De
aquellos tiempos surgió el apelativo de "Ciudad levítica"
para el amado terruño, por el incremento de las vocaciones sacerdotales:
algunos jóvenes ingresaron al Seminario Diocesano de Ocaña y alcanzaron
la ordenación sacerdotal, entre ellos, Froilán Rincón Carrascal,
Alejandrino Pérez Amaya, Alcides Velásquez
Claro, Roberto Claro Arévalo, José de Jesús Claro Ovallos.
Más tarde: Ramón Carrascal Arévalo, Jesús
Aníbal Pérez Sánchez y Jesús
Emiro Claro Torrado. A la Orden de Predicadores, en Bogotá y Chiquinquirá,
ingresaron, Campo Elías Claro Carrascal, Domingo
de Guzmán Claro Carrascal, Octaviano José
Arévalo Claro e Ismael Enrique Arévalo
Claro. MIguel Ángel Pacheco Claro estudio,
durante algunos años, en los claustros dominicos pero terminó vinculado
a un seminario diocesano. Fray Campo Elías Claro alcanzó la dignidad
de superior de los Dominicos en Colombia. Emiro Antonio
Arévalo Claro, Benjamín Pérez
Pérez, Raúl Estanislao Claro Carrascal, y otros, superaron
los estudios de filosofía pero no esperaron la consagración sacerdotal.
Sin embargo, la formación en los claustros religiosos rindió sus
frutos. En la adolescencia,
me llevaron los tíos sacerdotes al seminario Jordán de Sajonia de
Bogotá y allá estuve durante tres años, 1955 1957;
hacía parte de un grupo procedente de La Playa de Belén, integrado
por Luis Alberto Blanco Esteban, hijo de doña Marina, telegrafista local
(familia oriunda de Bucaramanga); Luis Humberto y Miguel Ángel Pacheco
Claro, hijos de don Antonio Pacheco y doña Sofía Claro Arenas; Bladelmiro
Pérez Arévalo, hijo de don Carlos Pérez Claro y doña
Olivia Arévalo Navarro; Jaime Velásquez Velásquez, hijo de
don Emilio Velásquez Claro y doña Ofelmina Velásquez; Edinael
Arévalo Velásquez, hijo de don Salvador Arévalo y doña
Anaís Velásquez; Ángel Arévalo Carrascal, hijo de
don Nicolás Arévalo y doña Ana Delia Carrascal; Rafael Rizo
Pérez, hijo de don Carlos Rizo y doña Eumelina Pérez. Más
tarde, Manuel Isnardo Claro Arévalo, hijo de don Manuel Jesús Claro
Arévalo y doña Faride Arévalo Claro; Omar Pacheco Claro,
hijo de don Antonio Pacheco y doña Sofía Claro Arenas. Únicamente
Miguel Ángel Pacheco alcanzó la ordenación sacerdotal. Carlos
Daniel Luna Manzano, contemporáneo de los primeros sacerdotes, adelantó
sus estudios en el colegio José Eusebio Caro de Ocaña y volvió
a su pueblo como director de la escuela urbana; más tarde participó
en la actividad política, fue diputado a la Asamblea Departamental y brilló
como músico, poeta, escritor y fotografo. Con
ellos se integró el primer centro cultural de La Playa de Belén
denominado Casa Gardeliana. El nombre rendía homenaje a Carlos Gardel,
compositor, actor de cine y cantante de tangos, el mejor de la historia; la sede
fue la casa de doña Herminia Carrascal, quien fuera la esposa de don Guillermo
Arévalo Claro, hermano de mi abuelo Francisco. Allá se reunían
los seminaristas durante las vacaciones y con ellos levantaban la totuma los estudiantes
de otros establecimientos educativos y acuciosos lectores de los libros que traían
los arrieros y los empleados del correo que cubrían la ruta Cúcuta,
Ocaña, La Playa de Belén, Aspasica, El Cincho y Hacarí. No
faltarían los músicos, que los había muy buenos, entre ellos,
Benjamín Claro Ovallos, Luis Jesús Claro Ovallos, Aurelio Ovallos
Arena, Francisco de Paula, Gratiniano, Modesto, Julián, Roque y Élfido
Arenas. Y, para no alargarme, los miembros de las banda de La Merced y Patatoque
(La Gualicera). Pero
el compadre, no contento con la narración de aquellos acontecimientos,
también trae la lista de los más asiduos contertulios de la Casa
de Miña: Emiro Arévalo Claro, Rodolfo Pérez, Luis Jesús
Bayona Pérez, Luis Carlos Vega, Neftalí Sánchez Claro, Herminio
Bacca, Benjamín Pérez Pérez, Manuel Jesús Claro Arévalo,
Gerardo Claro Velásquez, Roque Arenas, Elí Durán, Gerardo
Álvarez, Gerardo Emilio Pérez Claro, Agustín Arévalo
Carrascal, Jesús Ovallos Arena, Luis Claro Ovallos, Enrique Álvarez,
GGerardo Manzano. Él no se incluye, pero asoma la cabeza en la biblioteca
de su hermano Gerardo Emilio a quien le sacaba libros románticos, a hurtadillas,
para satisfacer su pasión por la lectura. Finalmente,
mi compadre Miguel Ángel Pérez Claro sugiere la creación
de un espacio en nuestra web de la Casa Gardeliana. Pues aquí está. Seguramente,
quedaron en el tintero otros nombres, entre ellos los de Santiago Durán,
Juan Nepomuceno Claro, Luis Jesús Pérez Amaya, Ignacio Arévalo
C. y Trino Coreco, de quienes se guardan coplas, poemas y cantos populares. Aquí
va la muestra: |