ANTOLOGÍA
DE ESCRITORES Y POETAS DE OCAÑA Y SU PROVINCIA Por Gabriel Angel Páez Téllez. |
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Boletín
Literario No. 23 Fecha: 6 de febrero de 2006 |
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HERNANDO
URQUIJO Político, escritor y periodista ocañero. Se destacó por sus convicciones políticas y permanente vocación por los aspectos cívicos a favor de la ciudad de Ocaña. En el libro Periodismo y Periodistas de Ocaña, páginas 451 y 452, se comenta que este meritorio escritor ejerció, entre otros, los cargos de alcalde de la ciudad, y de la Secretaría de Educación Departamental. En el desempeño de su labor se interesó por la problemática educativa de la época. Gracias a su gestión se crearon varios establecimientos educativos. En su condición de meritorio escritor, dirigió varios periódicos y colaboró además con artículos cívicos y políticos en diferentes publicaciones de la prensa nacional y local. Fue Diputado a la Asamblea del Norte de Santander en representación del partido liberal. Dentro de este ideario político intervino activamente, aportando temas de debate, con su vivaz percepción de los hechos y rápido fluir de su pensamiento. En sus escritos se observa una amena prosa en donde las ideas fluyen complementadas por el aporte histórico oportuno con el que fortalece su exposición, matizada en una castiza redacción serena y equilibrada. En cierta oportunidad, el director de La Opinión, prestigioso diario ocañero fundado en 1928, se refirió a una de sus colaboraciones periodísticas de nuestro personaje: "Don Hernando Urquijo, se ha permitido enviar a este periódico el siguiente artículo (Al margen de unos comentarios), que la redacción acoge gustosamente por tratarse de un tema ideológico de innegable importancia". A continuación se presentan dos párrafos consecutivos de este artículo que servirán para darnos una idea de la de la fogosa redacción que era común en esa época de mediados del siglo XX , en que sobresalían escritos en donde representantes de los dos partidos tradicionales hacían gala de los recursos de la fuerza del idioma en defensa de su ideario partidista que en forma hablada y/o escrita dejaron huella, en especial en los diferentes espacios legislativos de la democracia participativa. "Hernando Urquijo falleció en la ciudad de Bogota en el año de 1970 (Rf. Revista HACARITAMA, 247, año 1970 El Dr. Hernando Urquijo no era sólo un escritor combativo y brillante al servicio del partido político en que militó; también hay en varios de sus escritos ese don que identifica al escritor recursivo y de talento; y lo identifica no sólo en la polémica sino además en ese amor por los valores patrios, de manera especial por su ciudad . En estos temas Urquijo se presenta además como una persona ampliamente sensible; un enamorado del paisaje nativo, y en admiración por sus gentes; en especial, por los cultores de la belleza de la palabra escrita, personajes a quienes identifica con la Ocaña, tan cercana a sus afectos. Se seleccionan dos fragmentos de una muestra de sus escritos. AL MARGEN DE UNOS COMENTARIOS Una táctica admirable para combatir al adversario es presentar sus opiniones inconexas y maliciosamente mutiladas. Así el doctor Fernández Yánez, al referirse a mi conferencia en el Teatro Municipal, obtuvo un margen de falsedad que le permitió afianzar una posición bastante favorable a las posiciones de su partido, pero reñido en absoluto con la honradez mental que debe presidir al examen de los hechos incorporados a la historia. El
partido conservador ejerció la rectoría intelectual del país
con una gramática y un puñado de sofismas. El doctor Fernández
Yánez olvidó ciertas normas del idioma, pero se hizo diestro en
el arte de sofisticar; de otra manera no hubiera cometido la audacia de exhibir
a la República antes de 1930 como un paraíso terrenal, apoyado en
el concepto interesado del señor Vasconcelos, porque remontando el curso
de los días hallamos los huesos de Pulido, de Calderón, de Piñeros,
de Suárez Lacroix y la de tantos otros liberales que cayeron bajo la inefable
santidad del régimen
BREVE ELOGIO DE OCAÑA Iluminándose paulatinamente como en un amanecer emerge la ciudad en la distancia al conjuro del recuerdo .Aún no se alcanza a vislumbrar el cerco de doradas colinas que recortan el espléndido paisaje, pero se adivina que el azul está muy próximo a la tierra. Y cuando empiezan en flamear en las calles silenciosas las banderolas del sol y a poblarse de rumores los campos verdegueantes, se comprenderá mejor que lo que aparece como un símbolo no es sino la inconfundible realidad de un pueblo que se esfuerza por mantener incólumes las preminentes virtudes de la estirpe. Los hombres que sembraron los árboles a cuya sombra suave y apacible pasamos los días insustanciales de la infancia. No quisiera que el egoísmo enturbiara la intención emocional de mis palabras, pero cuando en lo más íntimo de mi ser repercuten imperiosas las voces de la tierra, no es posible juzgar lo que se ha forjado en ella en términos de amor y de alabanza. Diré, pues, que es la manera de ser de nuestra gente hay un no sé qué de aquellos viejos hidalgos de Castilla, en cuyo talento aunaban a la natural rudeza de los hombres del agro el más puro y auténtico idealismo y rudeza que originan una concepción heroica de la existencia, cuando el vuelo de la ilusión o del ensueño se detiene en las altas montañas tutelares La lírica regional es un trasunto de la agonía del hombre ante las restricciones del paisaje y cuando el ánima trata de evadirse, de sustraerse a la fascinación irresistible de la naturaleza, ya lleva en sí mismo los elementos primordiales del dolor y de la desesperanza. Así Adolfo Milanés cantó al alma del agua Luis Eduardo Páez Courvel ha escogido la prosa de insuperable castellano, oro y azul de todas las auroras para hacerle un manto imperial de espectro alucinante de la melancolía. Ciro Osorio ha poblado las callejas de estampas medievales para espantar el miedo y la soledad en las altas noches sin fondo Y en las páginas de Alejo Villamil se siente la tristeza de los seres ausentes, en medio de un suave olor de yerbas removidas He aquí Ocaña en sí misma y a través de sus hombres. Lo que ha podido ser en el transcurso de los años y a costa de dificultades sin cuento, está ya incorporado al patrimonio común de la República. Sueños, anhelos y esperanzas, unas veces logradas, otras veces perdidas, seguirán enalteciendo su afanoso vivir, mientras que el Cristo abre sobre ella los amorosos brazos como un símbolo de apaciguamiento y de espera __________________ |