Cúcuta, 13 de mayo de 2013. Estamos de plácemes. Hoy nació Estoraquito, hijo de un liquidámbar styraciflua, cultivado con esmero en la carrera 15 con calle 92, de Bogotá. Salió a la luz después de una lluviosa noche cucuteña; hoy fue el encuentro, a las 2:30 p.m. Álvaro Claro Claro trajo las semillas -unas pequeñas piñas que, aparentemente, ya habían expulsado su preciosa carga de propagación- levantadas del suelo húmedo, durante su viaje a la capital. Yo las tomé como un tesoro invaluable y esperé con la paciencia de Job la despedida de mi apreciado amigo. Irma miraba mi tarea con curiosidad, seguramente no había hecho otra cosa con tanto juicio. Esculqué cuidadosamente en cada piñita hasta que una exlamación de triunfo brotó con fuerza de mi vieja garganta.

Eran 3 semillas negras, pequeñas, parecidas a los cadillos que se pegaban al calzado y a los pantalones en los prados de cebolla de La Playa de Belén. Las sembré con la mayor delicadeza, al lado de la pata de elefante, y observé el lugar, cada mañana, desde el 30 de abril. Su descubrimiento es uno de los mejores momentos de mi vida. Cuando mi grupo familiar desfilaba frente a la matera, Nathalia Catalina preguntó con alguna preocupación, "¿papi, dónde piensas meter las hojas y los 40 metros del tronco del estoraque?" En La Playa de Belén, hija, en La Playa de Belén... Posteriormente, LuzMa y Álvaro trajeron nuevas semillas a Cúcuta y con ellas organizamos un mini vivero.