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CHATEAS...
Por Guido Pérez Arévalo
Publicado en la revista "Saltamontes",
Cúcuta Edición de agosto de 2000 |
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Hace
pocos días, las cadenas de noticias internacionales informaron que una de cada
tres mujeres italianas le monta escenas de celos a su marido cuando lo encuentra
"navegando". Tienen razón, los enamorados han encontrado en la Internet el medio
más expedito para saltar fronteras y llegar hasta los balcones de las más apartadas
regiones del globo, sin serenatas previas ni flores con tarjetas apremiantes.
Una amiga, joven, inteligente y bonita, cambió las cálidas tierras cucuteñas
por una hermosa villa en la madre España. A través de la Red encontró la medida
que andaba buscando: un hombre de su edad, con mirada azul, buen talante y ganas
de vivir. Seis meses
después de su primer encuentro en la pantalla, ella voló hasta Europa y volvió
con él para mostrarle nuestras tierras ariscas. En diciembre fue la boda y la
luna de miel todavía no ha terminado. Viven en una cabaña frente al mar, entre
albaricoques, bajo el inmenso cielo español. Cada
vez que subo a www.laplayadebelen.org, la página web de mi solar nativo, observo
la pequeña ventana que me invita a chatear con la misma aprensión de Adán frente
al manzano del Paraíso. | | | Para
quienes no han sucumbido a la excitante tentación de la Internet, el neologismo
"chatear" podría estar relacionado con ese otro agradable mundo de los rincones
románticos donde una hermosa chata, como dirían los bogotanos, se encarga de volver
grata la vida. Chato, o chata, es un apelativo cariñoso, utilizado para referirse
a quienes llevan a cuestas una nariz prominente o aplastada. Para los habituales
parroquianos de las tabernas españolas, el chato es una vaso ancho y bajo de vino
o de otra bebida. Chatear significaría, entonces, beber vino en las tabernas.
El diccionario de la Real Academia dice que chatear es hacer con la
azada en los terrenos llanos una pileta mayor que la serpia. Serpia, para los
curiosos, es el sarmiento bajo, largo y estéril de la vid. No obstante estas definiciones,
para los "navegantes", chatear tiene alcances de comunicación. El lingüista
Alberto Gómez Fond, en una conferencia en Caracas, hizo un profundo análisis del
Spanglish, el nuevo lenguaje de la era digital, y recordó que "chatear" es el
producto de la españolización de una voz inglesa, "To chat", que significa charlar.
La locución desplaza los verbos sinónimos:
conversar, cotorrear, charlar, dialogar, departir, garlar, hablar, parlar, parlotear,
platicar y hasta rajar. Los cibernautas hispanohablantes no se toman
la molestia de traducir. Para ellos chatear significa charlar a través de la Red,
como deletear significa borrar. Invitan a chatear a través de sus computadores,
de la misma manera que convidan a charlar alrededor de un tinto. Pueden, de esta
manera, campear en sociedad con el Castellano y navegar, contra viento y marea,
sobre las turbulentas aguas del Spanglish, en detrimento del idioma de más de
trescientos millones de ciudadanos del mundo. Es un recurso fácil: se
acude al préstamo de vocablos del inglés, que se adaptan al español, sin miramientos,
sobre la marcha, en una carrera en la que cada minuto se cuenta en dólares. Es
un nuevo tipo de lenguaje, que nos tiene atrapados porque ya fue aceptado por
millones de "navegantes". El Spanglish no se ha escrito; hace parte
de la jerga de los clientes de Bill Gates, que nos saludan en la calle, en la
universidad, en el colegio y hasta en las reuniones de los intelectuales que presumen
de expertos en el manejo del idioma español. No se ha escrito, es cierto,
pero el banquete del nuevo diccionario está servido para los ávidos comensales
de la mesa del ciberespacio que amenaza peligrosamente el idioma de Cervantes.
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