¿INDIFERENCIA, O AUTO-DESTRUCCIÓN?

Por Alonso Velásquez Claro

Uno debe preguntarse por lo menos una vez en la vida, si en medio de la vorágine global encuentra su sitio. Si podemos interiorizar el concepto de pertenencia al planeta, y si somos capaces de sentir que nos encontramos integrados cada día con más fuerza al asunto planetario.

Desgraciadamente, debemos reconocer que no.

Generalmente dejamos que otros lo hagan por nosotros. Otros dicen, piensan y hacen por nosotros. Este nosotros, es tan pusilánime, ocioso, carente de compromiso, que bien pudiéramos decir, somos seres de otro planeta. No vivimos en la Tierra, solo andamos de paso y no nos interesan los problemas de estos seres estúpidos.

Ni siquiera somos capaces de asumir nuestros problemas comunitarios, como de todos. Creemos firmemente que lo que a otro le sucede no nos alcanza.

Así pasa con la pobreza, la miseria, las guerras, el hambre, la violencia. Ignoramos el hambre de los países africanos y asiáticos, pero también el hambre de nuestra propia gente, aquí al lado de nuestra casa, en el barrio.

Ignoramos las guerras genocidas en Medio Oriente, Palestina, Afganistán, Colombia, pero también los procesos de persecución contra los nativos y originarios.

Ignoramos la destrucción de los pulmones verdes del mundo como la Amazonía de Brasil, los bosques de Australia, pero también la destrucción de la Patagonia y de las selvas húmedas del Sur.

Decimos amar la democracia, pero solo cuando ésta nos permite expoliar a nuestro vecino, enriquecernos y hacer leyes que nos amparen en perjuicio de los derechos de los demás.

En fin, hemos demostrado que somos la peste del planeta: codiciosos, avarientos, prepotentes, intolerantes, ignorantes, absolutamente indiferentes a nuestro entorno humano y ambiental…

JESÚS ALONSO VELÁSQUEZ CLARO ("nano")
Floridablanca, Abril 30 de 2008

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