EL CIRCO AGUILA
Por Alonso Velásquez Claro

Esta sencilla crónica, que pertenece a una hermosa etapa de mi pasado, está dedicada a todos aquellos amigos que directa o indirectamente participaron en ella. A los que aún viven, les envío un abrazo fraterno y a los que nos precedieron en la temprana partida hacia la eternidad, la certeza de recordarlos a la hora de la diaria oración. Al Dr. César Julio Contreras, mi afecto y reconocimiento sincero por enseñarme que, "arar en el mar es bueno, siempre que se siembre un pez...".

El día en que nos vieron bajando de "Pelagorro" con las tres varas de tamasuco, inmensamente grandes y largas para nuestras edades, yo creo que más de uno en La Playa se asombró… incluyendo a mi mamá, quien por esa esa época ya no se sorprendía por nada que viniera de la calenturienta imaginación de su único hijo.

La idea persistía en nuestras cabezas con obsesiva celeridad. Escogimos la casa donde vivía Ilvia Alvarez, por sus características y porque, entre otras cosas, uno de los socios fundadores habría de ser su hijo "Tique". Allí en la mitad del patio encementado, empezamos a construir el andamiaje para instalar el trapecio… Sí, así como lo oyen: "el trapecio". Los trapecios pertenecen a los circos y nosotros estábamos absolutamente decididos a "montar" el primer circo, en donde sus actores fueran netamente criollos. Con la discreta complicidad de Ilvia y Marucha Cañizárez, nos dimos a la tarea de levantar el travesaño del cual pendería el trapecio, el cual nos pareció ya terminado, imponentemente hermoso para lo poco que sabíamos de circos.

Pasaron varios días de angustiosa espera, mientras nos preparábamos rigurosamente para nuestra primera presentación en público. Nos encerrábamos en nuestro coliseo sin carpa y maquinábamos los pormenores de todos y cada uno de los números propuestos para futuras presentaciones. Con unos pocos ahorros que logramos recoger entre todos, mandamos elaborar en la Tipografía Iris de Ocaña, un flamante sello de caucho que rezaba, rimbombante: CIRCO "AGUILA".- De La Playa para el mundo. Después de verlo impreso en una arrugada hoja de mi cuaderno de cooperativismo, no pude evitar una lágrima que furtiva e irreverente bajó hasta la comisura de mis labios; en mi incipiente ignorancia de entonces, yo me sentía García Márquez admirando su Macondo.

En hojas de cuaderno recortadas simétricamente, comenzamos a imprimir la boletería que decía más o menos:

CIRCO AGUILA
De La Playa para el mundo
BOLETA DE ENTRADA
Adultos.. $ 30 centavos
Niños...... $10 centavos

Y rubricaba la boleta, el sello de "nuestra empresa" con un aguililla de alas extendidas que era como la impronta de nuestros sueños.

Por fin llegó la fecha acordada para nuestra presentación oficial. Confieso aquí, que mi memoria se ha ido deteriorando un poco, cada vez que una nueva cana se empeña en cambiarle el color a mis cabellos, pero esa fecha… ¡cómo olvidarla! Ese Sábado 20 de Octubre de 1971, fabriqué una corneta de cartulina azul claro y junto con Güicha y Tique, empecé a lanzar a todos los vecinos del Barrio Santa Marta, nuestro mensaje de invitación:

"Esta noche, espectacular inauguración del Circo Aguila. No se pierda usted por ningún motivo el espectáculo del circo más pequeño, pero más auténtico del mundo…"

"Vé Candelo, yo no entiendo por qué decís eso de auténtico", me dijo Tique. Entonces yo le respondí: "Claro, pendejo: ¿No vés que en los circos estudian desde chiquitos para hacer lo que hacen y a nosotros nos tocó aprender solitos…? "Este toche tiene razón", ripostó Güicha con su peculiar risita burlona.

La gente que escuchaba nuestra perorata, se reía con incredulidad de lo que anunciábamos, pero se iban con la intriga de querer descubrir esa noche, a las 7 en punto, la razón de nuestros largos encierros en esa casa. Azuzados por el entusiasmo de convocar la mayor cantidad de gente, resolvimos darle la vuelta al pueblo tres veces, pregonando el aprendido parlamento de un comienzo y recibiendo, por añadidura, tal y cual golpe en la cabeza con pepas de tártago y jaboncillos, lanzados por el "Morcillo" y Rubelindo Acosta, quienes para entonces, eran nuestros más enconados perseguidores.

Una radiola portátil marca RCA, que si no estoy mal, aún existe en la casa de Don Manuel Antonio Claro y que había pertenecido a nuestro siempre recordado Padre Campo, sirvió de soporte para la reproducción del disco de 78 RPM que me había prestado luego del consabido sermón, Don Aliro Claro Torrado, el cual traía por un lado el pasodoble "España Cañí" y por el otro "Madrileña"; este último pasodoble era el que más se aproximaba a las marchas que le habíamos escuchado a los pobres y poquísimos circos que habíamos tenido la oportunidad de ver en La Playa, para ese entonces.

Alvaro Claro, el hijo de Esther Emilia, ofició esa primera noche de sonidista y animador, quizás con mayor voluntad y entusiasmo, que con conocimiento de causa. El receptáculo donde se encontraba la regadera, sirvió de cabina de sonido y sala de logística, para que nuestro flacuchento Alvaro, finiquitara los últimos detalles para proceder al inicio de la función.

Luego de verificar el aforo total de la carpa, que consistía en 11 adultos cómodamente sentados en taburetes, 7 adultos de pie y 14 niños dentro de los cuales reconocí al Rubelindo y al Morcillo, quienes con una maligna sonrisa esperaban, pacientes como los demás, a ver si el espectáculo justificaba los diez centavos que con cierta reserva habían pagado por la entrada.

Todos los "artistas" nos encontrábamos ya ubicados y listos en nuestro "camerino", que no era más que un extremo del anchuroso corredor, el cual habíamos adaptado amarrando unas cortinas de colorines, ayudándonos de la pared y dos estantillos que se hallaban estratégicamente situados allí.

Por fin, a las 7:30 de la noche, se apagaron las luces quedando el patio iluminado por una hermosa y cómplice luna llena que le infundió a nuestro animador la energía suficiente para anunciar con voz en cuello: "SEÑORES Y SEÑORAS, NIÑOS Y NIÑAS: TENEMOS EL GUSTO DE PRESENTAR ANTE TODOS USTEDES EL CIRCO AGUILA. UN ESPECTÁCULO CREADO PARA LA DIVERSION SANA, HECHO PARA PLAYEROS Y POR PLAYEROS". Seguidamente, al anuncio del show cómico de "Tomatico" y "Ensalada", salimos como por un ensalmo mágico Güicha Cañizárez y yo, dando tumbos entre la gente, estrellándonos contra todo y empleando algunos términos como "cuchufleta" en vez de escopeta, "cariculiambro" por cara sucia, "pan de yuca" por amigo y otros que se me escapan. Pero la hilaridad general se produjo, cuando en un acto espontáneo, "Tomatico" me preguntó si yo me atrevía a montarme al trapecio para realizar alguna pirueta que pudiese anticipar a los asistentes, el advenimiento del próximo número. Entonces ni corto ni perezoso y con esa peligrosa suficiencia que producían en mi espíritu aquellos vigorosos 15 Junios, me trepé sobre la varilla y comencé a mecerme con la ayuda de mi compañero payaso, casi hasta tocar los techos de la casa. A la cuenta de tres me lancé al vacío, pero al abrir ambos pies para quedarme suspendido cuerpo abajo, me fallaron los cálculos y creo que en esos instantes Dios premió nuestras buenas intenciones de sana diversión para la gente, porque no sé en qué momento, giré dos veces en el aire, cayendo perfectamente acurrucado sobre el duro cemento. Entonces el público se puso de pies y con un estruendoso aplauso despidió nuestra primera presentación de payasos. Me ruborizo al pensar ahora, que la gente esa noche, salió convencida de mis habilidades como acróbata del trapecio…, sin tener yo la más remota idea de su manejo…

"En el segundo acto de esta noche".- anunció el animador.- "viene ante ustedes, el sorprendente Mr. Davis, para deleitarlos con sus maniobras en el trapecio aéreo volante." Davicito Jaimes como cariñosamente le llamábamos, era el hermano de Azula, la niña más hermosa, más sensual y la que produjo por aquella época los más devastadores deseos de concupiscencia, en nuestros candorosos corazones. Salió entonces con su aire marcial; traía por atuendo una sudadera de color azul oscuro, con una franja blanca a cada lado y unos botines rojos pisa huevos, traídos de San Antonio del Táchira por Moncha, su mamá. Previamente se había untado en el torso una generosa cantidad de aceite Jhonson para impresionar a la concurrencia, pero era obvio que no podía evitar las evidencias de su impúber cuerpo.

Con una venia casi caricaturesca, saludó al respetable e inmediatamente saltó felinamente hacia el trapecio. Contrario a lo que nuestros detractores pensaban, Mr. Davis realizó su faena impecablemente con dos cristos a derecha e izquierda, tres descolgadas consecutivas dobles, o sea, en los dos pies y tres en un solo pié, para finalizar con un acto que erizó la piel de la gente, cuando con imponente decisión se paró en la varilla del trapecio y luego de una vigorosa mecida de techo a techo, se lanzó al vacío y en una sincronía perfecta entre cuerpo y mente, quedó colgando sostenido por sus pies en un lento vaivén que terminó únicamente cuando los asistentes en una mezcla de estupor e incredulidad, silenciaron la interminable ovación con que lo premiaron.

Después de una segunda salida de los payasos Tomatico y Ensalada, ingresan al escenario las primas Cañizárez con la misión de mostrar sus habilidades en el difícil arte del equilibrio artístico. Carmita la mayor, luciendo un short negro con vivos rojos, sube una escalera de doce barrotes sosteniendo sobre su frente un vaso de vidrio lleno de agua hasta los bordes y luego se regresa en reversa sin derramar una sola gota del líquido. Seguidamente se dan a la tarea de montar sobre tres botellas de "Tisquirama", un pesado taburete. El público aguanta la respiración cuando Mayra, la más pequeña de las equilibristas, se dispone a trepar sobre aquella premeditada trampa. Durante 40 segundos que más parecen horas, logra al fin su propósito haciendo una reverencia desde su mortal tribuna. Despiden su acto, levantando cada una de ellas sobre su barbilla, una larga y pesada vara sobre cuyo ápice reposa otra de menor dimensión.

Vuelve a la carga nuestro flaco animador anunciando la exclusiva presencia de "EL INDIO VULCANO": El hijo del fuego, el señor de las llamas, representado en su hermano Campo Elías que por esas épocas era el más neurótico y temido miembro del grupo que conformábamos. Le alcanzaron un hachón furiosamente encendido el cual cogió de su mango y acercándolo a su cara, vomitó sobre él una bocanada de gasolina, provocando una inmensa bola de fuego que se elevó hasta el cielo e iluminó los contornos de la casa. Repitió unas cinco veces el proceso y a continuación le alcanzaron un recipiente del cual sacó una sustancia entre aceitosa y verdosa la cual esparció por sus brazos, su cuello, la espalda y todo su torso hasta la cintura, para proceder luego a pasar la crepitante tea por su cuerpo con desesperante lentitud… Un cuchicheo general se escuchó y algunos murmuraban: "esto parece obra del patas". En esos momentos ocurrió un episodio que hoy, después de 34 largos años, aún me produce la misma risa desenfrenada de aquella noche. "EL INDIO VULCANO" al notar la curiosidad que había despertado entre la gente, decidió repetir el acto, para lo cual solicitó a su hermano animador que le alcanzara el recipiente que contenía el ingrediente mágico anti-quemaduras. Introdujo su mano dentro y comenzó de nuevo el rito de aplicar la sustancia sobre su cuerpo. Agarró el hachón y al pretender pasarlo por su pecho, las llamas lo abrazaron y comenzó a gritar: "¿quién me llenó el hijueputa tarro de gasolina?". Todos nos asustamos incluidos los asistentes, pero logramos remediar la situación, no sin antes recibir los demoledores madrazos de Campo Elías, quien juraba adelantar una exhaustiva investigación para descubrir al culpable de las ampollas que ya empezaban a inflarse en el pecho y en los brazos. Sobra decir que nunca se supo si el cambio en el contenido del totuco fue accidental o por el contrario, una vil estrategia para opacar el éxito y la fama que estaba obteniendo nuestro juvenil artista. La música anuncia una nueva entrada de los payasos, que entre otras cosas olvidé describir en un comienzo. Mi tío Moncho nos había fabricado unos zapatones hechos con cartón grueso y una capellada de tela fuerte, parecida a la lona y que nos daban una apariencia bastante ridícula, ya que eran demasiado largos y anchos para nuestras pequeñas estaturas. Marucha, la mamá de Güicha, nos confeccionó unos gorros de colores bastante subidos que hacían juego con una chaqueta y un pantalón de bolas de colores, con fondo rojo. El maquillaje consistía en una capa de Griffin blanco, encima del cual pintábamos flores con lápiz labial de color rojo encarnado y remataba el arreglo facial, con una bola de ping-pong roja que se sostenía en la punta de nuestra nariz, gracias a la magia de un pequeño caucho, casi transparente, amarrado en la parte trasera de nuestra cabeza.

Al finalizar nuestra última salida humorística, el anunciante manifestó a la concurrencia: "La última parte de este espectáculo multicolor está a cargo de un personaje que está íntimamente ligado al atrevimiento y al peligro. Vestido de osadía se presenta ante todos ustedes, ¡TIQUE!, el Hombre Gacela en el aro de la muerte…". Apareció entonces en el escenario, el artista. Traía puesta una sudadera blanca, absolutamente pegada al cuerpo y unas botas Croydon de color rojo, que vaya usted a saber con cuánto sacrificio se las habría comprado la vieja Ilvia, en el "Almacén Sofía". Hecha la venia de rigor en medio de los aplausos, procedió a instalar los objetos necesarios para su número. Extendió un remendado colchón de paja, forrado en tela de rayas multicolores y en uno de sus extremos se ubicaron las primas Cañizárez, sosteniendo un aro de bicicleta sin sus radios, el cual tenía varias ranuras simétricas a su alrededor. El muchacho ceremoniosamente se acercó al aro, metió la mitad de su cuerpo en él y retrocedió aproximadamente cuatro metros; seguidamente emprendió veloz carrera, se lanzó en sangüía a través de la circunferencia metálica y efectuando una vuelta de candela aparatosa pero perfecta, aterrizó sobre el "mullido" colchón. El animador anuncia que para ponerle más nervio al espectáculo, el artista agregará otro peligro a su salto. Entonces sale "TIQUE" de la cocina con cuatro filosas cuchillas de 12 pulgadas y las inserta dentro del rin. Tal como la vez anterior, retrocede y embiste su objetivo logrando pasar sano y salvo el peligroso obstáculo. El público vibra emocionadamente, percibiendo la valentía y el arrojo de nuestro compañero. Acto seguido le introducen a la rueda cuatro cuchillas más, iguales a las anteriores, para un total de ocho…

Manifiesta el animador que esta es una parte crítica, por lo tanto el público debe permanecer en perfecto silencio, si no se quiere poner en riesgo la vida del acróbata. Este se dirige al aro para verificar que su torso y el resto de su cuerpo, quepa perfectamente por ese pequeño espacio que le regalan los ocho cuchillos. Se santigua por tres veces, se lanza a toda velocidad y ante el asombro de todos, una vez más logra su cometido sin ningún contratiempo… Y el paroxismo total ocurrió cuando el intrépido TIQUE, le anexó a la mortífera circunferencia cuatro bolas de trapo ardiendo, gracias a los efectos del combustible previamente aplicado sobre ellas. Repite el ritual anterior, exceptuando el de medir su cuerpo en el aro, por obvias razones y emprende la consabida carrera, se lanza a través de la informe llamarada con sus cortantes cuchillos, pero en esos momentos ocurre un suceso que arranca un grito de angustia de todas las gargantas: una de los cuchillas se rompe y vuela espectacularmente por los aires, presagiando una desgracia. Todos contuvimos el aliento, esperando que nuestro amigo se incorporase y al hacerlo, se muestra ante nuestros ojos incrédulos, ¡completamente ileso..! Los botines Croydon habían evitado la desgracia. Con la salida de todos los artistas al escenario, se despidió esa noche la primera presentación del Circo Aguila.

La noticia de lo presenciado, se fue esparciendo por toda la comarca como un reguero de pólvora. Anduvimos de boca en boca para bien y para mal; algunos nos veían como verdaderos quijotes, luchando contra la precariedad de un medio en donde culturalmente no había nada que ver excepto, claro está, lo que nos enseñaban en la Escuela Urbana. Dentro de lo positivo estaba el hecho de habernos convertido en la moda del momento, hasta el extremo de imitarnos. Toño Picón, en compañía de los hijos mayores de mi tío Guillermo y otros que se pierden en las nebulosas del recuerdo, armaron su propio circo y nos montaron competencia, formando con esto una especie de división político-administrativa dentro del casco urbano, puesto que nuestros detractores y furibundos críticos, se volvieron adeptos del nuevo circo aduciendo que el nombre que teníamos, lo decía todo: "Aguilas… para robar…". Entonces empezó la división: De la callejuela de Sayo para abajo, apoyaban y asistían a las funciones de los rivales y de ahí para arriba, teníamos nuestra fortaleza, incluidos los entes oficiales, el poder eclesiástico y la gente de algunas veredas como Rosa Blanca y Santa Bárbara, irrestrictos simpatizantes de nuestro espectáculo.

Por la época en que ocurrieron estos hechos, oficiaba como director espiritual de la feligresía playera, el Presbítero Cesar Julio Contreras quien recientemente había llegado de Italia, cargado con un cúmulo inmenso de conocimientos, dentro de los cuales llamaban poderosamente mi atención el arte de la música, que ejecutaba con una maestría y una delicadeza difíciles de imitar y de cuya admiración nació mi amor por la guitarra; instrumento que él mismo, con un cariño casi paternal, me enseñó a ejecutar. Posteriormente, gracias a ese bagaje cultural adquirido en Europa, a la visión futurista que tenía sobre cada objetivo que se proponía, a la probidad de su corazón y al aprecio que fácilmente le inspiraron los pobladores, fundó junto con un grupo de eximios playeros, lo que hoy conocemos como el Colegio Nacionalizado "Fray José María Arévalo"; el cual junto con la Administración Municipal y la ciudadanía en general, está en mora de rendirle un tributo de agradecimiento y admiración, en vida…

Decía que luego de varias presentaciones, llegó a oídos del párroco, la historia de nuestras hazañas circenses y con esa capacidad suya para entender el alma de los niños, nos propuso realizar un acto, exclusivamente para homenajear a otros sacerdotes que estaban de visita por esos días, cumpliendo unos retiros espirituales en nuestra parroquia. Luego de ese show personalizado que hicimos para los sacerdotes y de las consabidas felicitaciones por parte de éstos, el padre Contreras se convirtió en nuestro sempiterno admirador, sobre todo de las estrambóticas actuaciones de los payasos y su premeditada torpeza; tanto que al año siguiente y hasta cuando tuvimos la dicha de compartir su presencia física, por insinuación suya, era inevitable en cada acto cultural del colegio, una salida mía al escenario con mi traje de bolas de colores sobre fondo rojo, para ejecutar las muecas, ademanes y estrepitosas caídas que producían en su espíritu una inobjetable paz, traducida en sonoras carcajadas que contagiaban generosamente a los demás observadores…

Como todo en este mundo tiene su Alfa y Omega, la historia del Circo Aguila llegó a su fin de una manera inesperada y por qué no decirlo, dramática. Sucede que por el mes de Diciembre, en vísperas de una función especial mediante la cual esperábamos colmar todas las expectativas, se enfermó una de las estrellas predilectas de la gente, Mr. Davis, el trapecista suicida que entre otras cosas, se había convertido en el perturbador sueño de más de una sardina en uso de atención. No sabíamos qué hacer. Nadie de nosotros podía reemplazarlo. ¿Quién como él, para este difícil acto? Aparece entonces como por encanto, Carrique Armesto, el hijo de "Cuya" Tarazona, afirmando con la eterna convicción de su terquedad, ser la solución inmediata para nuestro incómodo problema. Reunidos en concenso y bajo la advertencia de que la "contratación" era meramente temporal, convinimos en aceptarlo y lo invitamos a nuestro recinto actoral. Con la firmeza y decisión de quien conoce (aparentemente) su oficio y ayudado por todos, se guinda sobre el trapecio, pidiendo que lo mesamos fuertemente… "Más duro", "más duro", "más duro". - repite sin cesar. Quiere a toda costa demostrarnos sus capacidades. El artefacto se mueve peligrosamente a una velocidad vertiginosa; el hombre se prepara y a la cuenta de tres se lanza hacia atrás, abre sus dos piernas pero misteriosamente la barra de metal se desprende de las argollas y va directo al piso con el cuerpo de Carrique… Un estruendo terrible ha llamado la atención de los vecinos: Ilvia, Marucha, Libar Peñaranda y Nacho Ortiz, acuden presurosos a detectar qué ha ocurrido. Mientras tanto, atontado, con los ojos en blanco y sangrando profusamente, nuestro amigo está siendo conducido al Puesto de Salud ubicado al lado, para que la señora Ana, trate de ayudar al herido. Los resultados finales, no son nada halagüeños; la suerte no es nada benigna para con un grupo de niños que quisieron poner a volar su imaginación: Trece puntos en la frente de Carrique, una fea cicatriz que aún persiste y una investigación judicial que nunca terminó porque jamás empezó, ya que hasta ahora nadie se explica, quien diablos le quitó los pasadores de seguridad al trapecio, para que Cuya Tarazona instaurase un denuncio ante el Juzgado Promiscuo Municipal por "SABOTAJE CRIMINAL".

Bucaramanga, 30 de noviembre de 2005 (Libro de Visitas www.laplayadebelen.com)

Apreciado Dr. Cesar Julio:

Muchas gracias por sus palabras. Ellas son el talismán con el cual conjuro las tempestades de mis desaciertos.

Tomo la vocería del Director de esta página web, para comunicarle que cuenta con la autorización y el espacio que considere necesario, para que envíe o publique lo que a bien tenga. Es más, sería para nosotros los playeros raizales, de enorme satisfacción, que usted pudiese retroalimentar toda la información posible acerca de la historia de la fundaciòn del Colegio, obra magna dentro de nuestra comunidad y
por la cual todos vivimos eternamente en deuda con usted.

Reciba mi abrazo fraterno y anexo el de todos los playeros que le aprecian y recuerdan con cariño.
Alonso Velásquez Claro

Cúcuta, 29 de noviembre de 2005 (Libro de Visitas www.laplayadebelen.com)

Cordial Saludo,

De antemano agradezco al licenciado Alonso Velasquez por su afectuoso recuerdo y reconocimiento, expresado en su crónica "El Circo Aguila", escrito con la fluidez y amable picardía que siempre lo han caracterizado.

Conociendo su pagina web, me gustaría ingresar, con su venia, una sencilla canción mensaje, de mi autoría, dedicada al recuerdo de las épocas inolvidables del colegio y a la admirable proyección de este hermoso pueblo. Espero una pronta respuesta al correo electrónico anteriormente mostrado, donde se me especifique todos los pasos que debo llevar a cabo para la publicación. Agradeciendo de antemano.

CESAR JULIO CONTRERAS zaidarocio78@yahoo.com


 

Cúcuta, 29 de noviembre de 2005 (Libro de Visitas www.laplayadebelen.com)

Cordial Saludo,

De antemano agradezco al licenciado Alonso Velasquez por su afectuoso recuerdo y reconocimiento, expresado en su crónica "El Circo Aguila", escrito con la fluidez y amable picardía que siempre lo han caracterizado.

Conociendo su pagina web, me gustaría ingresar, con su venia, una sencilla canción mensaje, de mi autoría, dedicada al recuerdo de las épocas inolvidables del colegio y a la admirable proyección de este hermoso pueblo. Espero una pronta respuesta al correo electrónico anteriormente mostrado, donde se me especifique todos los pasos que debo llevar a cabo para la publicación. Agradeciendo de antemano.

CESAR JULIO CONTRERAS zaidarocio78@yahoo.com