LA OCAÑA DEL RECUERDO

A los pies de este monte bendecido
donde refulgen limpias las plegarias,
he vuelto para ungirme con sus aguas
y a liberar mi corazón contrito.

A la virgen morena pongo por testigo
de mis amores por la vieja Ocaña;
la que esculpida está dentro de mi alma
con el recio buril de mi cariño

A esa Ocaña de artistas concebidos
al arpegio de tiples y guitarras;
la que su música culta interpretaba
en las retretas que mató el olvido.

A la Ocaña coqueta de vergeles floridos
cuyo aroma en las noches embriagaba,
la de los frutos exóticos que daban
el barbatusco, el cocoto y el caimito.

A sus mujeres de cuerpo alabastrino
en cuyos ojos la noche se hospedaba,
las que a punta de versos claudicaban
y eran uno: el amor y los sentidos.

A la Ocaña de próceres nacidos
de mujeres fecundas y patriarcas
que dejaron su impronta revelada
en la hidalguía y el coraje de sus hijos.

A esas calles de Ocaña que anduvimos,
comprando la pasión en las ventanas,
al sonoro compás de las guitarras
y al arrullo de un verso amanecido.

La del fiel trovador con su sencillo
pregón de ilusiones y nostalgias,
aspirando a robarle el sol al alba
para ponerle a su adorada un nicho.

A la Ocaña gloriosa del poema sentido,
a la tierra de Caro, Milanés y Tablanca,
de Carmen, Bernardina y Nicolasa,
de Miguel Angel Pacheco y la de Eligio.

A la Ocaña de Alfonso, de Carlos y Flaminio,
la de Blanquita Sierra y de Yolanda,
la de Contreras, el padre de la banda
la de Lemus, de Paba y de Clavijo.

II

Desconozco esa Ocaña de remisos
que sembraron de muerte sus labranzas
y en sus calles mutaron la esperanza
por cruces de dolor y sacrificio.

Desconozco esta Ocaña de alaridos,
donde reina de nuevo la emboscada.
Que se deshizo del don de la palabra
y en silente dolor se ha convertido.

Abomino la Ocaña de este siglo
que cambió su cultura milenaria
por una concepción atrabiliaria
de convivencia en el solar nativo.

Quisiera descubrir el entresijo
en el que sobrevive nuestra Ocaña:
Los unos desangrándole las arcas
y los otros mirando complacidos..

III

Hora es ya de que cierres los postigos
que permitieron del terror la entrada;
de fundir en el crisol de la esperanza
el amor redentor de tu destino.

El futuro que añoro en mi delirio
para vos, mi ciudad de la añoranza,
está lleno de luces y bonanza,
de ocañeros volviendo del exilio.

Una plegaria entono en mi retiro
por la anhelada paz de la comarca,
por la vasta provincia Hacaritama,
por la que tengo el corazón cautivo
y en los ojos marcada la nostalgia...

Girón, Julio 11 de 2009

JESÚS ALONSO VELÁSQUEZ CLARO ("nano")

 
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