En
ningún otro sitio del país habíamos visto, como en este municipio
nortesantandereano de La Playa, el paisaje que ofrecen los estoraques. No lo habíamos
encontrado a lo largo de las 16 investigaciones anteriores de la campaña
municipios olvidados, a través de las cuales hemos tenido al alcance los
paisajes del mar, de la selva, del llano, de las montañas, de los ríos,
de la sabana, de la tierra desértica de la Guajira, de islas, golfos, bahías
y cabos de nuestros dos océanos.
El
paisaje de los estoraques es único. Rodean el pintoresco pueblecito olvidado
que escogimos en el Norte de Santander. Lo estrechan. Lo encajonan. Su iglesia
blanca, sus casitas limpias, sus empedradas calles donde el tiempo pasa silencioso,
lento, sin afán ninguno; se acomodan en una superficie alargada y profunda.
Metida en el lecho de un antiguo río.
Los
estoraques se levantan de lado y lado. Son formaciones geológicas que han
tomado con el transcurso de los siglos las más caprichosas formas, los
más sorprendentes colores.
Se
llega al pueblecito por entre ellos. Recibimos la impresión de estar penetrando
a las ruinas de una antigua ciudad de la Edad Media. Nos parecía oír
el ruido de corazas guerreras o de trompetas feudales. Presentimos la salida intempestiva
de cortejos reales, emergiendo de los castillos naturales que nos circundaban.
Los
estoraques tienen que ser resultado de la erosión. Lo son sin duda. Pero
no de una erosión reciente. De una erosión de milenios. El tiempo,
el aire y el agua han tenido que trabajar mucho para formarlos. Conocemos las
zonas erosionadas de los dos Santanderes, las de los alrededores de San Gil, las
de Bucaramanga. También las del sur del Huila, las de Tunjuelito en las
cercanías de Bogotá. Ninguna de todas estas tiene las características
de los estoraques. Son únicos. Son especiales. Allí, a dos horas
de Ocaña, permanecen ignorados. Su belleza natural está virgen.
Rústica. Nadie se ha atrevido a profanarla. Cubren una extensión
de unos cinco kilómetros en el municipio de nuestra investigación.
Los habitantes del lugar los vienen mirando y admirando desde las generaciones
primitivas. Pero no los tocan. No por temor, sino por respeto y aprecio. Hay altísimas
columnas delgadas que parecen penetrar en las nubes. Da la impresión de
que están a punto de derrumbarse, de que van a caer sobre la Playa. La
Playa es el municipio de nuestra historia en esta oportunidad. Pero no se derrumban.
Los playeros saben muy bien que son columnas monolíticas, fuertes. Jamás
han constituido una amenaza. Por eso en su pequeño mundo, en La Playa,
se los tiene como murallas defensivas. Como vestigios de la vieja fortaleza de
un gran país de maravillas.
La
variedad de sus formas es asombrosa. No son únicamente los castillos naturales
y las altísimas columnas majestuosas. Hay también figuras de catedrales.
Con multitud de torres, arcos jónicos y dóricos, ventanas torneadas
y grabados que parecen haber sido dibujados o esculpidos por los más famosos
artistas.
Y
figuras de estatuas. Y mapas. Y bustos. Mujeres con niños en los brazos.
Las ruinas de Pompeya. Las catacumbas romanas. Enormes animales mitológicos.
Arboles corpulentos. Todo, en ese material particular que ni es tierra, ni es
piedra, ni es roca, sino una mezcla de todo esto. O una evolución y mezcla.
En fin, el producto de una transformación de la materia lograda por la
acción de fuerzas naturales externas.
Estoraques, según
la Academia de la Lengua, son unos árboles frondosos, propios de las selvas
americanas. Puede ser que las maravillas que ha dejado la erosión en La
Playa tengan alguna similitud con esos árboles y los viejos pobladores
de estos territorios hayan resuelto llamarlas así por tal motivo. Sin embargo,
todo indica que es simplemente un nombre caprichoso que no tiene esta relación.
El nombre
de La Playa parece más acorde con la topografía del lugar aunque
en el municipio de La Playa no hay playa. Y no la hay porque no pasa por el poblado
ningún río de importancia y el mar está muy lejos. En La
Playa, quien lo creyera, se padece de sed.
El
problema del agua es uno de los más graves. Se cree que se dio este nombre
al municipio por el terreno arenoso donde se levanta la zona urbana. En las calles
de La Playa, en su plaza, en su superficie reseca, se palpan los restos de un
antiguo cauce fluvial.
Y
volvamos tan solo durante unos segundos sobre los estoraques para mencionar sus
colores. Las catedrales, los castillos y demás figuras tienen variadísimos
matices, desde el rosado vivo hasta los tenues grises, pasando por el amarillo,
el negro, el blanco, el habano, el verde y todos los que puedan existir.
CEBOLLAS
ENTRE LOS ESTORAQUES
Salimos
de los "estoraques", de que se hablara en el curso de esta investigación,
en el municipio nortesantandereano de La Playa. Después de haber contemplado
sus torres, descendido a sus socavones, pasado por entre los salones de los castillos
naturales y las naves de los templos gigantescos. Después de habernos alejado
de sus murallas bélicas, fortalezas del pasado; entramos a enteramos de
la otra característica esencial de La Playa, la actividad de sus habitantes
que es también muy particular y típica: el cultivo de la cebolla.
La Playa
es el reino de la cebolla. Desde los niños hasta los ancianos se dedican
a cultivarla. Por entre los "estoraques" crecen los "prados"
de cebolla. Las verdes hojas redondeadas en forma tubular cubren la tierra que
ha dejado aprovechable la erosión. Son extensiones ilímites de ese
verde peculiar de la cebolla las que crecen a la intemperie. Porque la cebolla
necesita de sol y de aire. En la sombra se muere. Esta es la causa para que en
La Playa las sombras sean escasas. Hay que dejar que el sol caiga como ducha bienhechora
sobre los cutivos.
Pero
la cebolla también necesita de agua y he aquí el problema central
de los playeros. En La Playa se carece de agua. Una esforzada lucha cotidiana
libran para traer desde lejanos lugares, con múltiples dificultades, hilitos
líquidos que distribuyen por entre los cebollales y mantienen detenidos
en zanjas de pocos centímetros de profundidad, hasta que llega la hora
del "ramillón".