¡Mi tierra, mi pueblo… MI VIDA!
Por Mery Lorena Tarazona Claro

Volví a tus calles buscando la paz de tus silencios, y las encontré colmadas de excesos innecesarios que opacaban la luz de tus farolas…

Regresé a la vieja casa, y no encontré más que recuerdos… Destruido el tejar, derribadas las paredes, enmarañado el camino… Empolvadas las ilusiones, desordenados los sueños y derrumbada la esperanza… Apagada la vieja lámpara de aceite y roído el estantillo del corredor.

Corrí a la iglesia preocupada por encontrar un espacio, así fuera pequeñito y encontré tus bancas solitarias.

Estuve en la vieja esquina, la de aquellos tiempos, esperando que apareciera un rostro familiar, pero tan solo la brisa y sus repetidos rumores pasaron junto a mi.

Decidí ir a casa, ¿pero cual casa? Si la mía es solo un recuerdo… Caminé una a una tus calles, busqué en cada esquina un rastro del pasado y algo más que un recuerdo…

No supe a que horas me abandonó la noche, quizá se fue con las lágrimas que rodaron por mis mejillas y empañaron algo más que mis ojos…

Vi asomar el sol detrás del cerro y comprendí que solo quedábamos él, la noche que ya se marchaba, mis recuerdos y yo.

Subí presurosa los escalones que llevan al descanso y noté que ya no me asustaban como en la niñez. A mitad del camino me detuve, más cansada por los años que por otras cosas…

Miré el camino a la casa de los abuelos, a la vieja escuela, vi el lugar donde alguna vez dormí bajo un gran árbol…

Y allá, a lo lejos, mucho más lejos de lo que recordaba, la casa que llenó de risas mi niñez, donde en compañía de él, mi fiel amigo, mi tierno compañero, mi perro, jugueteaba hasta que el cansancio vencía mis pasos, pero era momentáneo, no era como hoy, no me sentía tan sola en esta tierra tan mía. Basta de esperar en los recuerdos, debía terminar mi camino.

Al fin llegué allá, al sitio que hizo brotar de mí mucho más que lágrimas, que me llevó al pasado y me hizo recordar como uno a uno se fueron tus hijos, esos que fueron mis amigos, mi familia, mi vida… Pensé en como el tiempo opaca el brillo de las cosas bellas.

Y estaba allí… Viendo como había desaparecido mucho más que la palma…

 

Creo que mi camino termina aquí, no sé hace cuánto estoy pidiendo al cielo que no acabe lo bueno, que no desaparezca lo que un día fuiste en mi vida, que este calvario sea solo mío…

Ahora, frente a mi, la luz que me lleva a descansar, al abrazo tibio de los míos y a dejarte a ti, mi tierra, mi pueblo… MI VIDA!!

Melt, Marzo 1 de 2008