— Banda La Merced:

Don Francisco Arévalo Claro 22/04/1893/ - 15/07/1945 Por su iniciativa y gestión, en 1942 se creó la Banda de Músicos La Merced. Fue creativo y emprendedor. Con su hermano Ismael, llevó a La Playa de Belén el primer automóvil, un ford modelo 28. También, con su hermano Ismael, creó un establecimiento de comercio con sucursales en Ocaña y Barranquilla. En La Playa de Belén, vendían mercancías nacionales y extranjeras: sombreros, cobijas de lana y algodón, medias, corbatas y artículos de lujo; cigarrillos, confites y licores. Compraban cebolla, café, granos y otros productos. Contaban, también, con un expendio de carnes.

Don Manuel Julián Arenas Pérez, uno de los músicos más importantes de la Banda La Merced, fue bautizado en la parroquia de San José de La Playa de Belén, el 15 de noviembre de 1912. El registro eclesiástico dice que el párroco suplió la ceremonia de bautismo, administrada por el señor Agapito Pérez, por inminencia de muerte del niño. "El parto fue de gemelos —dice su hijo José Roberto— pero el compañero no sobrevivió". Había nacido el 12 del mismo mes y año, en el hogar de Francisco de Paula Arenas y Romualda Pérez. Fueron padrinos, Antonio Claro y Mariana Durán. Francisco de Paula era hijo de José Trinidad Arenas y Ramona León León. De sus ancestros paternos, dijo don Benjamín Pérez Pérez:

"Don Trino Arenas, por ejemplo, era oriundo de San Gil. No sé cómo y por qué, en una época en que no había medios de comunicación, y aun más, en la que nuestro pueblo, entonces naciente aldea, no ofrecía atractivos que estimularan en lo agrícola o en lo minero la afluencia de personas extrañas, él vino de tan lejos, se residenció allí y allí se casó. El matrimonio tuvo muchos hijos que posteriormente fueron troncos de familias muy honorables y de natural disposición para la música, la pintura y aún para la escena: Emilia, Sotera, Visitación -mi abuela paterna- Leonor, Pacho y Gratiniano.

"Todos en sus buenos tiempos ejecutaban con mucha habilidad el tiple y el acordeón, pero me referiré, en especial, a Pacho Arenas, quien por muchos, muchísimos años, fue el organista titular de la parroquia. Este hombre alto, corpulento, rubio, de ojos azules y dotado de una bien afinada voz de bajo, manejaba el armonio con una maestría que hoy necesariamente evoco cuando escucho al pianista Oriol Rangel en la televisión.

"El escenario, desde luego, era la iglesia, en las misas dominicales. Durante los intermedios de silencio que la liturgia ofrecía entonces en el ofertorio de la consagración, Pacho quebraba la majestuosa calma del sagrado recinto, alborotando el ambiente con un alegre pasillo o un bambuco fiestero que indudablemente en vez de inspirar místicos arrobos en los devotos asistentes debían de inflamar los corazones y despertar mundanos arrebatos especialmente entre los hombres a la vista de las apacibles playeritas de ondulantes cabelleras y dóciles cinturas, acaso no esquivas para el baile". (Fragmentos de la entrevista de Guido Pérez Arevalo a don Benjamín Pérez en 1974)

Manuel Julián, vivió durante sus últimos años, en Cúcuta, en el barrio Cúcuta 75, allá fuimos a entrevistarlo con Álvaro Claro Claro y Sixto Nahún Ovallos Ascanio. Setenta y tres años pesaban sobre su existencia como un fardo de miserias. Álvaro publicó con sus apuntes unas reminiscencias sobre la Banda de La Merced y participó con éxito en un concurso histórico promovido en 1984.

En sus años jóvenes, Manuel Julián fue un todero, un hombre ingenioso y creativo, cuyos buenos servicios demandaba la comunidad, para decorar el altar de la iglesia, reparar toda clase de artefactos y desarrollar actividades de carpintería. Fabricó trompos, hizo globos de múltiples colores, pintó paisajes campesinos sobre discos de 78 revoluciones; sobresalió como fotógrafo, y diseñó los más caprichosos barriletes que vimos elevar los niños de su tiempo.

Dos lágrimas furtivas rodaron sobre el rostro de Cayán. Conmovido por la presencia de sus paisanos, extendió sus brazos con paternal afecto y sonrió con una mueca temblorosa de sus labios. Sus ojos claros, apagados por los años, no pudieron precisar las imágenes de la fotografía, levantada en las manos de Álvaro; pero la había contemplado tantas veces en sus buenos tiempos, que no era necesaria la visión, casi perdida, para identificar en las imágenes borrosas, el lugar y el modo en que posaron sus compañeros, ataviados con sombreros «Borsalino» y saco de paño.

No fueron los únicos miembros de la banda de músicos «La Merced”. También formaron parte de ella, Jesús Emiro Claro Velásquez, Arnulfo Arévalo Claro, Gerardo Alvarez, Eduardo Pérez, Enrique Arévalo, Antonio Luis Peñaranda, Ciro Ovallos Arenas y su hermano Aurelio, entre otros. Tocaron en las fiestas de Hacarí, Aspasica y La Vega de San Antonio. En La Playa de Belén, tocaron en las fiestas patronales y en las misas de aguinaldo, y acompañaron a nuestra gente en memorables retretas. Las retretas las tocaban a $5.oo y los bailes, los cobraban por piezas, tasadas a $ 0.50.

«La Banda de Músicos La Merced se creó en 1942, por iniciativa del señor Francisco Arévalo Claro —le dijo Cayán a Álvaro Claro—. Él vivía en Convención, pero se trasladó a La Playa de Belén, por invitación del señor Arévalo. Inicialmente se compró un marcante o bajo (Tuba), para Cayán, y los compañeros aportaron sus instrumentos, seguramente con la ayuda de don Francisco.

En 1944 se desintegró la Banda La Merced. El bombo, los platillos y el marcante fueron vendidos a Guillermo Sarmiento, residdente en Convención, quien más tarde los vendió al municipio de San Calixto.

En el bombo, como puede apreciarse en la fotografía, don Manuel Julián Arenas Pérez dibujó el nombre de la banda y una lira; los nuevos dueños ante la imposibilidad de borrar el dibujo, se vieron obligados a darle la vuelta al cuero.

Por los achaques de la vejez y las dificultades economicas, llegó Cayán a Cúcuta. El bajo perdió en esta ciudad su importancia como medio de subsistencia, pero guardaba, sin embargo, un valor sentimental inalterable en la vida de su dueño. Tuvo un triste final: fue fragmentado, pesado y vendido para utilizar el cobre, por una suma irrisoria: tres pesos. El notable músico Pablo Tarazona le compró la boquilla por veinticinco pesos. El músico playero, don Manuel Julián Arenas Pérez, falleció en Cúcuta, el 20 de abril de 1988, informó su hijo, don José Roberto Arenas Quintero.

Su nombre surgió de la chispa criolla, por la piel morena de los músicos. En aquellos años era frecuente el remoquete de chulo o gualí para referirse a las personas de piel morena. Nuestra banda, entonces, pasó a la historia con el mote de «Gualicera», a pesar de los esfuerzos de sus gestores para que se les reconociera como «Banda Patatoque». Don Benjamín Pérez le agregó el sobrenombre de «La Pateadora», por la costumbre que tenían los músicos de marcar el compás mientras tocaban. La componían los hermanos Pacho, Luciano, Higinio y Emiliano Álvarez. Además, intervenían, Alfonso Durán y otros residentes en la cercana fracción de Patatoque. Su primer maestro —recuerda— fue don Hipólito Jaime a quien remplazó don Nemesio Pino Navarro. Su asesor permanente fue don Benjamín Claro Ovallos, notable músico, con privilegiados conocimientos de solfeo.

Sobre el mismo tema, el abogado Jesús Alirio Álvarez Claro, residente en Cali (QEPD), me envió la siguiente nota: «De Juan Álvarez y Agapita Bayona, nacieron Francisco, Encarnación, Rito, Emiliano y otros, casi todos arrieros y músicos de la primera banda de Patatoque, conformada por hijos y nietos de Juan Álvarez».

El decreto, antes mencionado, dice en su artículo 1o. "Créase la Banda Municipal Patatoque, de La Playa de Belén. En su artículo 2º. declara como fundadores a Guido Pérez Arévalo, Jesús A. Jaime y Gilberto Claro Lozano, Alcalde Popular.

Dice doña Rosalba Claro Sepúlveda, que durante su administración, contrató los servicios del profesor Juan Jaime, residente en Ocaña, quien recibía por su actividades, de enseñanza, la suma de cuarenta pesos ($40.00) por hora. También recuerda, entre los músicos, al señor Alirio Álvarez, quien todavía colabora con la organización musical.

Juan Jaime, músico, director y formador de la Banda de Buenavista, es el abuelo de don Jesús Alfonso Jaime Barbosa. Fue él quien enseñó —dice don Jesús Alfonso— a sus hermanos, Hipólito, Agustín y Maximiano; también a su hijo, Ramiro, padre de Jesús Alfonso. Tanto el músico más antiguo de la nueva Banda Patatoque, Alirio Álvarez Álvarez, vinculado al grupo musical en 1991, como el profesor Jaime Barbosa, aseguran que el profesor Juan Jaime cumplió funciones de formador, pero no de director de la Banda.

1991. En el artículo 3o. se citan los nombres y los instrumentos de los integrantes de la Banda: Octaviano Tarazona Ramírez, Clarinete 1; Esthela Claro Velásquez, Clarinte 2; Agustín Pérez Velásquez, Clarinete 3; Juan Velásquez León, Trompeta 1; Fernando Velásquez, Trompeta 2; Campo Elías Pacheco Rueda, Saxofón alto; Francisco León Álvarez, Saxofón alto 2; Alirio Álvarez Álvarez, Bugle; Jesús Alonso Velásquez Claro, Corno; Yader Guerrero Pérez, Trombón 1; Carlos Adolfo Claro Claro, Trombón 2; Germán Ricardo Claro Claro, Redoblante; Leonardo Álvarez Arévalo, Bombo; Luis Alfredo Suárez Serrano, Platillos.

El artículo 4o., dice: "Reconózcase públicamente la gestión realizada por el doctor Guido pérez Arévalo en la consecución y donación de los instrumentos". En el artículo 5o. se reconoce la generosidad de la colonia playera residente en Cúcuta, por la donación de un instrumento de percusión. Firman el decreto, Gilberto Claro Lozano, Alcalde; Marleny Peñaranda Arenas, Secretaria.