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En
nuestros pueblos los apodos son usuales. Incluso, hay familias que se distinguen
por alguno y se hacen tan comunes que los apellidos virtualmente desaparecen.
Entonces, no se habla de los Sánchez, ni de los Ramírez, o los Gómez,
porque nadie los conoce de esa forma. En cambio, si mientan a los "cotorros"
ya se da por hecho que se hace referencia a los miembros de la familia Bermúdez,
verbigracia. Cierta señora Celina, en Chitagá, tenía una
cría de conejos en el solar de su casa. Algún día el conejo
mayor, el gordo y más inquieto, se escapó por debajo de la cerca
de malla metálica hacia el solar vecino, justamente el de la familia conocida
como los "conejos". ¿El apellido de ellos? ¡Uhm! Poco importa.
Ocurrió que doña Celina mandó a una de sus nietas, de cinco
años, a que, atravesando el portón que dividía los dos solares,
se acercara a la casa vecina y le preguntara a la matrona, doña Stella,
si allá se encontraba el conejo. La niña corrió y cumplió
a su entender el encargo: "Doña Stella: que manda decir mi abuela
que si aquí está el conejo?" La aludida le respondió:
"Mijita: pregúntele a su abuelita que a cuál de ellos necesita:
si a Luis, a José, a Pedro o a Matías". La niña regresó
y dio el recado al pie de la letra. Doña Celina no pudo menos que echarse
a reir al comprender la confusión y le pidió a su nieta volver y
aclarar a qué clase de conejo se refería. La emisaria, de nuevo
frente a doña Stella, le explicó: "Mi abuelita dice que no
es ningún conejo hombre sino conejo animal". Cuando
en Cáchira había planta eléctrica municipal, con frecuencia
salía de funcionamiento. Le preguntaban al empleado por la causa del apagón
de luz e invariablemente contestaba: "Se quemó la chumacera".
Valga aclarar que se trata de una pieza importante en esa suerte de máquinas.
Pues al abnegado servidor de la planta los cachirenses no tuvieron empacho en
bautizarlo como "Chumacera", y con ese remoquete se fue a la tumba.
Y
vean este sobrenombre que le han endilgado en varios pueblos a algún parroquiano
por usar una palabreja muy particular constantemente, que expresa algo que sucede
con poco intervalo de tiempo, cada nada de tiempo: "ca-no-ná",
que se traduciría por "cada no nada". Ejemplo: "María
pare hijos canoná". Otros ejemplos: -
¿Cada cuánto pasa el bus de Ábrego para Ocaña? Decía
que a estos señores que usan "canoná" el "canoná"
los pusieron exactamente así, "Canoná". Sé que
hay Canonás en Cáchira, Ábrego y Chitagá. ¡Cuánta sabiduría condensada en seis letras! ¡Todo un concepto del tiempo que los filósofos no han podido atrapar! Por supuesto que como se trata de lenguaje campesino, en ningún diccionario figurará la feliz expresión. Pero el pueblo sí la entiende. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 23 de marzo de 2014. | ||||||