Al llegar usted a Chinácota, hace más de diez años, cayó al igual que muchos de nosotros, más de la mitad de los pobladores que nos hemos acogido al manto tutelar de los chitareros, en el embrujo de esta ciudad acogedora, cordial y hechicera.

Su decidida entrega al servicio y engrandecimiento de este terruño es un trasunto del contagio que hemos tenido todos quienes echamos nuestras raíces en ésta nuestra segunda patria chica.

Gracias a un espíritu emprendedor, diligente y constante esta comunidad ha escalado, en los últimos años, un lugar de privilegio en el concierto regional y nacional.

No es, pues, extraño que esta ciudadanía le esté pidiendo a Usted, doctor Guido Pérez, un sacrificio más, al quererlo llevar a la dirección administrativa de un municipio que, parodiando al cura de Choquehuanca, "está convocado por un designio providencial".

Sabemos que tiene Usted suficiente capacidad, experiencia y poder de gestión para aprovechar la oportunidad de "hacer un buen gobierno en beneficio de todo el pueblo" sin someterlo al chamboneo de la improvisación. Los principios de TRANSPARENCIA, EFICIENCIA Y CONCERTACIÓN en que ha basado su programa de gobierno, son el anhelo de un conglomerado que percibe en lontananza "un futuro mejor, respetando y reconociendo nuestras diferencias sociales, culturales, políticas y religiosas en unidad y nunca en conflicto para construir entre todos una mejor sociedad", palabras del amigo Segundo Antonio González en misiva dirigida a Usted con motivo de su triunfo en la pasada Consulta Conservadora.

Doctor Guido: Va a quedar Chinácota en sus manos para que, con la ayuda de Dios, amigos y simpatizantes, todos unidos en una gran comunidad, la conduzcamos hacia el futuro que por muchos títulos merece.

¡Ánimo, amigos, adelante! El bien germina ya.

PALABRAS DE GUIDO PÉREZ ARÉVALO

Señores Luis Humberto Pedraza Camacho, Carlos Julio Blanco, Domingo Jáuregui, Gertrudis Silva y David Gamboa, fundadores de la ASOCIACIÓN CHINACOTA TIERRA DE TODOS.
Honorable Diputada Ludy Páez Ortega

Apreciados amigos:

Este encuentro de compañeros exalta el espíritu y pone en aprietos el corazón. Les expreso mi gratitud por acoger con entusiasmo las propuestas de mi proyecto político. Compartir un rato con ustedes en esta casa, que es templo de la cultura, enaltece mi vida. Aquí se oyeron la primeras voces infantiles de uno de los empresarios más notables de Latinoamérica, benefactor de Chinácota y brillante profesional, doctor Segundo Antonio González, quien nos honra con su amistad y su confianza. Él sabe que no frustraremos sus ilusiones.

El nombre seleccionado para la asociación organizadora de esta reunión me recuerda la vieja Constitución del Estado Soberano de Santander, donde se acuñó el lema "Quien pisa tierra de Santander es Santandereano". Los vecinos del Sur han proyectado con estas preciosas palabras su talante amable, su hidalguía, su postura generosa como anfitriones de quienes ponen sus pies sobre aquel paisaje. Es esa una actitud ejemplar, digna de ser conocida por algunos rezagados de la cultura, que ponen muros de resistencia a quienes, como dice el profesor Humberto Pedraza, llegamos a este entorno maravilloso y fuimos embrujados por el paisaje, el calor humano y la vida apacible de Chinácota. La falta de imaginación y las malas costumbres políticas, los han llevado a desconocer que el 49.5% de los habitantes de este querido municipio no tuvimos el privilegio de nacer aquí, pero adquirimos la condición de hijos adoptivos y conquistamos los mismos derechos esgrimidos por ellos para acceder a los cargos de representación popular.

Dice la crónica antigua que los devotos de san Nicolás de Tolentino, "llegaban en romería desde lejanas tierras, ya en hermosas cabalgaduras o al tardío paso de cansadas acémilas, tañendo flautas o entonando cantos populares". Venían a las ferias, pero algunos de ellos, enamorados de nuestros paisajes y del clima incomparable, se quedaban hasta el fin de sus días en este hermoso valle. Los nativos los recibían con cariño y los ungían con las altas posiciones, como ocurrió con el General Ramón González Valencia, oriundo de Chitagá.

Yo, humilde peregrino, llegué a esta tierra y me quedaré para siempre. Hoy, con el apoyo de ustedes, ratifico mi decisión de gobernar a Chinácota, a partir del próximo primero de enero. Muchas gracias.