LOCALISMOS
Por Orlando Clavijo Torrado

 

Con este título publiqué varias entregas en el diario cucuteño La Opinión en mi columna Croniquilla.

Aquí recojo los diversos artículos con doble propósito: su trascendencia a través de un órgano perdurable como es la revista Hacaritama, y tratar de evitar, al menos, que se pierdan esas voces, dado que ya algunas están desapareciendo. En la época de publicación, hace ahora 24 años, me lamentaba del olvido de tantos términos populares y campesinos, ¡qué diremos hoy!

La mayoría de localismos que figuran en estas entregas se oyen en la antigua provincia de Ocaña, al punto que en el resto del departamento Norte de Santander no son conocidos ni entendidos. Empero, también del mismo departamento se incluyen numerosos.

Hago la transcripción de los escritos tal como aparecieron en su momento, con mínimos agregados, correcciones o cortes. El trabajo llegó únicamente a los 115 localismos, de 1988 a 1992. Por razones de otras labores del autor, quedó inconcluso, con la aspiración de que, si bien él mismo u otro - porque ya quedó el sendero abierto - continúen la investigación. Adviértase que los ejemplos puestos reflejan los acontecimientos e inquietudes de la época, y hoy, más de dos décadas después pueden servir de ilustración histórica, o cuando no, nos pueden arrancar una leve sonrisa al remontarnos a aquellos tiempos. Al final del ensayo me permití adicionar un capítulo con palabras que merecen recordarse.

I
19 de marzo de 1988

Pese a que en Colombia la igualdad del idioma nos libra de los conflictos que viven muchas naciones del Viejo Continente, no quiere esto significar que nos comprendamos a la perfección, esto es, que el lenguaje no nos distancie, a veces. Por ejemplo, si nosotros, nortesantandereanos, pedimos en Bogotá una "paca", con seguridad no seremos acatados; la familiar "paca" nuestra es allá "chuspa" o bolsa. Y si en el Occidente averiguamos por la plaza de mercado, nos mandarán a la "galería". En punto al habla, pese a la aparente unidad, Colombia ofrece varios países en uno. Es verdad: usamos el idioma castellano, pero con variantes en los giros y gran cantidad de regionalismos. En cuanto a modismos, su riqueza es superlativa. Veamos este ejemplo: mientras en la mayor parte de Colombia se diría "Luis se cayó", en Nariño y Cauca la expresión sería "Luis se ha sabido caer".

Y si aterrizamos acá mismo, en nuestro departamento, las diferencias que encontramos no son pocas. No es igual la parla en las tres provincias. Si un ocañero dice en Arboledas que la muchacha que acaba de pasar está "muy penca", el arboledano se quedará en las nubes. O no diga en Cúcuta o en Pamplona que el chino "se pelotió" porque no le entenderán ni mu. En la tierra de la cebolla cabezona, la arepa sin sal y las cocotas, "penco" o "penca" es adjetivo que significa hermoso, atractivo; y "pelotiarse" es rodarse.

Hay palabras que son comunes en las tres provincias, como las manidas "toche" y "pingo", siendo el "pingo" más oído en el otro Santander. Sin embargo, en la zona de Cúcuta, en donde el lenguaje es más libre y descomplicado, son de uso frecuente. En Pamplona, que guarda todavía ciertas composturas y elegancias, no son tan utilizadas.

Siendo difícil recoger todas las expresiones del habla popular, considero que bien vale la pena hacer el esfuerzo, en primer lugar, por tratar de conocernos y atesorar la más fiel manifestación de la idiosincrasia del nortesantandereano; en segundo término, antes que los vientos del extranjerismo barran con lo que, de cierto, es nuéstro.

Los vocablos de la provincia o del lugar, los auténticos y populares no son - por lo general, nunca lo son - amanerados, refinados o cultos. A propósito, le escuchaba a una señora que venía del Tolima sus quejas sobre el vocabulario destemplado del cucuteño. Y no sólo se abismaba sino que mostraba su desencanto con que señoritas, jovencitos, señoras y señores, pronunciaran esa "fea palabra", decía ella, de "verraco". Se lamentaba, además, la "opita", de la falta de seriedad de la gente. Le pedí que aclarara su aseveración y respondió: es que aquí todo lo dicen como en juego, como en burla, como ….La mujer titubeó; yo advertí que pretendía decir "mamando gallo", pero no soltó esto sino un giro rebuscado: "tomando del cabello". Ni siquiera dijo "tomando del pelo".

No se admire nadie, pues, que en la tentativa de catálogo de provincionalismos que me propongo, mencione vocablos de algún espesor. Son nuestros, no podemos desconocerlos y los emplea el conglomerado de uno u otro pueblo, o en una u otra provincia.
Empezamos hoy con dos muestras.

1. Afrijolar v. t. Acertar, acomodar, ajustar. Ej.: Pedro le afrijoló un tiro a Juan. A la señorita Nicasia le afrijolaron un hijo.
2. Arrecharse v. refl. Enfadarse, enojarse. Ej.: ¿Por qué se arrechó Gustavo? - Por nada, porque le mentaron la madre. // El diccionario de la Academia de la Lengua trae el adjetivo "arrecho, a", con estos significados: "tieso, erguido. 2. Brioso, arrogante". El verbo no lo contempla la venerable entidad. Entre nosotros, el adjetivo arrecho equivale a enojado, airado, e igualmente a valeroso, osado; pero también un asunto arrecho es algo dificultoso, irrealizable.

II
26 de marzo de 1988

Continuamos con los voquibles propios de la comarca nortesantandereana. Van, para el repertorio, los siguientes:

3. Aculillarse v. ref. Llenarse de miedo. Ej.: Al ver los golpes que dispara Mike Tyson, cualquiera se aculilla.
4. Imbombera f. Ictericia.
5. Imbombo, a adj. Blanco transparente; amarillo casi blanco. Ej.: Se puso imbombo de la rabia. // Se usa para reprender a los niños, v. gr. : ¿Dónde estabas, so imbombo?; y en tono despreciativo, v. gr. : Hoy cualquier imbombo lo mata a uno por cinco pesos.
6. Atracarse v. ref. Atragantarse. Dedicarse a comer con exceso o a otra acción con entusiasmo. Ej.: Juan y Juana se atracaron a bailar como unos trompos. Luis y Pedro se atracaron a darse puños hasta reventarse.
7. Empetacar v. tr. y ref. Llenar. Ej.: Aquel dómino (fulano) se empetaca en un santiamén diez morcillas. // Fecundar. Ej.: Mirá, Lucrecia, tené cuidado con ese novio que cargás porque no es la primera vez que ha empetacado.
8. Marranear v. t. Obrar al antojo sin respeto por regla alguna. Ej.: El que tiene plata, marranea. // Comportarse groseramente. Ej.: El tipito ese rompió las copas, se puso de fresco con las damas y, por último, se quitó los pantalones; como quien dice: marraneó hasta que le supo a cacho; no se le puede invitar ni a un velorio.
9. Treque y trequecito, a adj. Simpático, agradable, gracioso. Ej.: ¡Cómo se ve de trequecita la niña con esos ricitos!
10. Arracacho, a adj. Malgeniado, taimado, traicionero, reacio a prestar un servicio cuando lo puede hacer, nada más que por ver al otro sufrir. (Sin más palabras, un muérgano, para no calificarlo peor). Ejemplos de arracachos hay por ahí en la calle y en las vecindades, por montones.
11. Engrupir v.t. Convencer con fantasías. Ej.: Le dice la esposa al marido: a mi no me venga a engrupir con el cuento de que estos tres días que pasó por fuera con los amigos estuvo rezando.

III
19 de abril de 1988

Es esta la tercera entrega sobre expresiones propias de nuestro departamento. A continuación presento algunas de las más usadas y representativas advirtiendo que se dan los significados especiales que aquí les otorgamos, además del significado común.

12. Tilingo m. Trozo o porción de algo despreciable. Ej.: En aquel restaurante no sirven sino un tilingo de carne. // El órgano sexual masculino. Ej.: Póngale calzones a ese muchachito que anda con el tilingo al aire.
13. Tilinguear o tilinguiar v. r. Colgar, pender. Ej.: Tarzán es un as para tilinguiarse de los árboles.
14. Espetón m. El espetón es una suerte de varilla en que se atraviesa la carne para asarla. En la región de Ocaña se usa el vocablo para advertir que alguien está quieto, no se mueve, por analogía con el utensilio, el que, si no lo accionan, no gira. Ej.: Lleva dos horas parado ahí como un espetón.
15. Culillo m. Miedo, temor. (Anteriormente vimos "aculillarse", del que naturalmente se deriva culillo. Le dedicamos un aparte por tratarse de una palabra nortesantandereana como la que más, aunque en otras regiones del país es conocida). La intensidad del culillo se clasifica por colores. Así, el culillo del amarillo es el más agudo o verdadero pánico. En los niños era una ofensa muy grande: le dio culillo del amarillo.
16. Templar v. r. Consumir. Ej.: El borrachito se templó otro aguardiente. // Morirse. Ej.: De la Guerra de los Mil Días no quedan sobrevivientes: todos ya se templaron. // Viajar, desplazarse. Ej.: El jugador dio tan fuerte patada que el balón fue a templar a las graderías. Ese hombre es un viajero incansable: fue a templar hasta el Japón. // Iniciarse con unas copas, calentar motores para la borrachera.
17. Templado, a adj. Valiente. Ej.: ¡Qué hombre tan templado para pelear! // La primera etapa de la embriaguez, a medias cañas, pintoncito nada más. Ej.: Con media (botella) de aguardiente cualquiera se pone templado. // Difícil. Ej.: Gobernar este país es muy templado.
18. Pelotearse, pelotiarse v. r. Rodar como una pelota. Ej.: Por esta peña abajo se pelotió el bus.
19. Mojino, a adj. Es corrupción de mohíno o color negro de las caballerías. Nunca se oye esta palabra sola sino con el voquible "negro", así: "negro mojino", para señalar la intensidad del color y con sentido ofensivo y peyorativo. En una pelea entre un blanco y un negro, éste le diría a aquél: vos son un imbombo tal por cual; el otro le respondería: más tal por cual serás vos, negro mojino.
20. Escotero, a adj. Andar los humanos sin maletas ni estorbos, y las bestias sin aperos ni carga. Ej.: Gumersinda no se complica, viaja escotera.

IV
9 de mayo de 1988

La publicación de este rol de palabras específicas del Norte de Santander ha contado con gran acogida. Lectores que recuerdan de un momento a otro un modismo han tenido la gentileza de telefonearme, o en la calle me comentan y aportan de su ciencia. Les agradezco de verdad y sigo a la espera de su contribución.

Para esta cuarta entrega tenemos los siguientes localismos:

21. Vejigo, a sust. Niño, muchacho. Se emplea primordialmente en sentido despectivo. Es término propio de la región de Ocaña. Ej.: Quitáte de ahí so vejigo.
22. Pegote, a sust. Tiene igual significación que el anterior y es, del mismo modo, particularismo de la provincia.
23. Chicote m. Cosa inservible o despreciable. Ejs.: ¿Qué tal el sueldo que ganas? ¡Un chicote! // Juan Pablo compró un anillo en la Terminal de Transportes convencido que era de oro y le resultó un chicote.
24. Guarimbo m. Aguardiente fabricado rústica y subrepticiamente (en nuestros pueblos lo llaman también "bolegancho", "rastrojero", "ñeque", "tapetusa", "cachicamo", etc.).
25. Espencarse v. r. Caer, desprenderse. Ej.: No se agarre de la brocha porque se espenca. // Dar comienzo a una acción con precipitación o incontinencia. Ejs.: Ese torero flojo tan pronto salió el toro se espencó a correr. Tenía tanta hambre el gamincito que casi no deja que le sirvan para espencarse a comer.
26. Raspaterrón (a) loc. adv. Se refiere al corte de cabello al rape o "cocolizar" como llaman los jovencitos de hoy. Pasar de raspaterrón significa en el lenguaje estudiantil pasar "raspando" el examen, es decir, con la nota mínima.
27. Penco, a adj. Pertenece este término al vocabulario de Ocaña y su zona de influencia. Grande. Ej.: Para tener ocho años ese muchacho está muy penco. // Hermoso. Ej.: ¡Qué piernas tan pencas las de aquella chica! // Coloquialmente se dice también pencote, pencota, pencocho, pencocha.


V
25 de mayo de 1988

En la muestra anterior se deslizó un lapsus calami al repetir el término "penco" en los números 27 y 28. Para que quede claro transcribo de nuevo este último número. (Aclaración hoy, en el año 2012: en lugar de escribir como número 28 el término "jurgo" se escribió "penco").

28. Jurgo. adv. de cantidad. Mucho. En ninguno de los diccionarios de colombianismos consultados figura, por lo que me late, como dicen los mejicanos, que es un vocablo nuestro. Corresponde a aquellas voces que adquieren prestancia según quien las pronuncie, tal como ocurrió con "mamar gallo" cuyo uso convalidó el premio Nobel García Márquez. En el caso de "jurgo" podríamos afirmar que adquirió categoría presidencial; en efecto, lo utilizó el presidente Barco en su accidentado viaje a Corea del Sur. Con el famoso "me duele un jurgo" expresó a sus acompañantes cuánto estaba padeciendo por una diverticulosis.
29. Arrear v. tr. Aquí interesa su significado de "mentar" en la expresión "arrear la madre", cosa que ni en el mes de mayo ni en ningún otro mes se debiera hacer.
30. Pilinchi m. Pedacito. Algo insignificante. Ej.: Cobran muy caro en algunos restaurantes por un pilinchi de carne.
31. Raicilla m. Persona odiosa o despreciable. Es expresión que se oye en Teorama y Convención.
32. Machiro, a adj. Desconfiado, receloso. Ejs.: El perro, después de la operación que sabemos, se vuelve machiro. (Se oye propiamente en Bucarasica). Los venezolanos se van a poner machiros para venir a Cúcuta con el tal seguro de accidentes.
33. Metra (de) Modismo que significa al instante, prontamente, sin alternativa. Ej.: Se precipitó de la cúpula y murió de metra.
34. Morraco adj. Enorme, pero principalmente, gordo. En otras regiones del país se dice "morlaco". Ej.: Botero no pinta sino morracos.
35. Cambimbería f. Afición a frecuentar determinadas compañías; compinchería. Ej.: Las señoritas deben cuidarse de cambimberías con muchachas que andan como bordón sin rejo.
36. Cambimbero, a adj. Compinchero.