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Vivir el día y vivir el momento presente es una actitud sabia
e inteligente. Salirse del presente, del ahora, para ir a divagar por un futuro
incierto y un pasado muerto es una solemne estupidez. *
Los niños pequeños siempre se les ve felices y alegres porque tienen
su mente en el presente, en el ahora; la mente del niño pequeño
jamás está en el pasado alimentando la nostalgia; tampoco se va
para el futuro para llenarse de expectativas y miedos irreales. *
Si la mente se va para el pasado (el cual sólo existe en la memoria)
se llena de nostalgia en el presente, y si la mente se va para el futuro (que
es un invento de la imaginación) se llena de ansiedad en el presente. Nadie
sufre en pasado, ni nadie sufre en futuro. Todos sufrimos en presente. *
Los adultos mayores se sientan en la mecedora a rumiar el pasado y se llenan de
nostalgia y se deprimen. Los adultos se van para el futuro incierto y se llenan
de temor. Los abuelitos se lo pasan dando consejos a toda hora a los adolescentes,
desconociendo que la época de ellos es completamente diferente a la que
están viviendo los chicos de hoy en día. *
Comparar tiempos pasados y tiempos futuros con el tiempo presente es la más
grande estupidez que comete el ser humano porque la raíz de todo sufrimiento
se deriva de la comparación, cosa que no hacen los niños. Jamás
veremos a un niño pequeño sentado en una mecedora, callado y taciturno,
rumiando el pasado; tampoco lo hallaremos con la mirada perdida en un punto espacial
pensando en el futuro. Un niño no dice: "¿Qué será
de mi si se muere mi papá? ¿Quién me va a cuidar?
Y si también se muere mi mamá
¿Cómo
voy hacer para vivir?". El adulto supone: "Si yo muero: ¿qué
será de mis hijos?, ¿Quién los cuidará? Y si me echan
del trabajo ¿de que voy a vivir?" La mente del niño pequeño
jamás hace ese tipo de trapecismo intelectual por la sencilla razón
de que su mente siempre está en presente. *
Razón tenía Jesús cuando afirmaba que para entrar al reino
de Dios (la paz interior) teníamos que volvernos niños. *
El secreto de la felicidad de los niños radica en que su mente siempre
está en presente disfrutando lo que la vida les depara cada día.
Razón por lo cual un niño, desde que se levanta hasta que se acuesta,
juega doce o catorce horas. Uno se pregunta ¿de dónde saca tanta
energía un niño para jugar catorce horas seguidas? El secreto está
en que la mente del niño está siempre en presente y no gasta la
energía en supuestos mentales, en expectativas inexistentes, en temores
inventados de un futuro incierto. Los niños tampoco gastan la energía
en los recovecos del ayer, recodando "aquellos tiempos mejores" ni en
cosas que quedaron pendientes por hacer. O en resentimientos por lo que alguien
me hizo. La mente del niño no compara, y al no haber comparación
no hay señalamiento, menos juzgamiento ni sentencias. Los niños
no critican. Los adultos gastan sus energías en los supuestos mentales. *
El adulto se sienta meditabundo en una silla de la sala y se pone a SUPONER COSAS,
y lo más increíble es que todos esos supuestos mentales se los cree
y se llena de miedo por el futuro y de allí pasa a la frustración,
para finalmente descender a la depresión. El ser humano moderno se ha vuelto
depresivo porque su mente no está en el presente. En otras ocasiones, la
mente del adulto se va para el pasado a recordar videos de cosas que les ha sucedido
y esos videos se los trae para el presente y, por ende, se llena de nostalgia
o de resentimiento en PRESENTE, porque nadie sufre en pasado ni en futuro. * La enseñanza que nos dan los niños es muy clara: ¡LA VIDA ES UN JUEGO ! DISFRUTALO!.. Disfrutar lo que la vida vaya deparando cada día. Eso no quiere decir que uno no haga planes, por supuesto, todos hacemos planes, pero ¿Quién o qué nos garantiza que los planes van a salir como los proyectamos? Nadie planea ser pobre ni nadie planea una enfermedad, sin embargo ambas se presentan en nuestras vidas sin haberlas solicitado, entonces ¿Por qué llegan? Por ello insisto, desde esta columna, a que el lector se decida a VIVIR EL DIA. Yo no diseñé esta filosofía, el autor de ella es Jesús cuando dice: "No os preocupéis por el día de mañana, vive sólo el hoy, que el día de mañana traerá sus propias preocupaciones". | ||||||