| Karen
Arévalo Pérez, de La Playa de Belén En
su casa no tuvo juguete distinto al lápiz e incluso la profesora, en primaria,
la regañaba porque pensaba que todos los dibujos se los hacía su
mamá. Se limitaba a desmentirla con sus propios trazos que hacía
en clases, en los salones de la Escuela Urbana Integrada. Lo
mismo le ocurrió en el bachillerato, en el colegio Fray José María
Arévalo, donde recibió el grado hace cuatro años. Visionaria
de sí misma buscó tierra alta y se vino para Cúcuta a iniciar
un reencuentro con su futuro y por eso se matriculó, primero en ingeniería
industrial, pero no resistió y trató de ingresar al mundo de los
arquitectos, pero los cupos estaban copados. Le quedó otra alternativa:
administración de empresas donde lleva ya tres semestres. Sin embargo,
más que las matemáticas o la construcción de casas o edificios,
su grito interno es el de pintar. Es su desahogo. Aquí vive con un familiar,
quien le respeta su espacio escogido en la casa para armar su taller donde construye
su mundo a punta de pinceladas en telas para hacer cojines. | | Desde
hace cuatro meses empezó a ensayar la caricatura y quiso darse a conocer
publicando personajes en La Opinión. Tocó la puerta y se la abrieron.
Su
camino es prematuro, pero empieza a recorrerlo con pulse firme, investigando trabajos
de otros caricaturistas, practicando con juicio los fines de semana y esperando
la crítica justa para superarse. Otra
técnica que disfruta y sabe que le va muy bien es el puntillismo. En su
mesa reposan decenas de paisajes, calles y rostros. No lo propone para publicar
a diario porque siempre le quita tiempo. Ha
ensayado con el carboncillo y ha plasmado desde los tradicionales bodegones y
paisajes hasta su propio rostro. Su
apariencia no es la formal. Irrumpe en lo tradicional y para lograrlo diseña
su propia ropa. A su cabello no lo aquieta sino que lo deja volar con toques de
gel para que de sensación de mojado. La joven artista sonríe todo
el tiempo. Solo se pone seria cuando se enfrenta al lienzo o al papel en blanco.
Le toca transportarse para lograr su objetivo y cada vez se exige más. | |