| ¿TODO
POR UN FLORERO? Daniel
Castro Benítez (Fuente:
Museo de la Independencia) Las
encrucijadas de la Colombia republicana tienen su punto de partida en 1810 y aún
parecen irresueltas. Un objeto el histórico florero de Llorente-
está en boca de cualquier ciudadano cuando nuestro espíritu conflictivo
e inconforme busca la razón del debate, la causa de la disputa, el origen
de la reyerta. Un símbolo del cual todos hablamos pero muy pocos conocemos.
La
herencia histórica en la que se ha centrado el inicio de nuestra vida republicana
gravita en torno a ese objeto, o mejor, a lo que se supone fue la ruptura del
mismo, sin que esto se haya comprobado con certeza, en unas circunstancias que
todos los colombianos parecemos conocer a través de la tradición
del grito de independencia enmarcado en la fecha del 20 de julio de 1810. La
independencia de la que se habla hoy de manera homogénea y con casi un
único sentido, era un concepto que tenía múltiples facetas
durante el siglo XVII y en los primeros años del siglo XIX. Unas veces
era entendida como la libertad máxima, otras veces como la circunstancia
en la que no se depende de nada, y en otros casos era asimilada al libertinaje,
lo cual no tenía ningún tipo de connotación positiva. A sí
mismo el término tamben estaba vinculado a una nueva representación,
en la cual al no existir cabeza visible, pues el rey había sido depuesto
por Napoleón en su invasión a España en 1808, se debían
reasumir los derechos de soberanía, los cuales recaían en el pueblo.
Si
bien, la crisis fue evidente en la misma península, los efectos en los
virreinatos tenían otros componentes en los cuales, en la estructura social
del Nuevo Reino de Granada aparece en el estamento superior la figura del criollo
o español americano. Como hijo directo del español peninsular y
sin ninguna mezcla de raza, el atributo para unos, o pecado para otros,
era haber nacido en América: mancebo o manchado de la tierra. | | Un
objeto el histórico florero de Llorente- está en boca de cualquier
ciudadano cuando nuestro espíritu conflictivo e inconforme busca la razón
del debate, la causa de la disputa, el origen de la reyerta.
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Este
criollismo fomentó un espíritu de rebeldía contra el mal
gobierno de las autoridades coloniales con ejemplos como los levantamientos
comuneros por efecto de los impuestos en 1791 o la revolución de los pasquines
de (). Más tarde esa inconformidad estaría alimentada por la formación
intelectual que gran parte de un grupo de jóvenes obtendría de los
colegios de Bogotá, Tunja, Popayán y Cartagena quienes intervinieron
en las primeras fases de la contienda ideológica y militar. Otro factor
determinante y protagónico que contrastaba con los criollos ilustrados
y descendientes españoles en estos años de inconformidad fue el
mismo pueblo. Tal como lo menciona la historiadora Margarita Garrido, el
pueblo fue tenido en cuenta en un inicio, pero una vez comenzó a manifestarse
con sus propias maneras, fue desautorizado, excluido y considerado ignorante.
Al pueblo se le convoca, pero se ignora a la plebe. Es
por lo tanto que la transformación política que se hizo evidente
en los múltiples espacios de la sociedad no fue exclusivo de la capital
del virreinato en 1810. Otros tantos reclamos fueron levantados antes en Cartagena
(22 de mayo), Mompox (2 de julio), Cali (3 de julio), Pamplona (4 de julio), el
Socorro (10 de julio), que condujeron a la búsqueda de una autonomía
y reasunción del poder. Hoy
en día estas fechas y sus respectivos símbolos son legados de una
idea de independencia que se transforma según quien la asuma suya: Ciudadanos,
instituciones, estados o gobiernos. Por lo tanto, un nuevo museo para la independencia,
se encuentra en la obligación de revisar de manera plural e incluyente
dichas motivaciones. Ocampo
López Javier. El proceso político,
militar y social de la independencia, en Nueva Historia de Colombia. Tomo 2. Planeta.
1989. Garrido Margarita. Reclamos y representaciones. Variaciones sobre
la política en el Nuevo Reino de Granada.1770-1815. Banco de la República.
Bogotá. 1993 |