¡No
puede ser! Es contradictorio tener fe en Dios y preocuparse. El fuego y el agua
no pueden estar juntos, porque el agua apaga el fuego o el fuego evapora al agua.
La luz y la oscuridad no van al mismo tiempo en el mismo lugar, porque la una
es la ausencia de la otra. La luz es la ausencia de la presencia de la oscuridad
y la oscuridad es la ausencia de la presencia de la luz. La luz disuelve la oscuridad.
La fe verdadera en Dios disuelve las preocupaciones. Decides viajar, llamas a un amigo, en quien tienes total confianza, para que cuide tu apartamento con tus cosas. Si confías, completamente, en él, viajas tranquilo, pero si desconfías y piensas que puede descuidar tu apartamento y perder tus cosas, viajas intranquilo. Vas al médico, en el cual tienes total confianza. Te examina y te dice lo que debes hacer para superar la enfermedad. Sales tranquilo del consultorio porque confías plenamente en él, pero si dudas, sino crees en lo que te dice, ¿puedes estar tranquilo? Si confías en el médico, no te pones a discutir el tratamiento, simplemente lo aceptas y lo sigues. Si verdaderamente confías en Dios, si tienes fe total en él, y dejas que él se encargue de tus problemas, por más graves que sean, ¿Por
qué sigues preocupándote? Cómo es eso que confías
en un amigo, en un médico, en un abogado, pero cuando se trata de Dios,
de tener plena confianza en el Poder Supremo, ¿dudas? La
preocupación es desconfianza, la falta de fe es inseguridad. La confianza
y la preocupación no pueden ir juntas porque la una niega a la otra, la
presencia de una es ausencia de la otra. Vas a la iglesia, rezas a Dios, pero
llegas a casa y sigues preocupado por tus problemas. Es decir que no confías,
totalmente en Dios. ¡Confías en Dios sólo cuando aceptas que
todo lo que sucede es su voluntad! Si
verdaderamente confías en Dios, si tienes fe total en él, y dejas
que él se encargue de tus problemas, por más graves que sean, ¿Por
qué te preocupas? Cómo es eso que confías en un amigo, en
un médico, en un abogado, pero cuando se trata de Dios, de tener plena
confianza en el Poder Supremo, ¿dudas? El
evangelio dice: Amarás al Señor, tu Dios, con todas las fuerzas
de tu mente, con todas las fuerzas de tu corazón y con todas las fuerzas
de tu alma
! Todo lo demás te será dado por añadidura
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