es veterana
ya que empezó a los nueve años. Perdió su virginidad -pero
de ello no se arrepiente ni hace ninguna lamentación- en una fiesta en
aquella ciudad pachanguera del sur de Colombia. Un punkero -aquel que gusta de
la variedad del rock llamada punk, de cabellos erizados y vestido extravagante-
fue su "primer hombre". Siempre vive preparada: "por condones no
se preocupe que yo tengo suficientes". Y
del amor, ¿qué? ¡Noooooo! ¡Usted está atrasado!
-me responden- Hay un nuevo mandamiento: el que se enamora, pierde. Alegan que
enamorarse implica sufrir. Enamorarse es para los bobos. ¿Se
acuerdan mis lectores del bello soneto de Luis Lope de Vega sobre el amor? Así
como él lo describe lo sentíamos los de mi época y de pronto
los de algunas próximas: Desmayarse,
atreverse, estar furioso, Las
nuevas generaciones no quieren saber nada de estas contradictorias emociones,
de estos dulces sufrimientos, de las famosas mariposas en el estómago.
Según
la filosofía de las niñas modernas, el matrimonio no entra en sus
planes salvo que logren conseguir un hombre que se comprometa a mantenerlas y
a complacerles todos sus caprichos, pero eso de amarse para toda la vida son pendejadas.
¡Verdaderas vampiresas, aunque en miniatura! ¡Qué vaina! No quedamos de completos románticos sino los viejos y en algo los niños. En éstos, por fortuna, subsiste un asomo de romanticismo en los años de la primaria, en donde aún se envían papelitos y tarjetas. orlandoclavijotorrado.blogspot.com | |||||||