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Fue director del periódico RENOVACIÓN, y de la revista HACARITAMA
en donde se distinguió por sus escritos y dirección periodística
que hicieron de este medio, gracias a su diligente labor uno de los periódicos
mejor escritos y presentados que haya tenido Ocaña a través de su
historia periodística. Desde niño vivió en Ocaña que lo reconoció como hijo meritorio y dilecto. Hombre de buena cultura filosófica. De formación autodidacta, de él dijo el doctor Lucio Pabón Núñez "Cultivaba una extraordinaria modestia, que le vedó ocupar altos cargos a que tenía derecho y que con frecuencia le ofrecieron". (Revista Hacaritama, 247, página 13, año 1970. Por línea materna se enlazaba con la estirpe del general, Guillermo Quintero Calderón. Pero fue siempre un hombre lejos de abolengos; por el contrario, su principal cualidad fue la modestia incomparable; de la cual comentó el presbítero José María Peláez Herrera, que cuando el Centro de Historia fue elevado por ley del Senado de la República a la máxima categoría de ACADEMIA DE HISTORIA, escribió un artículo en donde exaltaba los méritos del ilustre Sánchez Rizo. Como don Luis era ajeno a los elogios no reprodujo ese escrito en los siguientes números de la Revista. Así era este hombre que vivió durante su vida un cristianismo ejemplar; y que de su bondad sin límites, sólo hay semejanza en las páginas del Evangelio. Con incomparable maestría dirigió periódicos literarios y políticos. Su labor más representativa de hacedor de cultura redundó a favor de la ACADEMIA DE HISTORIA DE OCAÑA, en donde fue miembro de número y Secretario General de la Entidad. En esta actividad y en todas en cuanto estuvo vinculado se ganó el respeto y la admiración de la ciudadanía ocañera; en especial de los que tuvieron el privilegio de colaborar con el en los diferencies espacios culturales. En el Centro de Historia de Ocaña fue de los pilares fundamentales, esto fue reconocido ampliamente y su deceso constituyó un rudo golpe para la cultura de Ocaña y su provincia. Su constancia permitió sostener con regularidad la revista Hacaritama, órgano oficial de la Academia de Historia de la ciudad. Su obra fundamental fue LA MONOGRAFÍA DE OCAÑA, escribió además investigaciones sobre la Vida y Obra del general Guillermo Quintero Calderón; así como una reseña de HISTORIA DE OCAÑA A TRAVÉS DE LOS DÍAS Y LOS AÑOS. Para los lectores de esta página Web, a continuación apartes de un escrito de Luis A. Sánchez Rizo:
En todas las épocas, desde su iniciación como unidad en el conglomerado de poblaciones que surgieron al impulso arrogante y tenaz de conquistadores y pobladores, Ocaña ha contado siempre entre sus hijos a artistas meritorios que han enaltecido su acervo cultural: Pintores, escultores, poetas, músicos, ebanistas Entre los primeros, si bien de la época colonial no queda ningún nombre auténtico, sabemos, de época posterior que al joven Samuel Quintero, sobrino del general Quintero C, prematuramente fallecido en la batalla de "La Hacienda" en San Pedro, hoy Villacaro, cultivó este arte. El doctor Leonidas Quintero triunfó en la exposición artística habida en Bucaramanga en el pasado siglo.
Con José Eusebio Caro, el poeta de Colombia, basta y sobra para eclipsar los anteriores y llenar su época. Después Daniel A Cardona, Ramón y Carlos Molina López, en sucesión Adolfo Milanés, Edmundo Velásquez, Marco A. Carvajalino - el poeta de Ocaña- los más caracterizados representantes, y podíamos citar otros como Luis Eduardo Páez Courvel quien dejó muestras de su estro, cuya lira colgó para espigar con rotundo éxito en los campos de la historiografía y cuya muerte prematura, hoy hace precisamente diez y nueve años, no cesan de llorar las letras patrias y más aun las regionales, pero nos haríamos interminables, porque como dijo el laureado vate Martínez Mutis, en Ocaña abundan los poetas. En
el divino arte: Santiago Jácome, quien logró inventar un instrumento
melodioso, el ciego Filandro Ibáñez, a quien inmortalizó
en una copla genial Joaquín Posada; Los Nogueras, con Calixto y sus hijos,
especialmente Fabriciano, primer director de la Banda Municipal; Julio Jácome
Niz, el maestro Ramón Clavijo, Nemesio Pino y un millar más. Y sólo hemos citado a algunos que entraron a la vida futura por el puerto de la muerte en espera de la resurrección prometida. Ocaña, 20 de junio de 1969. (1) El santo sepulcro de Ocaña es una joya de la ebanistería de precisión por las hermosas incrustaciones de madera y su fino acabado. Cuando
esta meritoria obra artística se adorna el viernes santo con orquídeas
y demás afectos florales e iluminación para conmemorar el entierro
de Cristo; los ocañeros y visitantes reconocemos en esta meritoria obra
: una de las maravillas del arte colombiano de todos los tiempos, que unido al
paso de la Virgen Dolorosa, con sus faroles coloniales; demás imágenes
del arte quiteño o español hacen de la Semana Santa en Ocaña,
algo digno de promocionarse ante Colombia y el mundo. Medellín, diciembre de 2005 | |||||||