EL DUENDECILLO QUE COMÍA BILLETES
Por Alvaro Claro Claro

A propósito de las ultimas noticias sobre las famosas pirámides financieras que son el pan diario de estos días, debido a la cantidad de Colombianos ingenuos que depositaron un dinero con la promesa de verlo multiplicado por 10 en pocos meses, me viene a la memoria una historia que no sé hasta donde sea totalmente cierta, pero aseguran que ocurrió en La Playa de Belén hace unos años.

El mismo afán de las ganancias rápidas y la misma inocencia de muchos -¿por qué no?-, permiten que en nuestro querido pueblo se tejan historias dignas de Macondo. Cuentan que alguna familia campesina de cierto abolengo, al recorrer sus campos con cierta regularidad notaban la presencia de un pequeño duende que les sonreía y desaparecía velozmente por los arbustos.

 

Consultando con expertos en la materia, la familia recibió instrucciones para atraparlo y mantenerlo en casa pues era sabido de todos que estos seres son fuente de riqueza. Apenas apareciera el duendecillo, debían rociarlo con agua bendita y enrollarlo en una sábana blanca que llevara en cada esquina una Cruz bordada.

Así lo hicieron y en pocos días el duende se convirtió en uno más de la familia. Cuenta la historia que este extraño ser tenía una manera muy particular de alimentarse.

Comía billetes de alta denominación y lo más extraordinario era que al día siguiente, el nuevo miembro de la familia defecaba el doble de los billetes que se había comido en la noche anterior. Por cada millón de pesos que se cenaba, defecaba dos millones de pesos. Pues bien, el problema de la familia era su carencia de billetes para mantener la exigente dieta del duende, por lo que la familia acudió a los compadres más cercanos; efectivamente, al conocer la noticia, no dudaron en aportar un millón de pesos para el saciar el apetito voraz del peculiar ser y en menos de 12 horas se les devolvió un millón ochocientos pesos. Ya saben, 200.000 como comisión para atender otros gastos y para compensar los desvelos en el cuidado del ilustre personaje.

Todo parece indicar que, como cosa rara, la noticia no se pudo mantener en secreto y en cuestión de horas el chisme se regó como pólvora por el pueblo.

Muchos paisanos rompieron sus alcancías, otros retiraron sus ahorros de los bancos y varios buscaron dinero prestado (Pagando altos intereses) para llevar a la familia de marras el delicioso manjar para la dieta duende, eso si, con la promesa de recibir al día siguiente el 180% del dinero entregado. Ayudaban a mantener una abundante alimentación para el personaje y de paso lograban un jugoso rendimiento del dinero.

 

Dicen que los millones entregados en depósito superaba la cifra de los 50. Con las primeras luces del día, empezaron a llegar por los diferentes caminos los paisanos que habían entregado su dinero dispuestos a reclamar sus cuantiosas ganancias. Las caras de sorpresa no se podían disimular; se encontraron con la casa vacía y con la razón de una vecina, que en medio de una sonrisita burlona le informó que el bendito duende esa noche se había esfumado sin dejar rastro. Y lo más grave, sin hacer del cuerpo.

Al parecer el exceso de billetes servidos en la cena le produjo al pequeño ser un malestar estomacal muy fuerte.

 

La familia en la angustia por conseguir un remedio, se descuidó, lo dejó por unos instantes solo y PUFF... Desapareció. Igualmente, la familia para no pasar penas, a altas horas de la madrugada hizo lo mismo que el duende...

Dicen que ahora viven en una Capital, con bastante holgura. El duende les cambió la vida... Algunos paisanos todavía siguen esperando que aparezca de nuevo el duende para que les devuelva sus ahorros mientras que otros gozan recordando la increíble historia del duende que los haría millonarios