LOS GRANDES COMPOSITORES OCAÑEROS
Por Luis Eduardo Páez García

Dada la cercanía del Gran Concierto Nacional, el próximo 20 de julio, dedicado precisamente a destacar los valores musicales regionales, es oportuno hacer memoria sobre la vieja tradición musical de Ocaña y su antigua Provincia, que se remonta a la Colonia, según los historiadores locales.

Desfilan ante nosotros, los nombres del General Guillermo Quintero Calderón, ejecutante de la flauta, de las Bandas "La Pateadora", la Banda El Progreso, la Banda de Rufino Urón y, finalmente, la Banda Municipal, creada en 1922. Y entre los viejos compositores, no podemos olvidar a don Julio R. Jácome Niz; a Bernardino y Fabriciano Guerrero; a Nemesio, Pablo y Miguel Pino; a Rafael Contreras Navarro, maestro de maestros; a Joaquín Emilio y Carlos Guillermo Lemus Sepúlveda; a Luis Páez Caicedo, a Gilberto Núñez Sarmiento, a Miguel Ángel Quintero Pacheco; a Carlos Julio Melo y Carmen Noel Paba; a Rodrigo García de la Rosa; a Alberto Ramírez Quintero, entre quienes nos dejaron.

Pero también es procedente hablar de los grandes compositores vivos de Ocaña. Empecemos por el maestro Alfonso Carrascal Claro, autor, entre otras composiciones, de "La mugre", pieza que hoy hace parte de las 100 mejores canciones de la música colombiana, interpretada por Silva y Villalba y la Estudiantina Colombia; autor también del porro "Mi tierra" y el bambuco "Geografía del recuerdo", de "El buey" y otras melodías que aún se escuchan entre los verdaderos amantes de nuestra música folclórica andina. Coreógrafo y declamador recluido hoy en la soledad de su apartamento e ignorado por muchos que hoy se precian de "cultos". Destacable ha sido también la obra musical de Saúl Calle Álvarez, fino compositor que reside en Bogotá, autor de "La romería", "Para que nunca te vayas", "El barretón" y "Marcial", entre muchas otras. Y qué decir de Carlos Carrascal Claro, el de "Alondra", "La muelellanto" y "El compadre Samuel", o de Gustavo Quin, Jesús Neira, Pedro Trigos y Mauricio Uribe, apegados a su terruño amado y defensores a ultranza de la buena música.

Los medios de comunicación, dentro de su programación musical, no han vuelto a recordarnos las buenas melodías de Juancho y Alfredo, del Trío Hacaritama, del Dueto Los Agrónomos, de Blanquita Sierra y de otros cantores de la provincia. Un estruendoso retumbar de caja, guacharaca y acordeón, se ha tomado las emisoras obligando a las gentes a escuchar aires foráneos Ignorar los nombres de nuestros grandes artistas, sus trayectorias, sus reconocimientos locales, departamentales o nacionales y pretender darles "cristiana sepultura" en vida, es una bofetada a nuestra tradición culta sobre la cual sobrevuelan, de vez en cuando, las aves de rapiña de la mediocridad y la barbarie que hace rato está tratando de entronizar en esta tierra sagrada de Ocaña el imperio de lo baladí a través de una cohorte insulsa de personas cuyo único propósito es el de adquirir fama y prestigio a costa de lo que sea.

Vaya desde esta columna, nuestro abrazo solidario para los compositores ocañeros y de la región que han sabido mantener la dignidad pese a todo, y siguen creando y soñando con las bondades del arte, arrullados por los encantos de Clío. "¡Malhaya el que puso sombra sobre mi mejor recuerdo!"