Alonso Velásquez Claro 
  


ESTORAQUES, HOY

El tiempo se ha dormido entre las finas piedras,
pero tú sigues, tú vuelas, extiendes las abatidas alas
mas allá de las noches que arden en la historia.
¡Oh Playa, aún más reluciente que las nobles estrellas.
Reconstruyo tus calles, el oro de tus ruinas alzadas
en un soplo de gloria!
Lloro sobre tu suelo donde el olvido
muerde la entraña de los muertos estoraques.
¡Oh Playa enbravecida,
devorando a los hombres tocados por el diablo.
¿No escuchas, no sientes la fiebre podadora,
la llama y el cuchillo que destrozan tu sangre?
Mira allí desgarrado, arrastrando sus huesos
al hombre siglo XX bajo los bellos arcos;
mira cómo se alza y cae, cómo gime y se adhiere
a los muros solares, humillando la frente
sobre el polvo más cruel.
Sus ojos abrazados a terribles visiones,
a sombras que agonizan en los rudos aleros:
cuando el canto del gallo estremece los patios,
sucumben cien hidalgos.
Cien mendigos alargan la lengua hacia a los astros;
nadie sino la muerte cabalga estas llanuras,
dejando caer cruces en los desnudos árboles.
¡He aquí los estoraques roídos por la peste
de los atrios desolados,
donde antaño florecían las guitarras
en un temblor de senos ofuscantes!
¡Apagad las antorchas! Sóla esta la morada
y sólo cintas negras agita el viento aciago.
Adiós a los espejos, a los lucidos trajes
y a los ricos salones que en el tiempo brillaron.
... Aquí sólo hay derrumbes, polillas desatadas
y sólo se oye el errante gemido de la noche...
Nada pueden tus dioses, no escuchan tus plegarias,
huyen en el ladrido de los perros sonámbulos,
en el estruendo de los templos que caen.
¡Oh bruñidos estoraques cuyo lujo se extiende por los patios!
Ya no es el amor sino la muerte,
quien imprime su rastro por la vía o el sendero.
Nadie recoge flores, nadie canta en las grutas
del pasado esplendor. Uno a uno cayeron
y sólo reptiles duermen en las altas alcobas;
sólo ratas anidan en los violados cofres
y no habitan sino arañas al pie de las consolas...
Sinembargo, nada muere.
Todo fué y todo es y no habrá olvido...

...El sol dora los montes...¡Oh soledad del pueblo!
¡Oh soledad del campo!
¡Oh soledad de mis anchos y broncos estoraques!!!

Bucaramanga, Marzo 4 de 2002

 
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