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Es
posible que yo no haya sido la única indignada al leer el artículo
del diario La Opinión sobre la búsqueda de uranio en Norte de Santander,
que incluye entre otros municipios a La Playa de Belén. Para nadie es una sorpresa que hace años en La Playa de Belén se han venido realizando estudios de suelos buscando minerales con fines de explotación. Luego de tres años acompañando la labor ambientalista de varios músicos colombianos con los que trabajo, nunca esperé que la minería iba a convertirse en una de las tantas causas por las que hay que trabajar en el municipio. Me entristece enormemente corroborar ante la Agencia Nacional de Minería que el contrato está vigente y en marcha. Desafortunadamente, aunque lleva dos dada la concesión sólo hasta ahora nos venimos a enterar gracias a un medio de comunicación. Durante las próximas tres décadas, no sólo autoriza la exploración de suelos sino también la instalación de maquinaria y la explotación en búsqueda de, potasio, uranio, torio, bario, niobio, tantalio, vanadio, circonio y oro. La minería además de ser la responsable de catástrofes ambientales irrecuperables es la causante de diferentes daños en la salud de quienes trabajan en las minas y viven a sus alrededores. La explotación de uranio, oro y estos otros minerales, es impulsada por el Gobierno Nacional en cabeza de nuestro presidente Juan Manuel Santos, con sus mal llamadas "locomotoras del progreso". Lo que no se nos dice es el impacto ambiental, social, cultural y para la salud humana que genera la minería. Es cierto que la explotación minera no se hará en el pueblo o sus alrededores, lo que para muchos es un alivio. Pero, La Playa de Belén es mucho más que el casco urbano, somos una comunidad campesina que vive del agro, que consume productos de nuestra tierra, que compra carne, an.orgves y peces criados en las veredas. Mientras trabajo en conseguir respuestas sobre lo que pasará en nuestra región, he tenido la oportunidad de documentarme al respecto y hablar con personas que conocen del tema. Tristemente el panorama es desalentador: contaminación a gran escala, violencia y lo que más me preocupa, un muy posible deterioro del turismo por el que hemos venido trabajando fuertemente hace años. Personalmente, veo a La Playa de Belén en un par de años como un corredor turístico, lleno de cultura, de respeto por el medio ambiente, de tranquilidad y sobretodo de la misma paz que nos ha acompañado por más de 150 años. En esta visión personal de nuestra tierra, creo que no cabe el paso de maquinaria pesada por nuestras calles empedradas, no concibo la idea de empresas foráneas lucrándose de nuestros suelos o de tener que traer el agua de otro lugar porque la nuestra esté contaminada. ¿Usted cómo se imagina a La Playa e Belén en un par de años? ¿Qué pasará con el municipio si la explotación minera se convierte en una realidad? ¿Qué opinará la Red de Pueblos Patrimonio de que La Playa de Belén abra paso a la minería y su impacto social y ambiental? ¿Qué opinará la Red Nacional de Parques Naturales? Creo que es hora de abrir el debate, la opinión pública siempre ha sido la piedra en el zapato de estos grandes proyectos que van en contravía de lo que gritamos a los cuatro vientos: que "La Playa de Belén es un remanso de paz" en el que se disfruta del aire puro y la belleza de nuestro entorno. Hoy inicié una investigación que espero conteste muchas de las preguntas que todos nos estamos haciendo y ojalá pueda compartirles pronto. Mientras tanto, repliquemos la noticia, contémosle a nuestras familias y amigos lo que puede pasar en nuestra tierra.
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