Cuáles
lunas de Júpiter o corchos en un remolino, todos los días tienes
los mismos pensamientos, girando alrededor de tu cabeza, sobre lo que hizo, sobre
lo que se dejó de hacer y sobre lo que hará. Actividad mental, esta,
que determinará tu clima interno para sentirte entusiasta, optimista, frustrado
o depresivo, porque ¡como piensas
sufres! ¡Dime como piensas y te diré como sufres!
Y como no tienes el hilo de Ariadna para salir del laberinto conceptual, de la
encerrona mental, todos los días regurgitas los mismos pensamientos, en
un juego psicológico de querer y no poder, de anhelar y no conseguir, de
planear y no realizar, que cual suplicio de Tántalo baja la cabeza y no
alcanza el agua de la vida y estira la mandíbula y no puede morder lo que
desea, entonces sufres porque temes perder lo que tienes, sufres porque desesperas
no alcanzar lo que planeaste, sufres porque no pudor hacer lo que quisiste hacer
y sufres al sentirte culpable por todo lo que hubieras hecho.
Así,
cada día que pasa, el cuerpo envejece, la mente endurece y la salud se
deteriora, y en esta encerrona mental, te pierdes por recovecos imaginarios sin
hallar salidas, lo que finalmente hace que te llenes de temor y de miedo; pirañas
silenciosas, estas, que carcomen las entrañas, y antes de morir exclamarás:
¡Qué estúpido
he sido al buscar en la cabeza lo que estaba en el corazón! ¡Al buscar
afuera lo que estaba dentro de mí!
¡No
eches en tu mochila las piedras con las que tropiezas por el camino porque el
viaje se vuelve lento, pesado y agotador! ¡Deja los resentimientos en las
orillas del ayer no lo traigas al presente! ¡Deja tus temores en el futuro,
no los traigas al ahora! ¡Deja fluir el agua porque si se estanca, se empoza
y huele mal!
¡Deja
fluir la vida! ¡Deja ir lo que se tiene que ir y acepta lo que llega con
cada día! De este cuerpo se fue la niñez, la adolescencia
y la adultez ¡suéltalos! y deja llegar lo que tiene que llegar: la
vejez, la enfermedad, el desencanto. ¡Acepta lo que trae cada nuevo día
y no pongas peros
! porque se apilan y huelen mal!
Así
que si quieres paz mental: ¡Deja fluir los pensamientos!, no
te detengas en ninguno de ellos! Es como estar en la playa viendo fluir las olas:
sin clasificarlas, ni compararlas, ni degradarlas, ni criticarlas; ¡O como
cuando estás parado sobre un puente peatonal viendo fluir los carros
!
sin detenerte en ninguno de ellos!
Esta
dinámica espiritual se llama
PRESENCIACIÓN.
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Texto
del libro LA VIDA ES COMO ES.
Alfonso Lobo Amaya. Marzo 23 del 2020
Alfonso Lobo Amaya (LOBITO)
Escritor - Matemático.
lobitoamaya@hotmail.com