OCAÑA ESCRIBE
Por Orlando Clavijo Torrado

 

 

¡Enhorabuena por la producción literaria que se está dando en estos meses de autores de la provincia! He tenido la satisfacción de leer en este comienzo del año 2012 tres obras significativas, a saber: Chinácota, de la pluma del entrañable amigo Guido Pérez Arévalo, en edición de 311 páginas, salida en diciembre de 2011 de la Litografía Guevara, presuntamente de Cúcuta pues no dice el lugar de la empresa; El poder de la insistencia, una especie de memorias del también amigo Euclides Jaime González, con 213 páginas, editada por PVP Gráficos S. A. posiblemente de Bogotá ya que no se señala el lugar de la impresora, texto que se anuncia como primera edición en 2011 aunque entiendo que se trata de una ampliación y actualización del Libro abierto, de carácter autobiográfico; y El Ocañol - Diccionario ocañero, de Fredy Armando Trillos Vergel, con 314 páginas, sin pie de imprenta que diga el año, la editorial y la ciudad, pero barrunto que el año es 2011, en un texto amplio patrocinado por la Gobernación y la Secretaría de Cultura del Norte de Santander. Me informan que esta obra tiene su génesis en otra ya impresa con el título Diccionario de voces y expresiones de la provincia de Ocaña, 1986.

En un espacio reducido como es una columna periodística en que se deben conjugar la brevedad sustanciosa y la benevolencia del tiempo del lector, no es mucho lo que se pueda precisar y justamente en el caso de tres volúmenes, por lo que trazaré unos rápidos conceptos.

 

En cuanto al trabajo histórico del doctor Guido Antonio Pérez Arévalo es perentorio alabar la investigación y el hurgamiento en cuanto archivo pudo para plasmar el origen, el desarrollo y la actualidad de una de las poblaciones más antiguas del departamento, con 400 años y pico a cuestas. Guido aclara aspectos polémicos como si Chinácota fue fruto de fundación o de poblamiento por los propios indígenas, y el año natalicio.

El doctor Euclides Jaime, que nace en el corregimiento ocañero de Buena Vista un Viernes Santo mientras la procesión con el Santo Sepulcro pasaba frente a su casa, en un estilo impersonal -utiliza la tercera persona, método bastante difícil de administrar que no considero el apropiado en este caso - nos retrotrae - con gran placer para los que somos de pueblo - a aquellos tiempos elementales en que el baño se acostumbraba cada ocho días o aún más, a la cocina de fogón de leña, y a la vida de pocas comodidades de las aldeas; y puntualiza cómo adelantó sus estudios, con verdaderos sacrificios, y su conocimiento y conexión con los caudillos irrepetibles que tuvieron la provincia y el departamento - el muy audaz de Euclides aprovechó que al doctor Pabón Núñez se le cayó el escudo de senador, lo recogió, pidió cita para entregárselo y de ahí virtualmente arrancó su brillante trayectoria política -. Quiso Jaime González, a sus 79 años, dejar por escrito tantas vivencias antes que la memoria desfallezca y los rastros desaparezcan.

 

Al doctor Fredy Armando Trillos Vergel no tengo el honor de conocerlo. Veo, por la contraportada del libro, que ha sido prolífico en estudios publicados. Esta obra, El ocañol, según su autor, con sabroso picante, "Órgano oficial de la Real Academia de la Academia Ocañera de la Lengua", que también ostenta escudo, recoge una buena cosecha de lo que yo denominé en un pequeño ensayo "localismos", aunque mezcla expresiones que son conocidas en toda Colombia como si fueran genuinas de Ocaña, valga decir, "saber donde ponen las garzas", "dos cucharadas al caldo y mano a la presa" y muchas más que, repito, no deben tomarse como ocañerismos. Esta observación no obsta para reconocer la paciente e inteligente tarea, y la agenda y el oído prontos para captar las palabras y modismos trajinados por la gente del común, y en especial de pueblos y veredas, con un excelente manejo del idioma y de las normas gramaticales.

1º de marzo de 2012