SEMBLANZA DE DOÑA ESTHER EMILIA CLARO VELÁSQUEZ

Por Alonso Velásquez Claro (Nano)
 
 

Mi próximo viaje a La Playa de Belén no tendrá el encanto de reencuentro con la figura menuda y bonachona de ESTHER EMILIA CLARO, una de las familiares que más cercana estuvo a mis afectos, desde las lejanas épocas de mi infancia. Confieso que va a ser muy difícil para mi, llegar a esa querida casa y no escuchar su voz cariñosa, con esa frase suya que siempre fue como un ensalmo para conjurar mis desasosiegos: "vení, vamos para la cocina y nos tomamos un tintico…"

Y allí en esa cocina que conozco desde siempre, comenzaba la charla amena y descomplicada con esta mujer que vivió siempre adornada con el ropaje limpio de las almas buenas.

 

De palabra fácil y espontánea, decía que siempre había un rinconcito amable de su corazón, para cada uno de sus hijos y para mi que sin serlo, estoy seguro de su eterna preocupación por mis andanzas, porque, como tantas veces me lo confesó, le recordaba siempre a su hijo ALVARO ANTONIO, por aquello de que siempre fuimos soñadores irredentos y aventureros de la vida en tiempos difíciles.

Quizá una de las características que más me acercaba a ella y que siempre me recordó a mi mamá desde su muerte, fue su abnegación. Ese estoicismo con que veía el mundo y la elementalidad con que tantas veces nos consoló y aconsejó en momentos difíciles, poniendo un énfasis especial en nuestra creencias religiosas y recalcándonos esa fe en el Creador, que siempre la acompañó hasta el último momento.

Hoy que ha emprendido el camino impredecible hacia la eternidad, se me ocurre pensar que parte de su regocijo y de la felicidad que pudo encontrar en este mundo, la constituyó el haber conformado un hermoso y ejemplar hogar, al lado de un hombre honesto y trabajador y el haber formado unos hijos que serán repetidores consecuentes de su historia, precursores fieles de sus enseñanzas y prueba fidedigna de su fructífera existencia.

Ahora, en este momento cuando escribo estas palabras y me tomo un "tintico" en su memoria, no puedo evitar esta lágrima profunda, sincera, callada, que me regresa 25 años atrás y me hace pensar que mi madre por segunda vez, ha muerto. Por eso comparto con Manuel Antonio, Campo, Álvaro, Luz Marina, Elba Luz y Carlos, este íntimo sentimiento y este inefable vacío que ya empieza a instalarse en nuestros corazones.

Estoy seguro que su sonrisa franca, su palabra limpia y su abrazo afectuoso, seguirán viviendo perdurablemente en el recuerdo de quienes tuvimos la oportunidad de confesarle mas de una vez, nuestro cariño nuestro afecto y nuestra admiración.
¡¡¡Hasta siempre Esther Emilia….!!!

JESÚS ALONSO VELÁSQUEZ CLARO ("nano")
Girón, Noviembre 7 de 2011