Gallinazo en concierto
Por Alonso Velásquez Claro

Mariano Claro Torrado, se ha convertido en los últimos tiempos en mi lazarillo en materia cultural o mas bien, en el "ábrete sésamo" de mis largos encierros de fin de semana, en la calurosa Villa de San Juan de Girón. El sábado inmediatamente anterior, cuando pensé como muchas veces pensaba Emiro Arévalo Claro (q.e.p.d.) que iba a tener que pasar el día del padre "en la más abyecta y profusa soledad", condenado a la rutinaria flagelación mental de mis crucigramas, pues... ¡téngale…!, sonó el bendito celular y entonces, mi amigo me alegró el día, con una generosa invitación a un concierto ofrecido por el cantautor piedecuestano Gonzalo Navas Cadena y es aquí donde ustedes se preguntarán, ¿bueno y ése, quién demonios es? Pues nada más ni nada menos que PABLUS GALLINAZUS, el mismo que aún deambula por las agrestes breñas santandereanas, "arriando" su Mula Revolucionaria, masticando flores, recordándonos que mientras en un baile hay un diamante y se derrochan trago y prostitutas, en las calles frías del Bogotá de los 70's y aún ahora en este siglo de luces color y tecnología, en la calle hay un niño, muchos niños que mueren de hambre y de frío. Es el mismo "larguirucho" y desgarbado muchacho que con la bendición y protección de Gonzalo Arango, Jota Mario Arbeláez y Elmo Valencia, armaron el despelote más hijuemadre de que se tenga noticia en Colombia, al fundar un movimiento que les dio por llamar "Nadaismo". Se proclamaron auto existencialistas, ensalzados contra los mitos y los temas patrios, violadores de usos y costumbres, instauradores del orden por medio del desorden y según su manifiesto nadaista resumido allá por los años sesenta, responsables literarios de la negativa a la imposición cultural del academicismo en los estamentos políticos, sociales y religiosos del país. Pues bien, allí estaba yo... Haciendo lo que jamás pude hacer en mis tormentosos años juveniles: Observando con sorpresa y expectación, la vitalidad de ese artista que tanto admiré de niño. Canto y habló como siempre, sin pelos en la lengua. A sus 66 años está enterito, como diría mi mamá y con esa irreverencia que siempre le admiramos quienes vimos en él, un adalid de los menos comprendidos, de los más maltratados, de los menos escuchados...

Dos cortas horas pasaron desde que empezó el concierto, al lado de su hijo ENEAS, a quien le cantó en todas y cada una de las etapas de su vida, al lado de Tita su esposa y rodeado de todos sus nietos y nietas... Yo estaba tan metido en el cuento, que hasta me remonté a las épocas en que nos reuníamos en el Parque Ángel Cortés de La Playa, a la luz de la más hermosa luna que haya vuelto a ver en mi vida y al arrullo de mi primera guitarra, tarareábamos junto con Álvaro Claro, Tavo Tarazona, Carmen Páez y tantos otros amigos "La gente de la gran ciudad", "Principito gamincito", "Caín y Abel", "Silvestre Garavito" y todo el cúmulo de canciones que el artista de marras ponía a competir con las baladas de moda reinantes.

Tan embelesado estaba en las venias y despedidas del artista, que no me di cuenta de la presencia luminosa de una hermosa bumanguesa, ofreciéndome un aromosa y espumeante copa de vino, cortesía de Don Álvaro Navas Cadena, hermano de Pablus y que sería como el brindis anticipado de los festejos correspondientes al día del taita, celebración mercantilista y amañada cuyo único recuerdo grato que me deja es el haberme embriagado de buena música, de cálidos recuerdos y una que otra lágrima furtiva...¡¡¡ Gracias pariente, por el regalo!!!!

JESÚS ALONSO VELÁSQUEZ CLARO (nano)

Girón, Junio 22 de 2009