EL MUSEO Y SU CUSTODIO

Por Gabriel Angel Páez Téllez


Este importante sitio de exposición de la historia regional de la ciudad de Ocaña funciona en el barrio de San Agustín, donde anteriormente figuraba La Casa de la Cultura “Marco A. Carvajalino” ubicada entre la Calle Real y la Amargura, inmueble colonial estratégicamente situado y que recibe al visitante con sus dos brazos abiertos: las calles antes citadas, tan importantes en la forma antigua de nombrarlas, no con la numeración usual de la actual nomenclatura, sino con los nombres de antaño; como es común en Medellín, y otras ciudades de Colombia, para señalar calles y carreras.

En mi reciente visita a la Villa de Caro, en el mes de mayo de 2006, tuve oportunidad de apreciar el Museo, que continúa bajo la dirección del académico: Luis Eduardo Páez García.

La Casa de la Cultura. hoy Museo Antón García de Bonilla es cuestión semántica, porque el Museo; al igual que la anterior: Casa, constituyen en definitiva un sitio amable en donde se fundamenta y se difunde nuestra herencia ancestral que LEPG custodia con amor y devoción, con fervoroso aprecio por las preciosas reliquias que guarda el Museo: mantas de algodón, flechas, arcos y macanas, estilizaciones de animales, figuras antropomorfas, vasijas de barro, divinidades, etc. representativos de tiempos pretéritos de la cultura precolombina, huellas talladas e imperecederas de la representación: Hacaritama y Mosquito, expresiones propias de la cultura caribe, en su expansión en la región noroccidental andina; es decir, desde la cordillera oriental hasta los climas ardientes de las sabanas del Magdalena.

Aparte de lo anterior, pude admirar los ornamentos litúrgicos del tiempos coloniales; imágenes religiosas y de héroes de la gesta libertadora; lienzos antiguos que evocan la escuela quiteña; documentos históricos, fotografías, laboriosos manteles bordados en hermosa confección; en fin, una serie de preciosos objetos que nos hacen enorgullecernos de nuestro pasado, elementos significativos del arte a través de los tiempos y que han llegado hasta nosotros, para corroborar la certeza de que pertenecemos a pueblos nobles y cultos; comunidades que desde tiempos precolombinos fueron formando nuestra disposición natural por el arte, en sus diferentes manifestaciones.

En tanto recorría los salones, admiré la amplia casona de dos plantas, que según tradición, fue habitada por don Antón García de Bonilla, el rico encomendero, hijo de don Antón, el Conquistador español de su mismo apellido. (Para mayor información sobre este personaje, sírvase consultarlo en esta página Web).

 

La Casa convertida en Museo es una construcción de teja española con tapia pisada, restaurada por el Ministerio de Obras Públicas, gestión administrativa del Dr. Argelino Durán Quintero (Véase fotografía de esta pintura al óleo que conservo y que muestra en perspectiva: el perfil de esta edificación, pintura realizada en el año 1988).

Después de describir en forma sucinta el museo; considero importante exaltar la meritoria obra que viene adelantando al interior de este centro de cultura, el amigo Páez García, persona que además dirige la Academia de Historia de Ocaña.

Se presenta en este servidor de la comunidad: el directivo que disfruta de su actividad laboral y visualiza otras actividades complementarias, espacios que permiten fijar nuevas metas, porque al dar todo de su yo comunica a los inmediatos colaboradores y a los visitantes:

el anhelo de querer hacer de este Museo: algo más que el edificio público donde se custodian colecciones de obras de arte, objetos científicos, etnográficos etc..

Durante el corto espacio de mi estadía en Ocaña, a mediados del presente año, pude disfrutar de las amenas tertulias culturales promovidas en uno de los salones del Museo, en donde pudimos darnos cita cultores de la poesía y amigos de la literatura y del arte en general. Estas actividades se realizaron en horario nocturno, no en tiempo habitual de trabajo; de allí que sea más meritoria esta actividad, porque el director las programó en tiempo extra, espacio que podía utilizar para su merecido descanso, pero en él hay esa vocación de hacedor de cultura, disposición natural que me es grato destacar como un meritorio ejemplo para todos los ocañeros.

Durante muchos años conozco a este amigo: siempre preocupado porque Ocaña no decaiga como ciudad culta; redactando artículos periodísticos en castiza prosa y en ocasiones: escribiendo poesía para diferentes publicaciones; y en años anteriores: dirigiendo la revista HORIZONTES CULTURALES, fecunda actividad periodística que por muchos años sostuvo en Bogotá y que continuó en Ocaña, aun a costa de asumir pérdidas, porque hacer cultura no es negocio lucrativo; revista que sostuvo hasta donde le fue posible hacerlo, abriendo generosamente las páginas de la revista para acoger a quienes quisiéramos proyectarnos en la literatura, como realidad lingüística mediante los recursos del lenguaje.

Me complace que este Valor Humano de Ocaña y su provincia continúe al frente de dos actividades representativas de la ocañeridad culta: El Museo “Antón García de Bonilla” y la Academia de Historia de Ocaña. Tengo la plena convicción de que nunca estuvieron estos centros humanísticos tan bien representados como en el presente, gracias a este ciudadano ejemplar que ha sabido mantener a través de los años: la ética del servidor público, actitudes que caracterizaron a sus ancestros; todo lo anterior, en beneficio del interés colectivo de la ocañeridad.

Medellín, 31 de octubre de 2006