LA
POESÍA VIVE
Por Alonso Velásquez Claro "NANO" |
Los problemas sociales de nuestro país están delante de nuestras narices y nos negamos a verlos, quizá porque en el lugar más cenagoso de nuestra interioridad sentimos que nuestra preciosa piel vale más que la de un niño de Sarajevo o los manteles de nuestras mesas, no se tienden en Ruanda. Sin ir tan lejos, salvo algunas excepciones, no levantamos un dedo por los niños de la calle ni nos preocupa la pobreza extrema de familias enteras, talvez porque no nos ha tocado en desgracia habitar las casas mas que precarias de los cordones de miseria que rodean nuestras “progresistas” ciudades. La palabra desprovista de contenido, ni salva ni tan siquiera sirve de nada: Sin sentimientos, tiene la vida efímera de una flor, sin acción es un odre vacío, sin ética es un insulto sin ideas y al servicio de las ideologías, sean ellas las que fueren, se pone escandalosamente al servicio del panfleto. ¿Qué lugar, entonces, puede ocupar la poesía en el mundo actual? El de resistencia, sin dudas. Resistir aunque nos lean unos pocos, resistir hasta convertirnos en célula primordial, si fuese necesario. Resistir aunque los demás no comprendan el por qué, ni el para qué. Resistir para aferrarnos a lo poco de condición humana que aún nos queda. Esta es nuestra obligación como poetas y nuestro derecho a no caminar junto a los parias del mundo. Porque a pesar de todo, no queremos perder la esperanza -utopía más bien- de convertirnos alguna vez en ese espejo donde jamás se reflejen las mentiras de un mercado todopoderoso que atonta, donde jamás se refleje la crueldad infinita de creer en la necesidad de las guerras, donde jamás se refleje la estupidez de pensar que el dolor del otro, no es nuestro dolor. Para los que mandan, los poetas somos esos extraños seres que se empecinan en publicar libros con ese “producto indigerible” al que damos el nombre de poema; libros con los que nunca alcanzaremos riqueza ni poder, ese para de dioses a cuyo altar se someten. A ellos les es más provechoso masificar y manejar el mundo a través de las bebidas colas, los “jeans” de determinadas marcas o los mensajes subliminales que prometen un mundo mejor, a pesar de los cada vez más altos índices de desocupación, la educación más privada y costosa, los hospitales cada vez menos gratuitos y la seguridad cada vez más agujereada por la inseguridad. Para los que mandan, los poetas somos
seres casi marginales: No nos consideran un escollo, para sus planes…
¡Pues que lo sigan pensando¡ Algún día el
omnipotente mercado estallará porque su corazón y su cabeza
están carcomidos por la podredumbre. Caerá como han caído
otros imperios igualmente disolutos e, incluso otras culturas, cuando
olvidaron que los absolutismos llevan el germen de la destrucción
en sí mismos. Desgraciadamente caerá luego de haber infectado
gravemente el cuerpo social, después de haber causado todo el
daño posible. Y cuando esto suceda, allí seguirá
estando la POESÍA, esa lámpara incorruptible, para decirnos
lo mismo de siempre: Si te sabes mirar por dentro serás un individuo
pero también una parte del todo; si hurgas en tu interior, aunque
no existan las palabras que definan con exactitud ese oscuro laberinto,
verás tu propia ciénaga y, al verla, tu soberbia se verá
seriamente comprometida y te será posible acercarte al dolor
de tu hermano; si quieres sentirte un ser humano no tienes más
opción que asumir el sufrimiento pues no existe otro camino para,
al menos, suavizarlo. Si quieres emprender la maravillosa aventura de
conocerte, ahí, en el mismo sitio donde ni la filosofía
ni la psicología consiguieron demasiado, está la POESÍA… Floridablanca (Santander) marzo 3 de 2006 |