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Gramático, crítico literario, prosista y académico. Nació en Ocaña el 6 de junio de 1933, y falleció en Bogotá el 22 de julio de 2003. Cursó estudios de bachillerato en el Seminario Conciliar y el Colegio Nacional José Eusebio Caro en Ocaña; filosofía en el Seminario Mayor de Santa Marta, y varios años de teología en las facultades eclesiásticas de la Universidad Javeriana. En
la Universidad Pedagógica Nacional obtuvo el título de Licenciado
en Ciencias de la Educación con estudios especiales en español. En el año de 1965 se especializó en español y en literatura en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid (España).
Posteriormente se vinculó a la Educación, en esta actividad profesional
laboró como directivo; y especialmente, sobresalió como meritorio
docente en español, latín y humanidades en general; asignaturas
que sirvió en prestigiosos colegios y universidades. LA CIUDAD Y LA CULPA es una novela escrita en forma autobiográfica. El protagonista principal en este relato novelado es un joven de nombre Arturo, que luego de dejar el Seminario y de afrontar el nuevo rol de ex seminarista provinciano, se vincula en la Educación en donde personalmente en condición de directivo y de docente, respectivamente, comprueba las falencias propias del sistema educativo colombiano, temática que registra en la vivaz percepción de los hechos. Esta
misma Editorial en 1980 imprimió su meritorio obra didáctica MORFOLOGÍA
Y SINTAXIS, obra de 256 páginas, gramática latina trabajo sui géneris
por la fecha se registró como la primera que por la época se publicó
en Colombia acompañada de un estudio previo de análisis gramatical,
que es indispensable para estudiar latín, griego; especialmente, el idioma
español. Fue corrector de estilo de la Editorial Voluntad, Entre otras múltiples actividades: colaboró con la prensa nacional e internacional; en especial con el periódico El Siglo de Bogotá; además, gracias a su consagración y esfuerzo se vinculó como investigador del Departamento de Filología clásica del Instituto Caro y Cuervo, en este importante centro de cultura lingüística laboró por varios años. Se destaca en este escritor: su amor por Ocaña y el idioma español, además su ideario en la fe y los valores cristianos. Por parte de monseñor Estanislao Salazar Mora supe que los restos mortales de del profesor Ciro Alfonso Lobo, actualmente en un cementerio de Bogotá, es posible sean trasladados al Cementerio de Ocaña. Esa fue su voluntad, según me confirmó, vía telefónica, uno de los familiares más cercanos al egregio académico.. Con base a los méritos del escritor fallecido; y en aprecio extensivo a sus familiares, contando con el apoyo de esta página Web, la galería de Escritores y Poetas, expone su biografía y uno de sus escritos a favor del latín, que según Miguel Antonio Caro: es un error considerar lengua muerta. A continuación se copia fragmento de un artículo suyo, en donde el extraordinario filólogo exalta la importancia del Latín en la formación académica de la juventud. PALABRAS PRELIMINARES Siempre que hemos iniciado la enseñanza del latín (Ayer en el colegio y hoy en la Universidad) , hemos tropezado con que los alumnos casi en su totalidad, desconocen los mecanismos básicos de la morfología y de la sintaxis del español; ignoran el proceso del análisis gramatical, " conditio sine qua non" para realizar estudios de griego, de latín, de ruso , etc. Desde la primera clase de latín, ellos se enfrentan a un mundo totalmente raro cuando nos oyen hablar de la equivalencia entre los casos del latín y los complementos del español, de las flexiones o declinaciones, etc. Desde ese momento, como por instinto, predisponen su voluntad en forma negativa para estudiar el latín, pues por primera vez como que reconocen que "no están fuertes en español". Antiguamente, cuando los programas de español incluían temas de gramática, durante el primer año de bachillerato se veía el análisis, pero su estudio se suspendía en segundo, en tercero y en cuarto año, y venía el quinto con la asignatura del latín. Sin culpa de ellos, los estudiantes olvidaban después de tres años, el análisis gramatical, por falta de practicarlo. Era entonces imposible que pudieran entender el latín. Como consecuencia de ello, se les desataba un odio tremendo al libro, al profesor y al idioma, considerando aún equivocadamente por algunas personas como una lengua muerta. La solución que se dio hace aproximadamente cuatro lustros a este problema no fue muy salomónica por parte del Ministerio: sin averiguar dónde estaban las raíces del mal, se suprimieron el bachillerato los estudios del latín. El problema se trasladó a la Universidad. "desgramaticalizados" los textos del español, las clases del colegio se redujeron a lecturas, al aprendizaje de sinónimos, a la memorización de unas pocas etimologías griegas y latinas. Estos temas, por supuesto no exigen mucha preparación; de allí que todos los años proliferan los autores y los libros de español con perjuicio de los padres de familia y con perjuicio de los estudiantes, que llegan a la Universidad con el tremendo vacío a que ya nos referimos. Hasta donde lo hemos
considerado conveniente, hemos tratado de conciliar no pocas veces las doctrinas
de algunos filólogos europeos y americanos de actualidad con los filólogos
clásicos del siglo pasado, y hemos podido comprobar una vez más
que las doctrinas de Bello de Caro y de Cuervo seguirán siendo un"
pozo de aguas vivas" para quienes deseen aprender y enseñar un español
con bases firmes. | |||