EL COMPADRE TAVO
Por Alvaro Claro Claro

Si hubo una persona que supo interpretar literalmente aquella sabia frase popular que reza "Rico no es el que tiene muchas cosas sino el que necesita muy pocas para vivir Feliz" fue Tavo Arévalo. En varias, muchas, ocasiones estuve reunido en familia compartiendo sus vivencias, y la verdad, su filosofía para enfrentar las situaciones que la vida le ofrecía era increíble. No había persona mas agradecida con la vida.

No puedo olvidar la historia que alguna vez nos contó reviviendo sus épocas de niño como miembro de una numerosa familia que debió sufrir muchas penurias económicas.

Cuenta que durante cierta época, el único patrimonio con que contaba Miña (Doña Herminia, la madre de Tavo) era una gallinita que diariamente aportaba un huevo para el acompañamiento de la arepa o la yuca a la hora de la comida de la familia. -Era una solución muy recursiva, y hoy aún lo es, de nuestras madres en épocas de vacas flacas: el huevo blandito y bien salado al centro de la mesa, la familia alrededor, puye el huevo y coma arepa o yuca.

Pues Tavo contaba que cierto día le correspondió la tarea de ir al solar a buscar el huevo para la comida y con sorpresa solamente encontró el plumero y algunos huesos de la gallina en el nido (Al parecer un zorro había hecho de las suyas en la noche).

Completamente desconsolado y agitado ante tamaña tragedia, Tavo regresó a contarle lo ocurrido a Miña, quien en ese momento iniciaba el rezo del rosario.

¡Mamá! Mataron la gallina, apenas quedaron las plumas… Algún animal se metió al patio y se la comió. ¡Ahora qué haremos! exclamaba Tavo con honda preocupación… Miña en su asiento, lo mira tiernamente, termina el Ave María lentamente y le responde: ¡Dios le quita es al que tiene! No se afane mijo, cada día viene con su afán y el de arriba nunca desampara. Y continuó rezando el Rosario impasiblemente.

Tantas dificultades sorteadas en su niñez y en la juventud forjaron una persona que disfrutaba al máximo con las cosas más sencillas de la vida. Cada logro económico por pequeño que fuera lo mostraba con orgullo y satisfacción; había que ver como comentaba los éxitos de su familia, en especial los de sus hijos. Pues esta forma tan especial de Tavo para narrar sus vivencias dio lugar a que una de sus frases con las que ponía de manifiesto su gratitud con la vida por los beneficios alcanzados, en poco tiempo pasara a formar parte del refranero popular de nuestro pueblo: CUANDO YO ERA POBRE…

La amistad con mi papa fue a toda prueba. Incondicional como debe ser entre hombres leales, honestos, francos, respetuosos y solidarios. Compadres a carta cabal por siempre.

Tavo fue toda la vida un conversador admirable, tenia una facilidad de palabra asombrosa, un gran sentido del humor y un desparpajo para relatar sus reminiscencias envidiables; sobre todo si había un trago doble entre pecho y espalda.

Lo gozado nadie se lo quita a uno. Reza la sabiduría popular. A pesar de los apretones económicos que la vida le impuso, Tavo fue buen parrandero, amigo de la fiesta y el jolgorio en sus años mozos. Los chascos que le sucedían en muchas de estas rumbas daban pie para anécdotas memorables. El refranero popular se nutrió con otra frase célebre de Tavo en sus estados de euforia. A pesar del tiempo, hoy se mantiene en la memoria de los Playeros, pero esta será materia de otra nota.

Por ahora, nos queda imaginar como estará el ambiente en el mas allá con Tío Juancho, Tío Camilo, Juan de Dios, Rafines, Güicha Pérez, Emiro Arévalo, Francisco Pérez y Tavo Arévalo echando cuentos con San Pedro.